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Ante el cambio climático no existe sentido común

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Ante las olas de calor, los incendios y las inundaciones no hay tiempo para ponernos filosóficos y buscar a quien culpar de lo que pasa. Hay que revivir al sentido común y buscar soluciones ya.

Hace años que los científicos advierten de que vendrían olas de calor sin precedentes, que serían muy graves, y que eso agravaría los incendios forestales, y que afectaría a los más vulnerables. Ya no es una advertencia, el calor ha llegado y piensa quedarse. 

Las lluvias torrenciales y las riadas vienen siendo moneda corriente desde hace ya unos cuantos años en Europa.

Hay que acabar con la búsqueda de un culpable de estos problemas. Se necesita que cada uno de nosotros piense de qué manera ha contribuido para que estas situaciones no solo se repitan, sino que vayan a más.

¿Es necesario que los expertos digan quelas acciones del ser humano y la aceleración del cambio climático (producto de estas mismas acciones) son las principales causas de estos eventos y de los que vendrán, que serán cada vez peores? ¿Es que ya no somos capaces de aplicar el más común de los sentidos y el menos empleado, el sentido común, para mirar a nuestro alrededor?

No es nada nuevo

En los países más pobres y vulnerables estos eventos son más destructivos aún si cabe, ya que allí no cuentan con infraestructuras sólidas y/o con los sistemas de alerta temprana. Y mucho menos con los métodos y con elementos mecánicos y digitales de protección.

Pareciera que esto no iba con los países desarrollados (los mayores culpables de que esto suceda), sino que solo acontecía allá donde hay monzones y huracanes.

De expertos y sentido común

Lo que dicen los expertos coincide exactamente con lo que indicaría el sentido común. Si seguimos envenenando las aguas, el aire y los suelos, generando gases que agravan el cambio climático y construyendo en sitios por donde la naturaleza hacía fluir corrientes, no puede extrañarnos que las consecuencias de los eventos climáticos sean cada vez peores.

Cada plástico no reciclado, cada bocado de comida desperdiciada, cada minuto de aire acondicionado encendido de más, cada litro de combustible fósil quemado sin ser necesario, cada prenda de moda efímera que compramos y un sinfín de acciones similares a estas, son las causas de lo que está sucediendo.

No busquemos en otro lado a los culpables. Mirémonos en un espejo.

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