Todo ha cambiado, incluso las formas de hacer turismo. De hecho, los operadores, hoteleros, agentes gastronómicos y demás apuntan a la resiliencia. Es decir, a ser capaces de adaptarse, reconvertirse, reinventarse y diversificarse, con tal de dar el mejor de los servicios.
Esto es muy importante para que los destinos turísticos sean sostenibles, pero si los visitantes no se ponen en sintonía con quienes los reciben, la resiliencia no es integral y el resultado es mucho menos eficaz de lo que se podría esperar. Por ello es fundamental conocer algunas claves para ser un turista resiliente, especialmente en destinos de turismo ecológico.
El turismo ya no es como antes. Elegir un destino sacrificar la intimidad, la tranquilidad o el relax, a cambio de estar en un sitio de moda, costase lo que costase.
Sé respetuoso y simpático
Respeta las normativas, cuida de todo lo que te sea permitido disfrutar como si fuera tuyo, no tires basura, dirígete a los demás como quieres que te traten a ti, sé amable con toda persona con la que te cruces, recuerda que los gestos invitan a quien los ve a imitarlos: busca que los demás sonrían haciéndolo tú mismo.
Sé paciente y generoso
Estás de vacaciones, relájate. Es normal que tarden un poco en servirte, sé comprensivo, educado y valora que tus planes inmediatos son de ocio y no de trabajo. La generosidad no solo debe ser monetaria, recuerda que el elogio a un buen trabajo también aporta mucho.
Cuídate y cuídalo todo
No fuerces tu cuerpo más de lo que acostumbras. Si haces una vida sedentaria, no intentes correr varios kilómetros el primer día, porque podría ser contraproducente. Recuerda que estás allí para pasarlo bien, tú y los que te rodean. Cuida tu entorno, a tu familia y/o amigos, al personal que te atiende y el sitio en el que estás.
Sé feliz
Esa es la clave para ser un turista resiliente: ser feliz sin llevarse por delante nada ni a nadie en el camino. Disfruta, relájate y valora el esfuerzo ajeno. Si cuando te vayas te invitan amablemente a volver, lo habrás conseguido.