El calentamiento global y la actividad humana están provocando un deshielo acelerado que podría tener consecuencias catastróficas para el ambiente y la humanidad.
El permafrost es una capa de suelo permanentemente congelado que cubre aproximadamente el 24% de la superficie terrestre del hemisferio norte y que se encuentra en una encrucijada crítica. Este fenómeno geológico, que ha permanecido en un estado de congelación durante milenios, juega un papel fundamental en el equilibrio climático global.
El término permafrostproviene de la combinación de las palabras inglesas ‘permanent’ (permanente) y ‘frost’ (escarcha). Se refiere a cualquier suelo que ha permanecido a una temperatura igual o inferior a 0°C durante al menos dos años consecutivos.
Esta capa de suelo congelado se extiende principalmente por las regiones árticas y subárticas, incluyendo vastas áreas de Rusia, Canadá, Alaska y Groenlandia. Su espesor varía considerablemente, desde menos de un metro hasta más de 1.500 metros en ciertas regiones de Siberia.
No solo está compuesto por tierra, sino también por rocas y materia orgánica. Lo que hace al permafrost especialmente significativo es su contenido de hielo y materia orgánica congelada, como plantas y animales, que han quedado atrapados en un estado de conservación excepcional durante miles de años.
La importancia del permafrost abarca desde la regulación climática hasta la estabilidad del terreno en las regiones polares. Uno de los roles más cruciales del permafrost es su capacidad para actuar como un gigantesco almacén de carbono.
Se estima que el permafrost contiene aproximadamente 1.500 gigatoneladas de carbono, una cantidad que supera al carbono actualmente presente en la atmósfera terrestre. Este carbono se encuentra en forma de materia orgánica congelada que, si se descongelara, podría descomponerse y liberar dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4), dos potentes gases de efecto invernadero (GEI).
Una presión sin precedentes
Además, el permafrost contribuye a la estabilidad del suelo en las regiones árticas. Muchas infraestructuras, como edificios, carreteras y tuberías, están diseñadas para soportarse sobre suelo congelado. El deshielo del permafrost puede causar hundimientos y deslizamientos de tierra, poniendo en riesgo estas estructuras y las comunidades que dependen de ellas.
En Alaska, por ejemplo, se han observado daños en carreteras, edificios y aeropuertos debido al hundimiento del suelo. Las tuberías de petróleo y gas, vitales para la economía y el suministro energético, también están en riesgo.
El calentamiento global está ejerciendo una presión sin precedentes sobre el permafrost. Las temperaturas en el Ártico están aumentando al doble de la tasa global, y esto está causando un deshielo acelerado del permafrost, lo que supone implicaciones profundas y variadas.
El peligro más inmediato y preocupante del deshielo del permafrost es la liberación de grandes cantidades de GEI. A medida que el permafrost se descongela, la materia orgánica atrapada en su interior comienza a descomponerse, liberando CO2 y CH4 a la atmósfera.
Este proceso crea un ciclo de retroalimentación positiva: el aumento de GEI incrementa el calentamiento global, lo que a su vez acelera el deshielo del permafrost y la liberación de más gases.
El metano es particularmente preocupante debido a su potente efecto invernadero, que es aproximadamente 25 veces más fuerte que el del dióxido de carbono en un horizonte de 100 años. Incluso pequeñas cantidades de metano liberadas pueden tener un impacto significativo en el clima global.
Liberación de patógenos antiguos
Las comunidades indígenas que habitan estas regiones se enfrentan a desafíos adicionales. Su modo de vida tradicional, que depende en gran medida del entorno ártico, se ve amenazado por los cambios en el paisaje y la fauna. La pérdida de suelo congelado altera los ecosistemas locales, afectando la disponibilidad de recursos como el agua y los alimentos.
Otro peligro menos conocido pero potencialmente devastador del deshielo del permafrost es la liberación de patógenos antiguos. A lo largo de milenios, virus y bacterias quedaron atrapados y conservados en el hielo. Con eldeshielo, estos microorganismos pueden volver a la vida y representar una amenaza para la salud humana y animal.
Un ejemplo de esto ocurrió en 2016 en Siberia, cuando un brote de ántrax afectó a una comunidad de pastores de renos. Se cree que el brote fue causado por el deshielo de un cadáver de reno infectado, que liberó esporas de ántrax al ambiente. Este incidente subraya la necesidad de vigilancia y preparación para posibles brotes de enfermedades que puedan surgir del permafrost descongelado.
Dada la magnitud y la gravedad de los peligros asociados con el deshielo del permafrost, es crucial implementar estrategias de mitigación y adaptación, que deben abordar tanto la reducción de las emisiones de GEI como la adaptación a los cambios en las regiones árticas.
La reducción de las emisiones globales de GEI es esencial para limitar el calentamiento global y, por extensión, el deshielo del permafrost. El Acuerdo de París buscó movilizar a los países para que adopten políticas energéticas más limpias y eficientes. Sin embargo, los compromisos actuales no son suficientes para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5°C, lo que, según los científicos, subraya la necesidad de acciones más ambiciosas y rápidas.
Proteger a las comunidades indígenas
La investigación científica y el monitoreo continuo del permafrost son vitales para comprender mejor los procesos de deshielo y sus consecuencias. Las tecnologías de teledetección, como los satélites, y las redes de sensores en el terreno proporcionan datos valiosos sobre la dinámica del permafrost y ayudan a predecir los futuros cambios.
El Permafrost Laboratory de la NASA y el Programa de Monitoreo y Evaluación del Ártico (AMAP, por sus siglas en inglés) están trabajando para recopilar y analizar estos datos. Además, los modelos climáticos mejorados pueden ayudar a proyectar cómo responderá el permafrost a diferentes escenarios de emisiones.
En las regiones árticas, es fundamental adaptar las infraestructuras existentes y planificar nuevas construcciones teniendo en cuenta el deshielo del permafrost. Esto incluye el diseño de edificios y carreteras que puedan soportar el hundimiento del suelo y la implementación de técnicas de ingeniería para estabilizar las estructuras.
En algunas áreas, se están probando métodos innovadores, como la refrigeración del suelo mediante tuberías subterráneas que disipan el calor, para mantener el permafrost congelado. Aunque estas soluciones pueden ser costosas, son necesarias para proteger a las comunidades y las infraestructuras críticas.
Las asociaciones ecologistas insisten en que las comunidades indígenas en las regiones árticas deben ser incluidas en las decisiones y planes de adaptación. Su conocimiento tradicional y su relación estrecha con el entorno ártico pueden ofrecer perspectivas valiosas para desarrollar estrategias de adaptación culturalmente apropiadas y efectivas.
Añaden que las organizaciones internacionales y los gobiernos locales deben trabajar juntos para garantizar que estas comunidades reciban el apoyo necesario para enfrentar los desafíos del deshielo del permafrost, incluyendo la reubicación cuando sea necesario y la preservación de su patrimonio cultural.