(@ajmonagas)
La TeorĂa de OrganizaciĂłn, al reseñar el carácter social que compromete sus implicaciones, habla de distintas maneras de adecuar las realidades. A dicho respecto, refiere el consenso, la educaciĂłn y la imposiciĂłn, como vĂas de análisis. Por su parte, la teorĂa polĂtica, considera sĂłlo dos caminos no del todo bien diferenciados: el de la polĂtica (como acuerdo) y el de la dominaciĂłn (como práctica de coerciĂłn).
La dominaciĂłn es simple, porque se trata de aplicar mĂ©todos que acuden a la violencia, a la represiĂłn, al anarquismo y a la fuerza. Y es porque la polĂtica es complicada por su misma forma de acordar los arreglos necesarios mediante la persuasiĂłn y el convencimiento. Sobre todo, cuando acude a actuar con la necesaria diplomacia. Especialmente, cuando pretende “construir” ideales que comprometen libertades, deberes, garantĂas y derechos. Todo, en el plano de la legitimidad que ordena el respectivo ordenamiento jurĂdico.
Del ejercicio de la polĂtica
De esa manera, el ejercicio de la polĂtica busca apoyarse en diferentes herramientas de lucha (polĂtica). Algunas, son consideradas como formas de organizaciĂłn popular. Otras, como lĂneas de movilizaciones. O diálogos tendentes a lograr conciliaciones o negociaciones, propias del activismo electoral. O sugeridas por presiĂłn internacional . O a consecuencia de la participaciĂłn de la ciudadanĂa.
A decir de las nuevas realidades, por lo general, plantean la negación e impugnación al militarismo. Sobre todo, si el mismo se inclina por rutinas de subyugación proclives a someter la sociedad civil a través de esquemas de dominación.
Todas estas modalidades de lucha polĂtica, son vinculantes e incluyentes con eventos que tienden a potenciar discrepancias, tanto a lo interno de los movimientos polĂticos organizados y activos, como en la relaciĂłn pautada con instancias de gobierno. Todos estos elementos configuran intrincadas ecuaciones cuyas variables hacen pesadas resoluciones ante conflictos de embergadura, vĂa “matemática polĂtica”.
En polĂtica ningĂşn instrumento debe dejarse a la suerte. Tampoco, cuestionar alguna de las herramientas basándose en reconcomios inducidos por improntas emocionales. O por consideraciones superfluas ocultas debajo de cualquier eventualidad polĂtica.
Consecuencias inadvertidas
Eso implicarĂa coadyuvar al debilitamiento y seguro fracaso de cualquier esfuerzo realizado como “excusa” para cimentar el camino de la polĂtica. Pues se queda en la mitad de algĂşn “desaguisado” que pueda aparecer imprevisivamente. Naturalmente, esta circunstancia provocarĂa incursiones salpicadas de violencia.
Ante la inminencia de realidades colmadas de violencia, sea ésta de cualquier tipo, estilo o práctica, resultará complicado evitar o detener conflictos surgidos bajo la égida de dichas provocaciones.
En medio de una situaciĂłn asĂ peligrosa, obligarĂa a cambiar la ruta de arreglo que pudo modelarse o diseñarse. Un problema de tan afrentosa magnitud, determinarĂa la imposibilidad de revertir la crĂtica situaciĂłn surgida. Y desde la perspectiva del desarrollo, no cabe ningĂşn argumento que convalide tan aventurado final.
Lo que deberá buscarse, será compactar las realidades con base en una propuesta viable de cambio. El objetivo acá, es propiciar razones que conduzcan a asegurar la gobernabilidad mĂnima-necesaria que contenga la capacidad de reunificar esfuerzos fácticos capaces de repotenciar patrones de acciĂłn en torno a estrategias de reacomodo. Estos, con la potencia suficiente para que de ello renazcan las libertades que debieron despejarse. Habida cuenta de su condiciĂłn de variables de la ecuaciĂłn arriba aludida.
Una acertada estrategia
El Ă©xito de la estrategia formulada, dependerá, exclusivamente, del modelo de organizaciĂłn social y de afianzamiento polĂtico adoptado de cara a las necesidades enfrentadas. Todas las herramientas de polĂtica antes aducidas, seran de intensa utilizaciĂłn.
ÂżPero quĂ© sobrarĂa en la estructuraciĂłn y articulaciĂłn de la estrategia asumida? Sin duda alguna, dos elementos. El primero, la suspicacia en el liderazgo contraĂdo. Hacerlo evitaria posibles confusiones, errores, traiciones, capaces de avivar conflictos esculpidos sobre emociones de equivocada sustento ideolĂłgico y operativo.
SobrarĂa tambiĂ©n el voluntarismo manifiesto (montado sobre la palabra vacĂa). De hecho, Max Weber, economista alemán, pionero de la sociologĂa, aludĂa a consideraciones de fundamental pertinencia ante situaciones de crisis. Hablaba de pasiĂłn, sentido de la responsabilidad y mesura. Las mismas, empleadas sin orden propio, sĂłlo animan confusiones emocionales lo cual enrarece la polĂtica como ejercicio ideolĂłgico.
A manera de conclusiones
Es asĂ que, en el fragor de situaciones peligrosamente comprometidas con la polĂtica, es factible que la mesura asociada a la pasiĂłn frĂa pudiera actuar como causa capaz de provocar la soluciĂłn que la crisis demanda.
Ello podria justificar la incidencia de nuevas realidades. Realidades distintas de aquellas que fijaron esquemas cerrados de vida polĂtica, econĂłmica y social. Explicaba Peter Drucker, quien fuera profesor de la Escuela Claremont de Postgrado, en California, EE.UU. que “(…) prueba de lo que está sucediendo, es el profundo sentido de irrealidad que caracteriza gran parte de la polĂtica y de la teorĂa econĂłmica de nuestro tiempo” De ahĂ que adquiere rezĂłn referir lo que compromete el advenimiento y consolidaciĂłn de nuevas realidades (polĂticas)
Palabras claves: OrganizaciĂłn, polĂtica, libertades, derechos, garantĂas, gobernabilidad, desarrollo, gobernanza, realidades, estrategia,