Alrededor de un millón de niños no han podido asistir a las escuelas de primaria y secundaria en las escuelas venezolanas por presentar un grado de desnutrición porque sus padres debido a la situación económica que viven no tienen recursos financieros para comprar los alimentos que se requieren para estos casos. Muchos de estos padres y madres de familias gana como salario apenas 130 bolívares mensuales, equivalentes a 24 dólares según tasa del Banco Central de Venezuela, que es lo fijado en decreto por el régimen de Nicolás Maduro. Otros padres que tienen menos suerte están desempleados y no reciben ningunos ingresos.
Mientras observamos este dramático cuadro de desnutrición en ese millón de niños venezolanos desnutridos en esa Venezuela pobre y desamparada, al mismo tiempo se observa en la otra Venezuela, donde apenas un 5% de las personas lo tienen todo, pueden comprar en los bodegones donde solo pueden asistir los que manejan dólares en cantidades escandalosas. Es el verdadero drama de las dos Venezuela, la que todo lo tiene, hasta para malbaratar, y la otra que no tienen nada, la que sus niños no pueden asistir a la escuela por culpa de la desnutrición. Es hora de que se activen los organismos internacionales como la ONU y la OEA, para enfrentar esta dolorosa situación.
