Expertos aseguran que, más allá de la sequía que afecta inusualmente desde hace tres años a Uruguay, la escasez de agua en la zona Metropolitana se debe a problemas de gestión.
Tuberías rotas por donde se escapa el agua potable, obras de infraestructura pospuesta, sobreconsumo y presión por parte del sector agroindustria son las principales.
Desde hace más de dos meses, los habitantes de Montevideo y las zonas aledañas no tienen agua potable. La que sale de las tuberías de las casas es salobre y no sirve para beber ni para cocinar, sólo para bañarse y lavar.
Montevideo, que está ubicada sobre una de las mayores reservas de agua dulce del mundo, paradójicamente, la única solución para obtener agua dulce, por el momento, es comprarla embotellada.
Si bien es cierto que Uruguay atraviesa la peor sequía desde 1947, expertos coinciden en que la crisis no se debe sólo a la falta de lluvias, sino a una continua mala administración del recurso. Los sucesivos gobiernos, aseguran, han postergado obras de infraestructura y mantenimiento necesarias para garantizar el abastecimiento de la población que habita en la zona metropolitana del país y que representa el 60% de los uruguayos.
La sequía continuará
Tras tres años de sequía, la principal reserva de agua dulce para el área metropolitana de Montevideo, la represa Paso Severino ubicada en el río Santa Lucía, está en límites nunca antes vistos. Para lograr que el recurso continúe llegando a la población, la empresa nacional de abastecimiento de agua (OSE), de propiedad estatal, comenzó a captar agua de un lugar de la cuenca influenciado por el río de la Plata, un estuario que tiene contacto directo con el océano Atlántico.
“El río Santa Lucía no tiene pendiente, entonces cuando sube la marea entra agua salobre por el río de la Plata”, explica Daniel Panario, director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Por eso, precisa la socióloga María Selva Ortíz, integrante de la organización socioecológica Redes–Amigos de la Tierra,“actualmente tenemos agua salada que sale de nuestras canillas”.
Según expertos de la ONU esa situación afecta significativamente a grupos vulnerables, como niños y adolescentes, mujeres embarazadas y personas que padecen enfermedades crónicas.
Conscientes de esto último, las autoridades de salud han instado a la población a comprar agua embotellada, sin embargo, dicha solución fue criticada por los expertos de la ONU, ya que crea un riesgo de privatización de facto del agua para el consumo humano, obligando a la población a comprar. Eso sin contar que, además, el agua embotellada es muy cara, agrega Ortíz.
Para solucionar el problema de desabastecimiento, el gobierno adoptó una serie de medidas extraordinarias, como la instalación de una tubería de unos 13 kilómetros de largo para llevar agua del río San José, un importante afluente del río Santa Lucía, a la planta potabilizadora. Sin embargo, para el meteorólogo Mario Caffera, el problema de la provisión de agua en el área metropolitana es muy difícil que se revierta rápidamente.
Panario, quien es también doctor en gestión del agua, explica que efectivamente terminada La Niña todos esperaban que empezara a llover, pero no llovió. Una cosa es esperar que empiece a llover y otra cosa es que ocurra.
Además, el experto agrega que este año empezaron El Niño común y El Niño costero. Según dice, “el hecho de que sean dos y no uno puede cambiar la circulación atmosférica de forma imprevisible. No tenemos antecedentes de la suma de ambos, entonces no sabemos qué va a pasar”. Por último, si bien es cierto no es posible asegurar científicamente que esta sequía es consecuencia del cambio climático, dicen los expertos, la ciencia ya ha sido enfática en señalar que los eventos extremos son cada vez más frecuentes e intensos.
Con todo, los especialistas consultados concuerdan en que la crisis de agua que afecta actualmente a Montevideo se debe sobre todo a problemas administrativos.
Obras que no se hicieron
El embalse Paso Severino, inaugurado en 1987, fue la última gran obra realizada por Uruguay para aumentar la capacidad de suministro de agua. Actualmente, Montevideo pierde el 50% del agua que se potabiliza por tuberías rotas.
Además, parte importante de las críticas apuntan a que el gobierno de Lacalle decidiera no construir la represa de Casupá, ubicada en la cuenca alta del río Santa Lucía (proyectada para abastecer hasta el 70% de la demanda), que el gobierno saliente de Tabaré Vázquez dejó con el presupuesto y los permisos aprobados.
La alternativa del actual gobierno es un proyecto privado para construir una planta potabilizadora para tomar agua del Río de la Plata con un costo de unos 280 millones de dólares. Aunque el proyecto aún está por realizar los estudios necesarios, ya recibe fuertes críticas por parte de científicos y ambientalistas, puesto que tomará agua en la zona estuarina, por lo que es un agua muchas veces salobre y que con el aumento del nivel del mar va a ser cada vez más salada.
Ortiz, por su parte, precisa que la iniciativa, conocida como proyecto Neptuno, “tampoco es una desalinizadora por lo tanto, según algunos académicos, es la primera agua potabilizadora que no va a dar agua potable”. Además, dicha planta sólo permitirá satisfacer el 30% de la demanda de la zona metropolitana por lo que, de haber estado construida para esta crisis, tampoco habría solucionado el problema”.
Una cuenca bajo presión
Uruguay ya había padecido grandes sequías. Pero lo que lo que nunca había ocurrido, dice Caffare, es la merma en el agua potable de Montevideo y de toda la zona metropolitana al punto de tener que tomarla salada.
En la gran sequía de la década del cuarenta, las fuentes de agua fueron abandonadas y los pozos freáticos se fueron cerrando, llegaron a regalarlos inclusive a empresas agropecuarias para que hicieran riego considerando que el agua es infinita.
Al mismo tiempo, la red de suministro de agua proveniente del Santa Lucía se fue ampliando, “entonces hubo acceso a la misma red incluso en balnearios de playa donde mucha gente, con el aumento del poder adquisitivo, pone su piscina y la rellenan de agua potable”, agrega Caffare quien denuncia el derroche del recurso en épocas de abundancia.
Ortiz enfatiza que la cuenca del Santa Lucía también se ha visto sometida a grandes presiones por parte del agronegocio forestal, sojero y ganadero. Eso, dice, “ha afectado la capacidad de la cuenca en cuanto a cantidad y calidad del agua”.
Con todo, los problemas de gestión tanto de infraestructura como consumo son, según los expertos, la raíz del problema.