En medio de la vorágine del mercado globalizado resurge un mercado muy significativo como es el mercado de productos simbólicos o de contenidos, con consumidores muy informados que van desde los coleccionistas a investigadores culturales, pasando por compradores por placer de lo curioso, de lo diverso o particular, donde se valora el producto a obtener no por su valor de uso, sino por su contenido artístico, de identidad cultural, referencia territorial o por ser una obra del talento de un artista o artesano reconocido.
Este es un mercado muy particular, para algunos, muy sofisticado y exclusivo a un tipo de consumidor, que es el mercado de productos simbólicos, entendiendo lo de productos simbólicos aquellos que tienen atributos fuera de lo “normal”, son productos relacionados con un lugar de origen especifico que le impone una identidad territorial o derivado de culturas ancestrales de pueblos originarios o de un artista o artesano famoso
Este mercado ha avanzado de manera vertiginosa dentro de la modalidad del mercado digital, en lo que se ha denominado, la sociedad redificada, donde el vendedor y el comprador se ven cara a cara como si vivieran en una aldea global, las redes han permitido que los consumidores mediante las redes sociales entren a la casa o taller del artesano y observen cómo elabora el producto y con qué materiales lo logra.
Además, hay que inscribir este fenómeno a una reacción ante la globalización, vale recordar, en este sentido, que la globalidad está imponiendo una cultura estándar y homogénea a nivel planetario, la cual avasalla a las culturas locales, en sí, se desarrolla un proceso de transculturización muy intenso apoyado por los grandes sistemas de comunicación de masas, frente a esto, como reacción resurgen culturas locales, que tratan de oponerse a la transculturización, intentando exponer y exigir reconocimiento a sus particularidades y singularidades, es de tal magnitud esta reacción desde lo local, que se ha comenzado a mirar hacia allá con curiosidad, por una parte, pero también con afirmación, por la otra.
Entre esas culturas locales se muestra con mucha fuerza la cultura andina derivada de los saberes ancestrales de los pueblos originarios o precolombinos que habitaron a esta región de Suramérica que incluye parte de Venezuela, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador y Chile. En esta región se desarrolla la artesanía, que es proceso de elaboración de piezas culturales a mano, sin utilizar energía que no sea la fuerza humana y que son expresión de la herencia de saberes ancestrales heredados de generación en generación.
Esta actividad al reactivarse e integrarse a mercados internacionales con cuotas a mediana y gran escala de productos artesanales, promueve los desarrollos territoriales de localidades que por motivos diversos y de distorsiones de las economías de esos países están en situaciones precarias, pero, con esta apertura comercial comienzan a reactivarse, y lo más significativo es, que está potenciando a las culturas ancestrales andinas que muestran su diversidad, belleza y su arte milenario trasmitido de generación a generación para el deleite de la humanidad.
