Al inicio de su revolución, ya Fidel se habÃa metido en el bolsillo a la cúpula militar venezolana de entonces. Cuba hizo su tarea. Primero vivió a expensas de la desaparecida URSS y luego se pegó a la teta de Venezuela.
La incursión del socialismo marxista en Venezuela ocurrió muchÃsimo antes que Chávez. Ya la cúpula militar venezolana coqueteaba con el dictador Fidel Castro, entonces visto con el divo de América Latina, mientras los militares de la región se babeaban por las osadas acciones del cubano cuando inició su régimen que, a la larga, causó la destrucción social, moral y económica de su paÃs, y se convirtió en una especie de ventosa que busca pegarse cualquiera que acepte mantenerlo.
Al inicio de su revolución, ya Fidel se habÃa metido en el bolsillo a la cúpula militar venezolana de entonces, con Wolfgang Larrazábal a la cabeza, presidente en 1959 de la junta militar de gobierno que surgió tras el derrocamiento el 23 de enero de ese año de Marcos Pérez Jiménez. Solo habÃan pasado 23 dÃas desde el triunfo de Fidel en La Habana, quien inició su régimen el 1 de enero de ese año. En esa época todo parecÃa girar en torno a «las proezas» del cubano, y hombres de centro izquierda como Larrazábal no disimularon sus simpatÃas por el cubiche. Cuarenta años después culminó el adoctrinamiento en las sombras con la aparición de un ambicioso teniente llamado Hugo Chávez, quien concluyó la tarea de control y sumisión organizada por Castro desde sus inicios.
Cuba hizo su tarea. Primero vivió a expensas de la desaparecida URSS y luego se pegó a la teta de Venezuela, a la que tenÃa controlada desde los estratos bajos de la Fuerza Armada. La mayorÃa de los militares y polÃticos venezolanos, con el socialismo inyectado en sus venas, son los grandes responsables de que el paÃs no haya logrado consolidar un modelo de desarrollo basado en una sociedad de propietarios, de libre competencia, de libertades individuales, sino un paÃs rentista plagado de mantenidos, subsidiados y subyugados. La reconstrucción será un trabajo arduo y difÃcil, si realmente se puede aún reconstruir.