Por: @OrlandoGoncal
Van 51 años desde que aquel 25 de abril de 1974 en la que los portugueses derrocaron a una de las dictaduras más longevas del mundo, a través de la “Revolución de los claveles”
Lucha que comenzó en los cuarteles militares por quienes no estaban de acuerdo con la guerra en las colonias portuguesas en África, y que bajo las “Tres D: democratizar, descolonizar y desarrollar”, alzaron su voz, y lograron abrir la ruta de la democratización del país.
Lo interesante de este proceso fue que, si bien comenzó como un golpe militar, el respaldo popular que recibieron desde el primer momento, garantizó el éxito en el derrocamiento de la dictadura.
Hay que tener claridad que hace cincuenta años, además de la opresión y las inexistentes libertades ciudadanas, uno de cada cuatro portugueses no sabía leer ni escribir, la mortalidad infantil era enorme (40 de cada mil bebés morían antes de cumplir un año) y, el agua por tubería no llegaba a la mitad de los hogares del país.
El Portugal de hoy, es un país desarrollado, con altos niveles de calidad de vida, sin embargo, al igual que en buena parte de Europa y el mundo, estos comienzan a disminuir, los índices de pobreza y desigualdad van en aumento, y la falta de oportunidades, especialmente para los más jóvenes, están haciendo mella en la democracia.
El histórico militante socialista, Manuel Alegre, señala que: “Con el rejuvenecimiento generacional, cada vez son menos los que recuerdan el “primer día, entero y limpio”. Las nuevas generaciones nacieron dando por sentada la democracia y ya no les importa recurrir a soluciones políticas de protesta que no valoran el legado de abril.”
Aquí es donde hay que llamar la atención, puesto que en buena parte del planeta sucede lo mismo, las nuevas generaciones dan por hecho que las democracias deberían proveerles las oportunidades para que pudieran progresar, y resulta que los gobiernos son cada vez menos eficientes en la solución de los problemas de las sociedades y en suministrarles servicios de calidad como educación, salud, acceso a vivienda, entre otros.
Estas nuevas generaciones, (generación X, millennials, o generación Z), pareciera que no tienen consciencia de los sacrificios, privaciones y penurias que pasaron las generaciones anteriores y el alto precio que pagaron para lograr un sistema democrático y un Estado de Bienestar.
Sin embargo, el estudio Eurobarómetro de febrero de este año, titulado “Retos y prioridades de la UE: la opinión de los jóvenes” plantea de manera clara los retos que enfrenta Europa, y Portugal no escapa a ello.
Señala el estudio que: “El 61 % de los jóvenes se muestra optimista sobre el futuro de la UE y el 60 % cree que la UE tiene un impacto positivo en la sociedad. Los jóvenes europeos asocian la pertenencia a la UE principalmente con la libertad de viajar y explorar otros países (39 %) y el acceso a programas y apoyos financiados por la UE (30 %).”
Ahora, cuando piensan en el futuro, los jóvenes europeos están más preocupados por el costo de la vida, el acceso a una vivienda, junto con los conflictos, la inestabilidad y la erosión de los valores democráticos y la paz, así como la estabilidad mundial.
De esa preocupación sale que casi cuatro de cada diez jóvenes europeos creen que la UE debería invertir más en vivienda asequible y apoyo al costo de la vida, seguido de educación, formación y habilidades blandas, salud mental y bienestar.
La gesta del 25 de abril, la “Revolución de los claveles”, fue un parte aguas en la historia de Portugal, sin embargo, a pesar de que se ha cumplido con las “Tres D: democratizar, descolonizar y desarrollar”, hay retos que se deben afrontar con urgencia, si no se quiere tener retrocesos democráticos como ya se ven en algunos países.
La desigualdad social y pobreza, ya alcanza a más del 20% de la población portuguesa, quienes viven en riesgo de pobreza o exclusión social, así como el desempleo y precariedad laboral, en especialmente entre los jóvenes, con una tasa de desempleo juvenil que supera el 20%,
La dificultad para tener acceso a una vivienda, es una realidad que esta destrozando sueños en los jóvenes y debe ser atendida, al igual que los otros retos con urgencia y eficacia.
25 de abril siempre, debe ser algo más que una simple consigna, debe ser un norte a seguir, un sueño en permanente construcción y las nuevas generaciones deben asumir el reto de continuar ampliando la democracia y el Estado de Bienestar.