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¿Corre el mundo un peligro único y grave? 

El mundo impasible se asoma frente a la exhibición del conflicto para ver y oír, sin opinar, sin darse cuenta, por lo que se observa, que el riesgo es fatalmente incalculable…
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En el mundo de estos días, está presente de manera evidente, según nuestra visión, la posibilidad de una conflagración con uso de armas nucleares y con motivo del conflicto ruso – ucraniano. Y con este, la contingencia eventual de la desaparición del ser humano de la faz de la tierra y con ello, muy seguramente también, la de casi todo el resto del reino animal y vegetal. Sin exageración alguna.

Sorprende que, ante este trance, el “mundo civilizado” busque, liderado por los EE.UU. y la Unión Europea (UE), acentuar la solución militar, con la excusa dizque de someter y dar una lección a Putin, el invasor violador de la paz. Se prefiere de esta manera, escalar la guerra con grave riesgo para la población mundial. En efecto, la solución del “mundo civilizado” ha sido proporcionar armas a Ucrania para enfrentarse a Rusia y prolongar el enfrentamiento en vez de buscar afanosamente, con genuino interés, la paz que es la solución del Derecho Internacional (DI). Aquí y ahora, contrariamente, se opta por la conflagración; tenemos así y al descubierto, la auténtica miseria hominis.

Para que la paz se haga presente se requiere perseguirla con ahínco; actuar con sinceridad. Nunca pretendiendo humillar y hacer ver que el invasor fue derrotado y plantear su acercamiento a la mesa de negociaciones en la condición del “perro con el rabo entre las piernas”. Así no se logra nada.

Sin que pueda hablarse de números exactos, pues las fuentes aun de un mismo bando difieren, a veces en mucho, los daños son cuantiosos. Se hablan de 250 mil bajas en suma de los dos ejércitos; casi 40 mil civiles muertos; cerca de casi 15 millones entre desplazados y refugiados, o tal vez mucho más. Bajmut en la región del Donbás, es ahora el eje de gravedad del conflicto. Y según los corresponsales de guerra, con los testimonios agregados de los escasos habitantes que quedan en el sitio, este poblado se ha convertido en un infierno donde parece evidenciarse más el odio que defender lo justo. Contener al ejército ruso. Bajmut es el centro de la guerra e insignia de la gran tragedia.

La beligerancia al final de su primer año, deja lejos del teatro de operaciones, lo que, en el plano económico, social y político se ha dado en llamar la “onda expansiva” que ha sido casi mundial pero particularmente notoria en Europa toda y aún en China.   

Parece que nadie se pasea por el sufrimiento de pueblo ucraniano, cuyo territorio ha sido invadido y es el más golpeado por la guerra. Por el contrario, los EE.UU. y la UE, han optado por incrementar las acciones a través de la OTAN y avivar la crudeza del conflicto con las declaraciones del presidente Biden y del Departamento de Estado, cuando no de los voceros oficiales específicos de la misma Casa Blanca. Y por supuesto, suministrando armamento de tierra y aire a Ucrania para que siga el combate.

Hasta Polonia, “misericordiosa” se ofrece para desprenderse y enviar a Ucrania 3 o 5 tanques (¡!) del tipo Leopard.

El presidente Zelensky se desplaza fuera de su jurisdicción para pedir apoyo dinerario y de armas, todas las que le den, en vez de buscar con el liderazgo estadounidense y de la UE, una negociación honorable, pues ya nos probó que se sabe defender. Lo que desea es material para seguir la guerra; porque “la pelea es peleando”.  ¿Será posible mayor grado de insensatez…? Parece casi contradictorio que sea China, prudente hasta ahora ante los embates del mundo occidental, pero siempre en el banquillo de los acusados por su inevitable avance económico en el que exporta de todo, haya presentado un proyecto de plan de paz, viable o no, modificable o no, pero en la vía de detener la guerra.

Incrementar la calidad y el número del armamento, proporcionar vehículos blindados, cañones y aviones de combate desde occidente, ¿es lo que realmente luce razonable? Y surgen de esta otras preguntas: ¿No es la solución conveniente para la humanidad y según los postulados del Derecho Internacional que los Estados del concierto mundial buscaran, a todo evento, que ambos países beligerantes se sentaran en la mesa de negociaciones? ¿No existe este recurso efectivo en la Carta de la ONU? ¿No ha sido esa la mejor receta, según la experiencia, para solucionar o intentar soluciones ¿O es que se tiene interés de sacar del camino, a cualquier riesgo a Rusia?

Y si queremos continuar por esta vía de las interrogantes, si por el contrario se opta por el conflicto armado ¿Qué haría el liderazgo occidental, si China invade a Taiwán?

La guerra ruso – ucraniana acaba de cumplir un año. Un año en que el sufrido pueblo de Ucrania ha recibido y recibe todos los días con sus noches, el castigo inclemente de los aviones, drones de combate, de las fuerzas blindadas y artillería de Rusia.

Las imágenes de la televisión y las noticias de los medios, cada día, cada rato, transmiten impávidamente lo que pareciera un show trágico de todos contra la Rusia invasora.

 ¿Un año de guerra y de sufrimientos, no son ya demasiado dolor para la población de hombres, mujeres, niños y ancianos ucranianos? ¿De enfermos y de desvalidos?

 ¿Habrá la posibilidad que, el mundo que observa la “guerra lejana” (hoy no hay tales), actúe siquiera con un poco de humanidad? ¿Ha medido la voz de la conciencia civilizada y pensante, qué se está arriesgando?  ¿Y el peligro mundial de las armas nucleares que acecha?

El mundo impasible se asoma frente a la exhibición del conflicto para ver y oír, sin opinar, sin darse cuenta, por lo que se observa, que el riesgo es fatalmente incalculable…

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