Por:Miguel Galindo Sánchez
miguel@galindofi.com
www.escriburgo.com
Hace tiempo escribí sobre el Tiempo… Ya saben ustedes, lo de que el “tiempo” como tal no existe; y que todo es un “contínuum presente”, como constató Einstein en su muy acertada Teoría de la Relatividad; y que tan solo es como una herramienta desechable. Y en nuestro actual estado evolutivo y todo eso… ¿se acuerdan?. Bueno, pues es que algunos unos y unas me pedían que hiciera el favor de ampliarlo con un poco más de información, que me lo agradecerían mucho y todo eso…
La verdad es que a mí no tienen que agradecerme nada. Yo solo sé lo que es, lo que siempre ha existido y de nuevo se va descubriendo, o mejor re-encontrando y esos conocimientos pertenecen a todo bicho viviente. No son míos. Por lo que no tengo ningún derecho moral a guardármelos para mí, ni ocultarlos a nadie que me los pida… Lo que puede pasar – y suele ocurrir – permítanme que sea sincero, es que no todo el mundo llega a entenderme, y entonces pasa lo que pasa: que me mandan a hacer gárgaras. Y no es suya la culpa, sino mía, que no sé vulgarizar mejor lo que quiero explicar. Ustedes sepan pues disculparme si no consigo hacerlo como es mi deseo.
Quizá nos ayude a entenderlo si le cambiamos el gráfico al símbolo del Tiempo… Veamos: nosotros lo solemos imaginar como una línea que transcurre de izquierda a derecha, ¿verdad?.. en la izquierda queda el “pasado”, en la derecha imaginamos el “futuro” y en el centro colocamos nuestro “presente”. Pues ahora intentemos representarlo como una línea vertical: arriba el pasado, al centro el presente y abajo el futuro, por ejemplo. O al revés, da igual. Pero, al tenerlo todo en nuestro centro visual, en el mismo eje central de visión, la sensación es que todo está contenido en el mismo plano, como todo ello a la vez en el tiempo… Y esa es la idea: que no son acontecimientos secuenciales, aunque así nos los parezcan, sino actuales.
La leche, ¿no?.. bueno, pues ese, precisamente, es el aspecto de la Relatividad einsteniana: como un paradigma vertical, con momentos, hechos y acontecimientos, “apilados” unos sobre otros que suceden a la vez en el mismo tiempo. Véanlo de otra manera: si nosotros estamos y vivimos “en” un mapa, no podemos ver todo el mapa, solo el punto donde nos encontramos, ¿vale?, pero sí nos elevamos a una dimensión superior al mapa, entonces lo vemos y captamos todo a la vez.
Vale. Aquí quizá me pillen en un renuncio: “te sascapao el futuro, tío listo”, se me argumentará. Y no, en absoluto. El futuro es tan presente como el pasado porque es una secuencia de una consecuencia: el presente es consecuencia del pasado, y el futuro “será” consecuencia de nuestro presente. Ley de causa y efecto… Para la “realidad absoluta” o plano superior, llámenlo Dios si se sienten más cómodos, todo queda registrado en un solo y mismo instante: el eterno presente, por lo que, aquello que nosotros llamamos futuro, que desconocemos, junto a lo que llamamos pasado, que conocemos, es un solo y único hecho que se va secuenciando en nuestro punto que vemos como presente… Se me dirá que, si soy tan chulico, que lo demuestre, que es lo que suelen decir los que todo lo demuestran a base de una inconcreta y poco sostenible “fe”… Yo no puedo, amigos míos, pero la Física Quántica, que es pura ciencia, sí lo ha demostrado.
Luego, hay algunos axiomas de una lógica acojonante, tan simples, que, como decía aquel arriero, pueden espantar a las bestias… Por ejemplo: el tiempo realmente existente es en el que estamos. No en el que estuvimos, ni en el que estaremos. Así que, si el tiempo marca nuestra presencia, tan solo existe como nuestro presente. Nosotros ni fuimos, ni seremos, tan solo somos. De ahí que se diga lo que afirmó en su día el tío Albert como un principio incuestionable… Y sí, ya sé, lo reconozco: a nuestra mente, acostumbrada a ser engañada por lo aparente y los embustes interesados, le cuesta trabajo digerirlo, lo entiendo. Pero así son las cosas.
Y los que las investigan, afirman que constantemente viajamos entre las realidades de esta esfera de tiempo, que no es tiempo, pero que nos parece tiempo, generalmente en nuestro espacio onírico, donde el subconsciente releva al timón al consciente. El conocido fenómeno por “Dejá Vú” es una de las maneras en que cobramos consciencia de todo esto.
La cuestión es que estas viejasnuevas realidades enlazan y contactan con antiguas teologías que lo confirman. Hasta tal punto que avanzan que el concepto “edad”, directamente relacionada con el tiempo, en consecuencia lógica tampoco existe, al menos literalmente hablando… Que el haber nacido, antes o después, a una determinada realidad física, es accidental, circunstancial, y tan irreal como el propio “tiempo” que la sustenta. Y que el concepto “edad” relacionado con las almas que nos viven (o que nos habitan) tiene que ver con el nivel de “conocimientos” acumulados, si acaso, y no con la medida de ningún reloj, ni calendario, ni número de arrugas. Tampoco se trata de “almas” viejas o nuevas, sino evolucionadas en un mayor o menor grado o nivel, puesto que la creación de todo, fuera “Fiat” o “Big Bang”, fué única, de todo y a la vez… Podríamos decir, a grosso modo, que todos lucimos distinta edad pero tenemos el mismo tiempo.
Creo que debo parar aquí… Podría seguir hablándoles de la sabiduría y la ignorancia, de la luz y la oscuridad, o de lo bueno y de lo malo, que son conceptos que elabora nuestras mentes, basadas en la experiencia relativa de lo que creemos que es nuestra existencia, pero lo vamos a dejar. Tan solo les diré que, según transcurre nuestra vida, nosotros solitos vamos cambiando las reglas, combinándolas, adaptándolas a nuestra realidad más o menos actual. A nuestra Realidad Presente. Nos fabricamos las herramientas con las que nos trabajamos a nosotros mismos (el tiempo es una de ellas) y así vamos…
Confío y espero que a los que me pidieron un bis de El Tiempo hayan encontrado algo que les sirva de algo – valga la redundancia – y que haya sido algo de lo que esperaban, aunque solo sea una parte de un poco. Entre la espantosa pesadez para unos y la sutil ligereza para otros, anda el fiel de la balanza. Búsquenlo… Al “solo sé que no sé nada” de Platón, otro que escuchaba, le dijo: “pues en la nada está el todo”, a lo que el filósofo le contestó: “cuánto más encuentro, más me falta por encontrar”… Pues eso.