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Japón sigue dependiendo de la energía nuclear

Japón sigue dependiendo de la energía nuclear
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Tokio planea construir nuevos reactores más pequeños y prolongar la vida útil de sus centrales nucleares, como si Fukushima nunca hubiera sucedido.

El 11 de marzo de 2011, la costa este de Japón (a 372 km al noreste de Tokio) se vio sacudida por el que se conocería como el gran terremoto del Japón oriental (Tohoku), de magnitud 9,1, provocando un enorme tsunami con olas de más de 10 metros de altura. Fue tan fuerte que desplazó a la Tierra fuera de su eje.

Japón tenía 54 reactores nucleares al momento del terremoto, dos en construcción, y 17 centrales eléctricas que producían cerca del 30% de la electricidad del país (Organismo Intenacional de Energía Atómica OIEA, 2011).

Se estima que los daños materiales del terremoto en Japón y el tsunami tuvieron un valor de cerca de 25 billones de yenes (US$ 300.000 millones de dólares).

Este tsunami inundó y destruyó cuatro de los seis reactores de la central nuclear de Fukushima Daiichi, una de las mas grandes del mundo. Este accidente nuclear, el segundo más importante de la historia desde Chernóbil, provocó un rechazo generalizado hacia la energía atómica.

Este accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi, fue considerado por el OIEA como de nivel 7 —accidente grave— conforme a la Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos.

Más de 11 años después de la catástrofe, y a pesar de que Japón se encuentra en el llamado Anillo de Fuego – la línea de volcanes activos y frecuentes terremotos – Tokio volvió a comprometerse con la energía nuclear.

El primer ministro Fumio Kishida anunció que Japón reactivará hasta nueve reactores nucleares para este invierno y otros para el próximo verano, arguyendo la necesidad de asegurar el suministro de energía en el marco de la guerra en Ucrania y ayudar a cumplir los objetivos de Japón de cero emisiones netas.

Las propuestas a largo plazo anunciadas incluyen la ampliación de la vida útil de los reactores nucleares más allá de los 60 años actuales.

Japón no tiene ni petróleo ni carbón en grandes cantidades

El contexto ha cambiado. El suministro de gas a Asia ya era escaso el pasado invierno debido a la situación generada por la pandemia de COVID-19, y la crisis energética mundial disparó aún más los precios del gas natural hasta alcanzar máximos históricos, mientras los países asiáticos y europeos luchaban por asegurarse el suministro de gas natural licuado (GNL) como alternativa al gas de gasoducto ruso.

Detrás de la decisión japonesa está también la falta de recursos energéticos convencionales, como el petróleo y el gas. Japón no tiene mucho carbón ni petróleo, por lo que siempre ha importado un porcentaje muy elevado de su demanda energética, no solo de electricidad sino también de transporte y calefacción.

Antes de la fusión de Fukushima, alrededor de un tercio de la generación de energía de Japón procedía de la energía nuclear. En 2020, la cifra se había reducido a menos del 5%. Tokio ha fijado un nuevo objetivo para que la energía nuclear proporcione hasta el 22% de su suministro eléctrico en 2030.

Los límites de las energías renovables y la falta de terreno disponible para ampliar masivamente la energía hidroeléctrica, solar y eólica también explican el resurgimiento previsto de la nuclear. Aun así, el Gobierno elevó el año pasado el objetivo de las energías renovables en la generación de electricidad hasta el 36-38% en 2030, lo que supone duplicar la cifra de 2019.

Esta decisión de Japón forma parte de un giro global hacia la energía atómica, sumándose a las recientes decisiones de Polonia, República Checa, Gran Bretaña, Suecia y Francia. También está creciendo en Estados Unidos y otros países están construyendo sus primeros reactores, como Egipto, Uzbekistán y Filipinas.

De otra parte, Alemania sigue descartando la energía atómica. España y Suiza también han anunciado planes para dejar de generar energía nuclear durante la próxima década. Otras naciones como Australia, Austria, Dinamarca, Irlanda, Italia, Malasia, Portugal y Serbia siguen oponiéndose a la energía nuclear.

La Unión Europea determinó recientemente que la energía nuclear podría ser considerada como energía verde, para ayudar a desbloquear potencialmente miles de millones de euros de financiación de inversores con mentalidad ecológica.

Fukushima vs. Chernóbil

Según los expertos, este accidente no puede compararse con Chernóbil.

“Chernóbil, por ejemplo, ha liberado una gran cantidad de plutonio, americio. Tienen vidas medias de más de 20.000 años. De modo que Chernóbil estará contaminado para siempre. Fukushima es una historia completamente diferente. Debido a que Fukushima ha liberado solo pequeñas cantidades de plutonio, puede ignorarse, es insignificante. Lo que Fukushima liberó fue básicamente cesio radiactivo. El cesio-137 tiene una vida media de 30 años”, explica Georg Steinhauser, profesor de la Universidad Leibniz Hannover.

Desde el desastre, Japón ha cambiado sus normas de seguridad en sus centrales nucleares y ahora comparte su experiencia con el mundo.

¿Qué queda por hacer?

Christophe Xerri, director de la División de Ciclo de Combustible y Gestión de Residuos OIEA señala que “Todavía es un gran sitio en obras, la parte más difícil será retirar el combustible fundido, el corium. Seguirá siendo la parte más difícil y la que requerirá más tiempo”.

“Sobre la cuestión de si es peligroso o no el vertido del agua tratada, todos los reactores nucleares están autorizados a liberar pequeñas cantidades de radiactividad al agua y al aire, todo esto está sujeto a control normativo”.

“Desde entonces, se han hecho muchas cosas, empezando por las pruebas de estrés para reevaluar la seguridad de las instalaciones nucleares frente a eventos que son imprevistos y que vienen del exterior. Esta es una de las lecciones de Fukushima, que ha recordado que una central nuclear tiene que estar a salvo por dentro y por fuera”.

“El nivel de radiactividad en el aire se mide en tiempo real en varias partes de la ciudad. Para los demás elementos, se toman muestras de diferentes lugares, como suelo y agua. La frecuencia de análisis varía de una vez al año a una vez al mes”.

Excepto por el sitio de la central nuclear en sí, no hay más radiactividad aquí que en las principales capitales del mundo. La geología de Japón es por naturaleza menos radiactiva que la de otros lugares, y Chernóbil tuvo un gran impacto en Europa.

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