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La libertad de Pensamiento

Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión
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               “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión sin que pueda establecerse censura…” Pocas veces se encuentra un texto más claro y perfecto que éste. ¡Que maravilla!

La hermosura del texto, produce una sensación de alegría al leerlo y saberse protegido con la garantía de la libertad de pensamiento y de expresión, por nuestra Constitución Nacional.

Recuerdo a los amables seguidores y a los contradictorios lectores, una anécdota fundamental en la historia del pensamiento humano. El primer mártir por la Libertad de Pensamiento del que se tenga noticias, fue el gran sabio y Maestro Sócrates. Se le considera así, por cuanto en controversia con sus alumnos, se sucedió el hecho que narro.

Algún alumno travieso, le preguntó al Maestro, “¿los Dioses que ellos conocían, los de la antigua Grecia, encabezados por el gran Zeus, existían en verdad o era una falsía de los propios griegos?” Sócrates contestó: “Son una invención de los humanos. Hechos para resistir la vida y todos sus avatares. No creo en ellos, no existen”, concluyó con certeza y seriedad. Otros alumnos, tremendos, también, comenzaron a comentar lo dicho por el Maestro. El rumor llegó a oídos de las autoridades de la Ciudad. Se le hizo un juicio y se convocó ante los jueces. Se preguntó: ¿Cierto, había dicho “tal barbaridad”? Sócrates contestó: en efecto, era verdad; agregando, eso era lo que él creía. Lo enjuiciaron y lo condenaron a muerte. Por su gran prestigio, se le permitió escoger el tipo de muerte que tendría. Él decidió morir frente a sus alumnos, después de terminar la clase, envenenado mediante la cicuta. La tomó frente a ellos y así murió. Él nunca dijo, menos recomendó, que la gente debía organizarse, ni actuar, para que desconociera a los Dioses. Simplemente, aseguró: él, no creía que existían. Era su manera de pensar. El hecho ha trascendido, por encima de muchas otras víctimas, por haber contravenido algún pensamiento, en algún momento de la historia. Considerado el primer mártir. Una vergüenza para las autoridades de la Ciudad que lo condenaron por su manera de pensar.

Esto viene al caso, por cuanto, en estos días complejos que vivimos, se agitan las ideas más terribles y los despropósitos más grandes. Es por eso que dicen, “los dioses pierden a los gobernantes, cuando quieren que desaparezcan”.

He escrito en muchas oportunidades lo triste y lamentable que resulta la falta de las libertades de pensamiento, opinión, expresión, información, prensa, comunicación y de decir. Tan trascendentales, son estas libertades, que sirven de baremo, para medir la calidad, la cantidad y la efectividad de una democracia.

          La vida sin libertad de pensamiento sería una pesadilla. Piensen en lo que implica: del pensamiento surge la opinión, ¿no es cierto? Quitarnos nuestra opinión es impensable: no poder decir, “prefiero el color amarillo, al marrón”, por ejemplo. “Me gusta más la arepa que el pan”. Esto llevado a extremos y también al punto donde nuestros pareceres sean juzgados como graves faltas contra la vida de la sociedad. Soy una dichosa y aventajada usufructuaria, (¿será correcto decirlo así?) de la Libertad de Pensamiento.

Nací y fui bautizada católica, apostólica y Romana. A los 18 años, en Europa, en Roma, mientras estaba en la universidad conocí varios “compagni” (camaradas del Partido Comunista Italiano) me encantó la teoría, amé a Gramsci y por supuesto al gran líder comunista Palmiro Togliatti. Regresé a Venezuela. También enloquecí con la Revolución Cubana y hasta que, visité China Popular dos veces, (1976/1979) no me di cuenta del disparate y las mentiras que inventaban y decían para convencernos, (a Adolfo Herrera y a mí).

La propaganda era terrible y nuestra ceguedad peor, ellos mismos se encargaron de quitarnos la venda que impedía saber la verdad. El comunismo es un desastre. No funciona. Se acabó con la caída de la Unión Soviética y al tumbar el Muro de Berlín. (1989/90/91)

Hubo una razón fundamental, además de los problemas económicos: las mentiras, la ausencia de libertad, acompañada de las persecuciones a la libertad de pensamiento y expresión. Cuando tomé consciencia, inicié “El regreso de la Revolución” la democracia venezolana, me recibió con los brazos abiertos, mis alumnos también. Ni qué decir de amigos y colegas. ¿Cómo no insistir en la necesidad de la Libertad de Pensamiento y de opinión? ¿Cómo no darse cuenta de lo que significa para el humano? ¿Quién, en algún momento de la vida, no piensa un disparate, una locura, un poema, la letra de una canción? Buscar en lo recóndito de nuestro pensamiento, el consciente y el inconsciente, pretender penalizarlo es de las locuras y los disparates más grandes.

La desesperación, lo he dicho, es mala consejera. El miedo, aterrorizante, también. Serenarse, usar el adulto integralmente, para superar esos momentos difíciles es la recomendación.

No más persecución, agresiones, menos torturas y asesinatos. Recordar somos mortales, si no se cree en Dios y la Vida Eterna, lo siento. Sin embargo, los humanos cientificistas, humanistas pensantes, agnósticos y ateos, deben recordar que hay una ley de causa y efecto. Lo que se hace se devuelve, para bien o para mal. No olvidarlo.

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