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Santa biblia

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Por: MiguelGalindo

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Todo el mundo sabe que la Sagrada Biblia es el libro más leído del mundo… La verdad es que yo no sé si es el más leído, pero sí puedo asegurar que es lo más editado y lo más vendido en el mundo. Porque una cosa es comprarla y otra leerla. En los países de estructura nacional-católica, como España, la Biblia fue de tenencia obligatoria y de querencia propiciatoria… La librería familiar nacida de mi abuelo, regentada por mi padre, mantenida por mí, y seguida por mi hijo, ya en la cuarta generación, siempre tuvo una buena reserva de Biblias en sus estanterías, desde las versiones más populares a las más aparentes y lujosas.

 Hubo una época, hará quizá 30 o 40 años, en que era de buen tono tener una Biblia encuadernada en buena piel de Ubrique, portada estampada con dorados, sobre un atril en un lugar destacado del hogar que bien se preciara. Fuera moda o veneración, aún falsa, o por resto totémico, no lo sé, el caso es que esa pieza de librería, tanto en los países católicos como en los de visage protestante, como los anglosajones, ha tenido un tirón espectacular en toda la historia de la misma.

Resulta curiosísimo que la Iglesia Católica, en su muy boyante Edad Media de ignorancia y desvergonzado comercio de reliquias y componendas, tuviese prohibido taxativamente que sus fieles leyesen la tal Biblia, a fin de que no interpretaran por libre, claro, y su férreo control sobre toda escritura y códice controlados desde sus monasterios; y en cuanto Güttemberg inventó los primeros arreos de la imprenta, y comenzó a escapársele el control, sí que se aseguró el monopolio exclusivo, económico y de negocio, de toda Biblia editada y vendida en todo el ancho mundo… Y eso, aún siendo un material cuya propiedad intelectual no es suya, y que, si acaso, es patrimonio cultural de toda la humanidad. Pero se lo ha apropiado como suyo. Con toda su santa jeta. Y sin pagar impuestos por el impostado carácter sagrado del invento.

Así que se ha convertido en el mayor negocio editorial del mundo y de la Historia, cuyos beneficios son incuantificables, dado que los copy right´s se diluyen en un oscuro entramado empresarial de Sociedades Bíblicas, registradas como “Organizaciones Cristianas sin ánimo de lucro”, que, según su propio enunciado, deberían difundir “la Palabra de Dios” sin obtención de beneficios, pero que, apropiándose de tales textos “sagrados”, los explotan como suyos propios, atando el monopolio a nivel mundial… El best seller´s más rentable en la historia del mundo, y encima sin ser de autoría propia. Prohíben la edición a cualquier editorial que no pase por taquilla, y demandan a las que se les ocurre intentarlo. Así pues, una vez eliminada cualquier competencia que no pague royalties, fijan e imponen los precios… nada baratos, por cierto.

En esta última observación, me acuso padre de verter mi deformación profesional. Y lo explico: Sabido es que el encarecimiento o abaratamiento de un libro va en relación a su mayor o menor tirada; a mayor tiraje, menor precio…Ítem más: todas las Biblias suelen ser una repetición del mismo texto, lo cual rebaja los costos “lo que no está en los escritos”, que así lo digo porque viene muy a cuento. Pues bien, las tiradas de cualquier Biblia de cualquier versión y/o editora son siempre de las más altas y amplias en proporción con cualquier otro libro. Por ende, una Reina Valera, una Nácar Colunga, o cualquier otra, su PVP es ostensiblemente superior al que debiera en buen sentido y lógica, naturalmente…

Así pues, y aunque pase desapercibido a la observación del pópulus, el negocio, urbi et orbe, de las Biblias, independiente de su interesado carácter sagrado o no, es uno de los mayores y lucrativos del mundo, del que la Iglesia Católica obtiene sus muy pingües y saneadas ganancias y beneficios, dadas, encima, sus exenciones tributarias, ya que suplantan, impunemente y deshonestamente, hasta su propia autoría… Sin embargo, para la gran grey creyente y tragante, este enriquecimiento ilícito tampoco supone motivo de escándalo… rectifico, no sea que quieran buscarme las cosquillas, y digamos moralmente ilícito.

No estoy poniendo en cuestión, naturalmente, su contenido… Para mí es un compendio de historias, leyendas y sabiduría antigua de gran valor cultural  histórico y filosófico, en el que eminentes investigadores (y curiosones como yo) han bebido a lo largo del tiempo. Confieso que es uno de mis libros de cabecera más asiduo, si bien que desprovisto del patronímico sagrado, y sin la literalidad que los exégetas confesionales y su caterva de fieles catecumenales exigen a su lectura… De hecho, entre sus páginas se encuentran multitud de contradicciones con respecto a la propia doctrina interpretativa y dogmática de la misma Iglesia.

Por supuesto, este análisis personal que hoy vierto en este artículo que toca, pasa desapercibido para el general del personal, toda vez que su interés ha sido dirigido a otros focos ajenos, previstos y provistos, y que son los del rebaño guiado y centrado en la unilateralidad de interpretación impuesta bajo carácter sacro… Lo demás ya es la ciencia y conciencia de cada cual, fray Pascual.

Hace algún tiempo, un visitante circunstancial que tuve, me dijo, de forma y manera ominosa por cierto, que si no creía con una fe ciega en que la Biblia está inspirada directamente por el mismísimo Dios, cometía un soberbio pecado difícil de perdonar. Uno de los peores… Bien, bueno, vale, pero si eso fuera así, lo crea yo o no, los derechos de autor los debería estar cobrando ese mismo Dios, ¿no?.. Consultemos a la SGAE, a ver qué dice de esto.

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