Tal vez, los amables seguidores y los contradictorios lectores no lo crean, sin embargo, es así: este es el 3 artículo que escribo, para esta semana. Se trata que, he cambiado de tema, por cuanto cada vez, me parece más insólito, no el universo, sino el país en el que vivo.
Venezuela y sus bizarros e indecentes personajes, me crean una angustia existencial, inenarrable. Reflexiono, pienso y me doy cuenta: se perdió la decencia. Esto en cierto sector de los politicastros. Hace unos años, frente a ciertas acciones, de uno y otro lado, decidí que la nueva división que haría, ya no era entre explotadores y explotados, entre ateos y creyentes, entre feos y bellos, entre ricos y pobres, sino entre gente decente y gente indecente en todos los niveles y circunstancias. Esto, también se conjugó con la excelente definición de mi amado Diccionario Clave: La decencia es:” Honradez, dignidad o respeto a los principios socialmente aceptados”.
Me di cuenta que, en efecto, la gente decente, con la ideología que sea, las creencias que practique y la religión que profese, es la que ciertamente está del lado de la verdad, de la justicia, de la moralidad, la ciudadanía, la paz y el respeto al próximo.
Les cuento una anécdota, trágica, sin duda, pero considero que se puede extraer de ella algo pedagógico. Por eso, a pesar de que me toca en lo personal, la narro. Corría el año de 1961.
Las pasiones revolucionarias se habían incendiado como consecuencia de la revolución cubana y de su líder de entonces, el joven Fidel Castro. Mi padre Humberto Cuenca era el presidente del Comité de Defensa de la Revolución Cubana.
Los revolucionarios cubanos habían iniciado el viraje hacia el comunismo. Con gran sabiduría los dos Rómulo: Gallegos y Betancourt, se dieron cuenta de por donde iba el camino de la entonces victoriosa y hoy fracasada revolución, en la isla.
El escritor dijo, palabras más, palabras menos: “La revolución cubana escogió mal la ruta. Debe separarse del comunismo, si siguen esa vía, seguro les acarreará problemas y se frustrará ese gran movimiento”.
La izquierda radical en Venezuela, MIR, PCV y la izquierda de URD, se enloquecieron frente al planteamiento del escritor Rómulo Gallegos. Mi padre, hizo de vocero y lo contradijo al decir una frase, terrible. Esto ocasionó que, los amigos de Acción Democrática en el poder, lo llevaran a la cárcel. ¿Qué dijo Humberto Cuenca, para ser encarcelado? Algo más o menos así. “Es necesario señalar, que hay que saber morir a tiempo. Ha debido el escritor morir, antes de declarar contra la revolución cubana”. Nunca le perdonaron la frase, dicha en contra de nuestro más grande escritor. En la distancia puedo decir, el equivocado fue Humberto Cuenca, no el escritor, Rómulo Gallegos. Varias décadas después de la muerte de ambos, se supo el desastre de las revoluciones de orden socialista o comunista. Sin embargo, la frase es lapidaría y veraz. En efecto, la muerte puede salvar de un desastre a un líder. No puedo asegurarlo, pues de los muertos no es fácil hablar, pero conociendo, a mi padre, un hombre ético, correcto, legalista y democrático, me he preguntado, ¿qué hubiera hecho o dicho? No me atrevo a hacer una afirmación al respecto.
Al enterarse de los horrores cometidos, de los más de 150 millones de muertos atribuibles a los comunistas rusos, chinos, vietnamitas, camboyanos, cubanos, entre otros, para lograr la tal revolución, además del padecer al infinito, lo que ocurrió, por la falta de libertades, me cuesta trabajo pensar que hubiera seguido en esa corriente ideológica.
Por mi parte, con la libertad de consciencia y de pensamiento que tengo, producto de sus enseñanzas, (y como una forma para que mis hijos y nietos aprendan) dicho en repetidas oportunidades, “me regresé de la revolución, hace más de 40 años”. Ahora quiero rescatar la frase, repetirla y utilizarla: “En este histórico momento hay gente que ha debido saber morir a tiempo, antes de hacer el papelón, triste y lamentable, que han desempeñado en estos días sombríos, lúgubres, para algunos. Luminosos, esperanzadores, valientes, equilibrados y con la perspectiva del triunfo hasta el final, para la gran mayoría”.
Vivimos una época extraordinaria, que como muy bien ha dicho nuestra líder MCM, será estudiada en todas partes del mundo. Lo que ocurrió fue impactante, pero más impresionante todavía fue la acción ciudadana que respaldó la organización para lograr la prueba de lo que había ocurrido.
Hombres, mujeres, jóvenes y viejos, cultos e incultos, civiles y militares contribuyeron con su acción en esta extraordinaria jornada, para lograr tener las pruebas que el planeta entero exige.
El momento tenso, complejo, difícil. Me sirve, otra de las enseñanzas de mi padre, en esta sí, con toda la razón: “El que se mete en política tiene que ser valiente”. “Hay del cobarde en una situación difícil, se rinde, se doblega y no se puede confiar en él o ella.
Nunca se imaginó, que sería una valiente, extraordinaria, preparada mujer, candidata al Premio Nobel de la Paz, por primera vez, en Venezuela, quien lograría la unión, la acción, la comprobación y el cobro de las últimas elecciones.
Doy gracias a Dios, por haberme permitido vivir este momento maravilloso de unidad y convicción democrática, dando una lección a toda la región y al mundo, que lleno de esperanzas espera en Paz la consolidación de la democracia venezolana.
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