Sería imposible concebir la política sin la economía. Es tanto como decir que una no podría imaginarse al margen de la otra. Entre la economía y la política existe tal grado de avenencia, que resultaría difícil interpretar la naturaleza de un fenómeno político o económico sin la identidad funcional que categoriza ambas ciencias en un todo conceptual, metodológico y operacional.
Por tanto, es absurdo considerar a una por encima de la otra cuando sus implicaciones son incluyentes desde la dimensión de la univocidad. No hay de otra, por cuanto entre sus efectos se establece una conexión sólida, precisa y clara de manera que su vinculación hace que la inferencia de una complemente la respuesta de la otra.
Razones obvias
El pragmatismo sobre el cual se depara la movilidad de la economía y de la política, provoca la incubación de múltiples problemas. Lo peligroso, surge cuando la política es deslazada por la politiquería en una suerte de apuesta convocada por agentes de la improvisación, la charlatanería y de la ignorancia.
Y si bien estos hechos opacan realidades y excluyen actores dispuestos a arriesgar sus propuestas a favor del orden de procesos supeditados al comportamiento racional de la economía o la política, entonces no hay duda de que sus reacciones solaparían negativamente decisiones y procedimientos que, en su esencia, serían respetuosos de la naturaleza o condición de cualquier ciencia que refuerce planeamientos de otra. O que se complementen, como es el caso de la política y la economía.
En caso contrario, ello terminaría en un choque de conceptos y de operaciones que sólo traerían fuertes enredos capaces de alimentar y vigorizar el resentimiento y la ojeriza de hombres mañosos y malvivientes del poder político desde escaños de alto nivel.
Al cierre
A manera de ejemplo cabe aludir al caso penosamente representativo de dicha situación el cual es Venezuela. Vista desde la perspectiva de su gobierno. La politiquería asumida como eje de la gestión gubernamental, desmanteló la institucionalidad sobre la cual se edifica la relación política-economía.
La politiquería venezolana, así como puede ser en cualquier otro país embutido con el remoquete “socialista y antiimperialista”, no entiende de economía. Ni siquiera sus principios básicos. Menos los postulados pautados por la teoría económica. Tampoco quienes, desde el alto gobierno, actúan disfrazados de “economistas” pues ignorantes del funcionamiento de concluyentes preceptos que deparan la dinámica de la economía, autorizan cualquier dictamen que politiqueros ufanados de sabérselas todas, decretan.
He ahí la razón para comprender la gravedad de tan particular crisis. Más, toda vez que usurpadores de oficio creen que sus decisiones garantizarían el reacomodo del país en todas sus formas. Fundamentalmente, porque la politiquería no entiende de economía.