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¿Se agotó el tiempo?

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César J. Sánchez León

Dos países en América Latina destacan en estos momentos, no precisamente por su buena situación política. Perú y Venezuela. Muchos de los otros países de la región tienen situaciones problemáticas, pero no de solución perentoria.

Del Perú no hay mucho que decir porque la situación sigue igual en las últimas semanas y ya la hemos abordado en otras crónicas. Tal vez debamos acotar que en un comunicado, el Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Perú, general Manuel Gómez de la Torre, afirmó este miércoles 8, que van a recuperar el orden interno del país tras las protestas antigubernamentales. Luce necesario tal acto, pero quién sabe qué augura. Hay siete regiones declaradas bajo estado de emergencia.

El largo tiempo transcurrido con alteraciones del orden público y de grandes protestas, con cerca de seis decenas de fallecidos, solicitando respeto a la Constitución, renuncia de la presidenta interina Dina Boluarte y del Congreso y elecciones presidenciales inmediatamente, enturbian severamente el panorama. Agrava aún más la situación, consecuencia de la cesantía del presidente José Pedro Castillo Terrones, su detención y solicitud de apertura de juicio penal por la Fiscalía. A pesar que Castillo no pudo ni supo desempeñar la primera magistratura y encaminó la situación hacia la actual inestabilidad, hay que decir que algo, finalmente, no salió bien porque todo empeoró.

Sobre ese tema, lo que sí puede colegirse o ratificarse al momento, es que la primera magistratura no puede confiarse, aun por votación popular, a connacionales que no están capacitados para el cargo; y que el pueblo, cuando se hace respetar no permite, aun en una situación justificativa, que lo ninguneen.

Ante esto, no faltará quien piense sobre la serena vida en Costa Rica, o en Uruguay; o en el mismo Paraguay. Oportuno es recordar que es esencial la EDUCACION del pueblo para distinguir y para respetar la ley.

Venezuela es otra cosa como problema. Difícil explicar su caso a estas alturas, a extranjeros y aun a ciertos nativos. Es que, si recurriéramos a la forma clásica y hasta académica, de identificar los problemas, quizás menos se comprendería cómo el país caribeño, con sus características físicas únicas y con su enaltecedor pasado en la historia patria, su sociedad no acierta a ver y a aceptar la solución correspondiente e insiste en seguir gravitando en un patrón de espera. ¡Como el país sigue en este, su “ensimismamiento” …!

A ver si tengo éxito en precisar con un lenguaje un tanto figurado, pero no por eso irreal, qué sucede actualmente. En estas horas…

Me asomo a la ventana de mi casa y veo la calle principal de mi pequeña y acogedora urbanización, en este domingo, hora mañanera. En frente de mí, en la distancia, desnudo e imponente, el Ávila todo. Veo algunos carros, de veinte o treinta años de edad, estacionados en la calle; algunos bien cuidados, la mayoría no tanto. Oigo el silencio propio del día feriado, en una calle ciega, de escaso tráfico; con un viento frío inusual en el trópico y con el termómetro en 16,8 grados hoy. Recuerdo de repente, que debo ir al cercano supermercado donde hay de todo, pero con los dólares en el bolsillo que tengo, no me alcanzará para cubrir, siquiera, una fracción de la compra semanal. Coincidencialmente, me viene a la mente que, aunque el teléfono no funciona, debo pagar el servicio, pero en taquilla porque no funciona el internet; absorto y con la vista ahora fija en el imponente cerro, pienso en cómo haré para pagar dos consultas médicas casi urgentes que  necesito, y no tengo real; y que para colmo, la seguridad social que disfrutaba en otras épocas, se extinguió porque el Instituto que un día fue mi protector, casi modelo de eficacia, está hoy casi detenido por el desplumamiento financiero sin piedad a que fue sometido.

En este instante, se vuelve a ir la luz y recuerdo que ayer pasamos seis horas sin ella; que mi fiel carro, requiere después de dos décadas, “hacerle el motor” pero no tengo, ni por asomo, los mil ochocientos dólares que cuesta. Noto que el Ávila, en muy pocos minutos, desde su bello verdor inicial, ha tomado ahora un color obscuro; que hasta se me antoja lúgubre. Cierro la ventana casi de un tirón…  

Regreso a la cama y como ha vuelto la luz en minutos, aprovecho para encender el televisor y ver las noticias del domingo… Veo y oigo a la periodista que lee el texto noticioso y comenta a ratos:

“Al analizar en este momento esta semana, en Venezuela el estado de la protección social de las personas mayores, muestra signos preocupantes que suponen una causa de conflictos, la violación de sus derechos humanos y el avance de su peligrosa vulnerabilidad. Factores como el aumento de la inflación, el deterioro del mercado laboral, la falta de actualización realista de salarios y pensiones, el aumento de la informalidad laboral y la ausencia de una política social integral, concertada, adecuada y coherente, entre otros, agravan la delicada situación”.

