En su último informe, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático enfatizó la necesidad de tomar acciones urgentes.
El daño ocasionado por la crisis climática es ya inconmensurable y las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial han alcanzado niveles nunca antes registrados.
El momento de tomar acciones es hoy y ahora. Y durante los próximos 20 o 30 años estas medidas de reducción de emisiones deben continuar, aumentar y afianzarse si realmente queremos limitar el calentamiento global y mantenerlo 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Y de esa manera evitar que las consecuencias sean aún peores.
Las poblaciones menos responsables de esta catástrofe climática son las que se hallan en un estado de mayor vulnerabilidad. Ello implica que sufren las consecuencias de forma más aguda. Es imperativo que se les preste ayuda urgente e inmediata con el fin de que puedan recuperarse de los daños y pérdidas sufridos. Esta es una cuestión de justicia climática y equidad a la que los gobiernos y organismos financieros internacionales deben prestar atención inmediata.
La cumbre representó un hito político de gran fundamento, puesto que demuestra que existe una intención del colectivo mundial para acelerar la escala y el ritmo hacia una transición justa y hacia una economía resiliente al clima a nivel mundial, que se base en el empleo de energías renovables más equitativas.
Credibilidad
Los líderes de empresas, instituciones financieras, ciudades y regiones tienen que presentar planes de transición que se alineen con el estándar de credibilidad respaldado por la ONU, que fue presentado en el informe “La integridad importa”, por el Secretario General de las Naciones Unidas.
Este estándar de compromiso es el único que permitirá alcanzar la limitación del calentamiento global en 1,5 °C y se base en alcanzar las cero emisiones.
Exige una serie de objetivos para 2025 y 2030:
- reducción real de emisiones sin compensaciones
- compromiso de ejercer una defensa pública de la acción climática basada en la ciencia.
- planes de transición justos que permitan la eliminación gradual de los combustibles fósiles
Ambición
Antes de 2030 y según lo que se acordó en Glasgow, los líderes de todos los países y en especial los de los grandes emisores, deben presentar las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) actualizadas. Las mismas deben incluir:
- objetivos de energía renovable más ambiciosos
- compromisos con las cero emisiones netas actualizados
- planes de transición de energía que se comprometan específicamente a no aumentar el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas)
- compromisos con el Fondo Verde para el Clima
- planes de eliminación gradual de combustibles fósiles
- planes en todos los sectores de la economía sobre adaptación y resiliencia.
Además, de aquí a 2025, los principales emisores y, en particular, los gobiernos del G20, deberán comprometerse a presentar unas CDN más ambiciosas. Estas deben abarcar a todos los sectores de la economía, y tienen que incluir una reducción absoluta de las emisiones de todos los GEI.
Implementación
Los líderes del gobierno, instituciones financieras, organizaciones internacionales y regionales, la sociedad civil y el sector privado deben presentar asociaciones de implementación. Estas pueden ser nuevas o preexistentes. Pero deben asumir retos y oportunidades que se relacionen con la aceleración de la descarbonización.
La misma debe alcanzar a los sectores de altas emisiones (acero, energía, aviación, transporte, cemento). Y debe complementarse con esfuerzos que apunten a la justicia climática (implementar sistemas de alerta temprana, asumir pérdidas y daños, reformar del sistema financiero internacional, etc.).
¿Qué podemos aprender de la Cumbre sobre Ambición Climática?
El deseo del Secretario General de las Naciones Unidas, según su discurso en la Cumbre sobre Ambición Climática, es darle una nueva vida a la protección del clima. Pero después de tantas cumbres y COP, uno se pregunta: ¿se logrará algo?
“Una sola cumbre no cambiará el mundo”. Esto es lo que dijo António Guterres para cerrar su discurso durante la Cumbre sobre la Ambición Climática. Esa es una realidad irrefutable. Más, después de las innumerables y costosísimas reuniones que se llevan a cabo con la excusa de buscar soluciones al cambio climático.
Y es que ha habido docenas de estas grandes reuniones, en diversos lugares del mundo, durante las últimas décadas. Y el problema del cambio climático persiste, porque los resultados de estas cumbres no acaban de ser lo satisfactorios que se espera que resulten. Aun así, se podría decir que no son del todo inútiles, puesto que han puesto límites y problemas en evidencia y en el tapete mundial de las cosas por resolver.
Hasta ahora no han logrado resolver los innumerables problemas vinculados con el calentamiento global. ¿Pero qué pasaría si nunca hubieran existido? En 2010, las proyecciones climatológicas preveían aumentos de temperatura de casi 5°C para finales de siglo. Las últimas estimaciones quedaron en los 2,8°C.
Ya no hay más tiempo
El mundo entero y cada una de las naciones que lo componen está sintiendo los efectos de la actual crisis climática. Media población mundial habita en zonas altamente peligrosas, en las que los impactos climáticos amenazan sus vidas de forma inexorable.
De hecho, en las últimas 5 décadas casi el 70% de las muertes totales ocasionadas por desastres climáticos se produjeron en los 46 países menos desarrollados del mundo. Por ello, el momento de abandonar los combustibles fósiles y recuperar la calidad del aire, disminuir las emisiones de GEI y comenzar a mitigar el cambio climático eficazmente, es ahora.
Una Cumbre sin tonterías
Desde que anunció este evento, el titular de la ONU dejó muy claro que aspiraba a que esta fuese una “cumbre sin tonterías”, en la que no hubiera excepciones ni compromisos. En la que se combatiese el blanqueo ecológico o greenwashing, en la que no se permitiese reciclar declaraciones. Y en la que no se diese ni un paso atrás.
Ciencia y ambiciones limpias
Todas las resoluciones que se tomen deben estar asentadas en el consejo de la ciencia. No se puede actuar si no es sobre esa base. Las emisiones deben reducirse hasta eliminarse. Los combustibles fósiles tienen que desaparecer. Y la justicia climática debe prevalecer sobre los intereses económicos.
Justicia climática
Es imperativo ayudar a quienes padecen las consecuencias más desastrosas de la crisis climática, porque además son los que menos culpa tienen de las acciones que han desencadenado el cambio climático actual. Para 2025 se debe duplicar la financiación para la adaptación de esas naciones. Y para 2027 la protección contra los desastres climáticos debe ser significativamente mayor.