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Turquía: no a la ley de la sharia

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Hugo Santaromita

Turquía o Türkiye, que acaba de sufrir un sismo que ha dejado más de 4.000 víctimas, es un país con una larga tradición secular y una fuerte separación entre el Estado y la religión.

Ha sido un tema de vieja data la presión que existe en el gobierno de Turquía para evitar que los musulmanes lleguen al poder a imponer la ley de la sharia. A pesar de las críticas al presidente Recep Tayyip Erdoğan por sus prácticas autoritarias, al menos se puede decir que ha impedido que la oscuridad de un sistema integrista se apodere de la sociedad turca.

Turquía o Türkiye, que acaba de sufrir un sismo que ha dejado más de 4.000 víctimas, es un país con una larga tradición secular y una fuerte separación entre el Estado y la religión. La Constitución turca garantiza la libertad de culto y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, independientemente de su religión o creencia. Aunque la mayoría de la población turca es musulmana, el gobierno turco se rige por un sistema político laico y democrático, y no se basa en ninguna doctrina o ley religiosa en particular. La Constitución turca garantiza la libertad de culto y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, independientemente de su religión o creencia.

Erdogan fundó el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) en 2001 que lo llevó a la victoria en las elecciones de 2002, 2007 y 2011 antes de ser elegido presidente en 2014. Es de origen político islamista y es considerado un demócrata conservador que ha alentado la política liberal, conservadora y socialmente económica, aunque ha adoptado una política racial contra el pueblo kurdo.

El gobierno turco ha opuesto la implementación de la ley de la sharia, debido a su compromiso con la laicidad y la secularidad del Estado. La ley sharia es vista como incompatible con los valores democráticos y los derechos humanos, así como con la igualdad de género y la libertad de elección personal, independientemente de si el actual gobernante Erdogan tenga visos de autoritarismo. Además, el gobierno turco argumenta que la ley sharia puede ser interpretada de manera diferente en diferentes contextos culturales y religiosos, lo que podría generar conflicto y división en la sociedad turca.

Los musulmanes han vivido en Turquía desde hace siglos y constituyen la mayoría de la población del país. Durante el período otomano, los musulmanes jugaron un papel importante en la sociedad y la política, pero después de la caída del Imperio Otomano, la identidad musulmana en Turquía fue suprimida bajo el régimen nacionalista del presidente Mustafa Kemal Atatürk.

En la actualidad, los musulmanes en Turquía enfrentan diversos desafíos en términos de libertad religiosa y derechos políticos. El gobierno ha implementado políticas que restringen la práctica religiosa, como la prohibición del uso del velo en las instituciones públicas. Además, el gobierno ha sido criticado por limitar la libertad de expresión y reprimir a los grupos políticos y religiosos opuestos.

Los enfrentamientos entre musulmanes y el gobierno turco surgen de una combinación de factores políticos, sociales y económicos. Desde un punto de vista político, algunos musulmanes en Turquía sienten que el gobierno no respeta sus creencias y practicas religiosas y que está limitando su libertad de expresión y de asociación. También hay preocupaciones por la creciente influencia del gobierno en la vida religiosa y social de la comunidad musulmana, incluida la aprobación de leyes y regulaciones que restringen la libertad religiosa.

Desde un punto de vista social, hay desigualdades económicas y sociales que afectan a la comunidad musulmana en Turquía, y hay preocupaciones por la discriminación y el acoso por parte de grupos no musulmanes y del propio gobierno.

Además, hay conflictos políticos más amplios en la región que afectan a la relación entre el gobierno turco y los musulmanes, incluyendo la situación en Siria y en otras partes de Oriente Medio.

La situación de los musulmanes en Turquía también está influenciada por tensiones políticas y económicas en el país. Para Erdoğan, el AKP no es un partido político que se fundamente en base religiosa alguna. Al contrario, se considera un partido desarrollado a partir de la tradición del islamismo, pero que ha abandonado oficialmente esta ideología en favor de la democracia conservadora.​ Sin embargo, en los últimos años, el partido se ha vuelto más autoritario e liberal,​ volviendo a sus posturas islámicas y elevando su euroescepticismo.​ Aunque hay signos de progreso, como la apertura de mezquitas y la construcción de escuelas islámicas, la discriminación y la exclusión persisten en muchos aspectos de la sociedad turca. En el futuro, es probable que la situación continúe siendo un tema de controversia y debate en el país.

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