El presidente de Colombia, Gustavo Petro, destituyó de su cargo al comisionado de paz, Danilo Rueda, cuando los diálogos con la guerrilla del ELN y las disidencias de las FARC enfrentan dificultades para llegar a acuerdos.
En Colombia, el comisionado es el vocero del Gobierno en las negociaciones de paz con grupos armados y asesor de políticas encaminadas a desactivar el conflicto.
Al anunciar el relevo de Rueda, Petro encargó al jefe negociador del Gobierno con la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN), Otty Patiño dirigir todos los «procesos hacia la paz» de Colombia.
La salida de Rueda se conoce en un momento en el que el Gobierno colombiano tiene abiertos dos procesos de paz: uno con el ELN y otro con el Estado Mayor Central (EMC), la mayor disidencia de la antigua FARC. Además de procesos de sometimiento a la justicia con bandas en varias ciudades.
El primer presidente de izquierda en la historia de Colombia aspira a desactivar seis décadas de conflicto armado por medio del diálogo con todas las organizaciones ilegales, pero su proyecto de «Paz Total» ha sufrido más de un revés.
Patiño, excompañero de armas de Petro en la disuelta guerrilla M-19, asumirá las riendas de la oficina del Alto Comisionado para la Paz con el reto de encauzar negociaciones que no han frenado la violencia, el narcotráfico, ni el secuestro.
El Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) dialogan desde noviembre de 2022 y en junio de este año pactaron un cese al fuego.
Pero a finales de octubre, integrantes de esa organización secuestraron al padre del futbolista colombiano del Liverpool Luis Díaz, violando la tregua.
Durante 12 días Luis Manuel Díaz estuvo en poder de los guerrilleros, en una zona cercana a la frontera con Venezuela.
Aunque el Gobierno exigió el cese de los secuestros y liberar a las cerca de 30 personas que siguen retenidas, el ELN justifica esta práctica como mecanismo de financiación.
El politólogo Otty Patiño, negociador del gobierno con esa guerrilla, rechazó entonces las «inaceptables justificaciones para seguir secuestrando» por parte de los rebeldes.
De su lado el Estado Mayor Central (EMC), conformado por guerrilleros que se negaron a firmar el acuerdo de paz de 2016, suspendió y luego reanudó el 15 de noviembre las conversaciones, en medio de críticas al Gobierno por supuestos incumplimientos del cese al fuego acordado en octubre.
Ambas guerrillas suman unos 9.400 combatientes, según inteligencia militar.
Pese al acuerdo de 2016 que desarmó al grueso de las FARC, el conflicto armado persiste y deja más de 9 millones de víctimas en medio siglo.