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Lo que no fue contado

Miguel Galindo

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A Jesucristo lo recibieron como un Mesías liberador con palmas, olivos y hosannas, multitudinariamente, por el pueblo llano… Por eso resulta fuera de toda lógica que, apenas un par de días después, ese mismo pueblo lo condenara a muerte al grito de “suelta a Barrabás”, cuando el gobernador romano dio a elegir (por cierto, en ninguna crónica histórica consta el precedente de la elección de víctima por el pueblo ante el ejecutor, ni costumbre de pascua alguna en ese sentido).

Esa “costumbre” es una interposición artificial e interesada de los contadores del relato. No es de sentido común tampoco – aunque así hubiera ocurrido – que en 48 horas tornara el sentimiento de toda una población en el polo contrario.

Lo que hicieron los exégetas de la nueva religión fue unir en un solo vocablo lo que en realidad eran dos y así cambiar todo el sentido al mensaje: del que se debiera haber transmitido, al que se quería transmitir… Barrabás es la fusión de Bar Abba, esto es: Hijo del Padre, como a veces Jesús se decía de sí mismo y por el que muchos lo identificaban. Él llamaba Abba (padre) a Dios, por lo que se podía traducir en Hijo de Dios). Así que el grito del “pópulus” bien pudo ser, si lo hubo, el más lógico de ellos: “Suelta a Bar Abba”, suelta al Hijo del Padre, al Hijo de Dios… y no el desconcertante de “suelta a Barrabás”.

¿Et pourquoi?, que diría Astérix?.. Pues por algo elemental, querido Watson: porque a los poderes imperantes (Sanedrínico y Romano) les estorbaba el mensaje de libertad y autoconciencia que proclamaba aquél extraño y molesto Rabí galileo, ya que atacaba claramente la supremacía tanto del poder de los sumos sacerdotes como el de Roma por igual. Así que ambos se pusieron pronto de acuerdo para anularlo quitándoselo de en medio… Reus est, y al paredón con él. Ese mensaje – luego convertido en Evangelio tras sus oportunos retoques manipulatorios – ponían en graves aprietos a la autoridad de los dos estamentos, y ya se sabe que los aparentes enemigos se alían cuando se trata de suprimir a un enemigo común.

Así que se dijeron: yo te lo hago desaparecer, y tú, con los restos del naufragio, te montas el pirulí que quieras, una justificación, una nueva religión, mejor si es aliada a nosotros (tal y como ocurrió con el catolicismo) y aquí Pax y después Gloriam… Y tal que así es lo más seguro que fue, si bien fue contado según convino, cuando esa alianza de poder – Constantino e Iglesia – se produjo, por los siglos de los siglos, amén, o no amén, pues no puede ser que “así sea” lo que seguramente fue de otra manera.

No es al primer profeta o avatar al que le cierran la boca para salvaguardar los poderes de sumisión establecidos. Lean la Historia de la humanidad y verán que así ha sucedido con todos. Después, como he dicho, con los rudimentos de su Mensaje se fabrica una nueva dependencia de tales nuevos poderes instituidos, situándose ellos como los únicos intérpretes legítimos entre el cielo y la tierra. Tal que así ha pasado siempre. La Historia anda, por un lado y las “Historias Sagradas” andan por otro. Y casi nunca coinciden, por cierto. Solo hemos de tener conciencia de lo que es una cosa y de lo que es otra cosa.

Tener conciencia… Louis Pawels decía que tener conciencia es estar despierto. Y comentaba, por cierto y porque viene a cuento, que el Evangelio se hartaba de llamar al despertar: “velad”, “no dormirse”, “mantened la vigilia”, “estad despiertos y vigilantes”… pero que, a pesar de ello, el tal Evangelio se leía dormido… Gürjfield imponía el ejercicio del reloj a sus alumnos. Les mandaba mirar la saeta del segundero pensando “yo soy solo yo y no soy otro que yo mismo” para tomar conciencia de su propia conciencia. Cuando la aguja se acercaba tenía conciencia de que lo señalaba a él, y cuando se alejaba tenía conciencia de que señalaba a todos los demás, pero que los demás no eran él.

El tener conciencia propia es estar despierto a cualquier posibilidad, sea la que sea y el estar dormido es no tener tal conciencia y confundir “conciencia” con “transferencia”.

La saeta del reloj nos despierta al mantenernos concienciados de nuestra propia singularidad pensante en el ejercicio de Gürjfield, ¿pero qué o quiénes hacen de saetas en la vida cotidiana que nos mantenga alerta de nosotros mismos?.. Pueden ser situaciones o personas que igualmente estén tan dormidas como nosotros. En tal caso, ¿quién despierta al despertador?.. Mi pobre, elemental y humilde truco es manejar más la posibilidad que lo que nos “venden” como realidad. Otros lo llaman mantener siempre y sobre todo una duda razonable.

Se sabe que la Historia toda se ha suministrado por los que ostentan el poder y por lo tanto, manipulada con arreglo a sus intereses… Algunas veces hasta se ha escrito sesgada, ¿a cuál pues otorgar la verdad?, pues a todas y a ninguna.

Mi método es leer el mismo hecho desde posiciones, autores y perspectivas diferentes, distintas y distantes, y luego sacar mis propias conclusiones. Pero nunca, jamás, comer del guiso común cuartelero… Me acerca más, mucho más, muchísimo más, a la verdad, distintas visiones y ángulos de la misma, que la dogmática y catecísmica que hay que creer por unanimidad.

Muchas veces, las consecuencias de lo probable se acercan bastante más a la realidad de los hechos que a la explicación de lo conveniente… Y si, aún y así, esto no se quiere admitir por el mogollón del personal como razones válidas, para mí, sí que sí, con razonamientos de pura conciencia y puñetera lógica, que es lo que cuenta en definitiva… Y de todo este trabajo alquímico e intelectual se destila y abre camino el convencimiento. Resulta mucho más honesto, al menos, que un paté preparado y predigerido para su consumo con los ojos cerrados y las narices tapadas.

 Lo que Aquél en el que decimos creer nos dejó dicho como aviso a navegantes es que para encontrar hay que buscar, que nada que se nos dé hecho es de fiar, pues nunca nadie dijo que encontrar la verdad fuera cosa fácil y regalada… Pero, eso sí, que una vez encontrada, “la verdad os hará libres”… Y aquél esclavo, al que su amo le estaba ofreciendo la oportunidad de la libertad, le contestó enojado: ¿y acaso no puedo ser libre para escoger no ser libre?.. y el patrón entendió que la libertad de la oveja reside en el propio rebaño.

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