“La seguridad social y la jubilación como beneficio protector de la vejez es un derecho irrenunciable y esencial. Así lo establecen numerosos instrumentos políticos y jurídicos internacionales firmados y ratificados por la República Bolivariana.  De acuerdo con el Informe Mundial Sobre la Protección Social (OIT 2021), la cobertura efectiva en Venezuela en materia de vejez está entre el 40 y el 60% de los involucrados. Al mismo tiempo, el CENDA indica en sus estudios que, para junio de 2022, el poder adquisitivo real de salario mínimo representaba solo un 6,9%. De la misma manera que para mayo de 2022 la canasta básica de alimentos, bienes y servicios esenciales, se ubicaba en 670,16 US$ mensuales. En la actualidad, se requieren 29 salarios mínimos mensuales para que una familia cubra sus necesidades básicas de alimentación”. ¡Horror…! ¿Con qué? Me digo …

“Esta compleja y delicada problemática comprende todos los sectores e inclusive los más emblemáticos. En materia de pensiones, por ejemplo, en la industria petrolera y petroquímica, los jubilados y sobrevivientes reclaman, con toda justicia, el pago de una bonificación única de 660 US$ mensuales. En este caso, en el año 2015, la empresa dispuso del patrimonio colectivo de los jubilados estimado hasta entonces en 2.347 millones de dólares, modificó los estatutos del Fondo afectando, derechos irrenunciables de los titulares y prácticamente de su patrimonio, a cambio de firmar unos pagarés sin que hasta la fecha generen el rendimiento debido a sus beneficiarios, y sin haber presentado las auditorías respectivas, reiteradamente solicitadas por el gremio que los agrupa, aspirando que se les reconozca una jubilación digna…”  Una apropiación indebida que en el sector público es peculado a la luz del día…

Pero, el para mí, verdadero colofón de las noticias que en ese momento oigo, lo identifico cuando la comentarista lee:

“El Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello y la “Plataforma Creemos Alerta Ciudadana” advirtieron sobre los “posibles riesgos que enfrenta el proceso de primarias opositoras”. En rueda de prensa que tuvo lugar en la sede del centro en La Castellana, Benigno Alarcón, su director, destacó lo necesario que es un cronograma concreto para que “la elección primaria se pueda realizar sin mayores dificultades para la escogencia de un candidato único”.

De su parte, Adriana Sanz, como coordinadora de “Creemos Alianza Ciudadana”, formuló un llamado a los partidos políticos y sus dirigentes, a “dejar de un lado las controversias, y concentrar sus esfuerzos en plantear soluciones para el país, a través de un programa común, y de las propuestas que puedan plantear hacia las diferentes candidaturas que participarán en las primarias”.

“Esta semana organizaciones como Vente Venezuela, de María Corina Machado; Encuentro Ciudadano, de Delsa Solórzano; Convergencia, de Biagio Pilieri; Un Nuevo Tiempo, en la voz de Ángelo Palmer, y Carlos Prosperi, precandidato por la autodenominada Acción Democrática en resistencia, fueron principales protagonistas del mayor número de presentaciones en medios. La tendencia que se ha venido manteniendo desde que la Plataforma Unitaria, anunció la conformación de su Comisión de Primarias”.

Entonces, con taza de café en mano, reflexiono sobre el punto de crisis: ¿cómo podemos salir de esta situación si aproximadamente hay unos 24 pre candidatos a elecciones previas y más, para elegir al abanderado de un amplio sector de la oposición y no hay un frente único en toda ella?

Porque hay, además, algunos que han anunciado públicamente, que no se “prestarán para esa sinvergüenzura de las primarias”. Entre estos destaca el ya candidato de Alianza del Lápiz, Antonio Ecarri Angola…

Difícil si no imposible, es que en una situación como la descrita, en el 2024, no gane el candidato presidencial del PSUV, aunque quienes se le oponen sumen un casi 80%.

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