Recién me he leído, como dice mis amigos transosmares, una obra de un autor norteamericano, Philip Roth, ganado de un Pulitzer, que se titula “La Conjura contra América”, y que se escribió y editó hace más de veinte años… Está relatada a través de los ojos del miembro más joven de una familia media/baja de extracción judía, en un barrio de asentamiento judío de cualquier población estadounidense… Ninguna cosa del otro mundo, si no fuera por un simple, pero importante, detalle: que es una especie de distopía de lo que hoy está ocurriendo allí, situada en tiempos de la II Guerra Mundial, pero escrita un par de décadas antes de la actualidad.
Y no es otra historia que la llegada a la presidencia del país, que es la mayor democracia del mundo, EE.UU., de un presidente que, si bien fue un héroe nacional de la historia de la aviación en ese país, Lindberg, aprovechándose de su fama y con la ayuda de oscuros intereses económicos, eclosiona como un sujeto calcadito al actual Trump: un nazi extremista, racista, misógino, totalitario y brutalmente enemigo de las libertades, que, actuando como tal engendro, se hace pasar por lo contrario: el adalid de la paz en el mundo, el defensor de sus dudosas libertades, etc… Incluso su lema político y principal, “América Primero”, coincide con la causal casualidad del actual Dónald, y no pato, precisamente.
Lo único que cambian son los escenarios de la obra, los hilos de la tramoya: su principal amigo y aliado es Adolf Hitler, y su principal enemigo, Rusia. Larvadamente comienza a producirse en ese país la persecución de los judíos que se estaba llevando a cabo en la Alemania del holocausto; la policía secreta (FBI) vigilando, siguiendo y acosando a los judíos norteamericanos, y una serie de anomalías que son copias exactas de las actuaciones trumpistas de hoy para con otras colectividades étnicas. Incluida la persecución de los jueces y medios de comunicación libres, y la suplantación por otros afines a él… Ya digo, tan solo cambia la época y los nombres, pero el desarrollo del guion es demasiado parecido a lo que está ocurriendo en la actualidad.
Incluso la novelada alianza de Hitler con Lindberg es demasiado similar a la de hoy de Trump con Putin, aún siendo “enemigos” en la Historia, con un reparto del mundo entre ambas potencias como fase final de esta “mise en scene”, como diría el fransuá, con los demás países y la Onu como meros espectadores del expolio mundial… Que en la novela de Roth cambien los peones con su aparente ideología, no quiere decir que cambie la situación de fondo. Es demasiado igual a lo que está ocurriendo en “la mayor democracia del mundo”, con pelos y señales, e incluso detalles, sin que pueda uno dejar de sentirse perplejo con el relato que la novela va poniendo ante los ojos del lector.
El único trastrueque de roles está en las ideologías: nazismo / comunismo / imperialismo / oligarquismo… En el fondo todas son iguales. Idénticas. Todos persiguen lo mismo: el acabar con la democracia y erigir en su lugar un absolutismo ilustrado en todo el mundo. Un Gran Hermano impuesto por la fuerza y por la ignorancia de la gente. Eso es todo. El propio Müsk, el hombre más rico del mundo y mano derecha del financiero Trump, dijo, vox et pópuli, que A. Hitler era un empedernido comunista, mientras alzaba el brazo en un saludo obscenamente fascista. ¿Qué más da?.. su contemporáneo Joseph Stalin lo era de todas todas, y hacía exactamente lo mismo, igual, de idéntica forma y manera ambos dos.
No existen diferencias en las ideologías, ni en las banderas, ni en los himnos, ni en los gestos… Solo existen en los hechos; son los hechos los que cuentan; lo que se hace y lo que se deshace; y el cómo, y el por qué, y el para qué se hace… En esa novela de Philip Roth también se relata la enorme polarización de aquellos EE.UU. de ficción, que hoy son pura realidad, donde la sociedad se divide en dos, incluso las propias familias se destruyen entre sí; división entre padres e hijos, entre hermanos. Vecinos contra vecinos…
Es cuasi exactamente la situación que se dio en Alemania entonces. Eso ya se sabía y pudo ser contado en la novela, por supuesto… Pero lo que menos podía imaginar nadie es que, tanto tiempo después, eso se fuera a dar en los propios Estados Unidos de América (también, si bien que larvadamente, se está dando en España, y en otros países de nuestro entorno); y mucho menos, que varias décadas antes de ahora, un autor reflejara en una novela, no lo que pasó, o lo que pudo pasar, sino lo que de nuevo está pasando hoy en la primera nación del mundo y pionera de la democracia… Conforme iba avanzando en su lectura me asombraba en detalles que hoy estoy leyendo y escuchando en periódicos y noticiarios como plena actualidad.
No es la primera vez que ocurre. Recuerden el sucedido del Titánic, como ejemplo. Fue novelado como relato de ficción sobre un barco llamado Titán, casi un siglo antes de que lo llamado imaginado se convirtiera en puñetera y exacta realidad… Eso añade más miedo, si cabe; es la repetición de lecciones no aprendidas y muchas veces antes advertidas. Una cosa es saber lo que pasó; otra, saber que volvió a pasar; y otra, constatar que está volviendo a ocurrir. Paso por paso. Relato a relato. Reviviendo lo ya vivido.
Rescato del New York Times lo que este rotativo dijo en su época: “Una excelente novela política. Siniestra, vívida, irreal, pero pavorosamente posible … pasas las páginas sin darte cuenta, asombrado y asustado”… Pues fíjense si era “pavorosamente posible” que está ocurriendo… otra vez, en otra parte, pero en el mismo mundo.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com