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No hay movilidad sostenible sin energías renovables

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Se habla de movilidad sostenible, de descarbonización y de mitigación del cambio climático, pero ninguna de estas acciones será efectiva y eficaz, sino se cambia de una vez por todas la matriz energética.

La dependencia de los combustibles de origen fósil genera grandes cantidades de gases de efecto invernadero, entre los que destaca el CO2 (dióxido de carbono) y los tristemente célebres NOx (producidos por la quema de diésel). Además de un sinfín de partículas contaminantes de diverso tamaño, pero inmensamente dañinas.

En cuanto a la energía nuclear, está más que demostrado que resulta un auténtico fracaso, no solo a nivel económico (las inversiones iniciales y el mantenimiento son demasiado costosos). Sino también social, ambiental y tecnológico. Las fugas causan graves perjuicios de salud, las instalaciones son potencialmente peligrosas y generan residuos altamente radioactivos y casi imposibles de destruir.

¿Energía sucia o limpia?

Se denomina energía sucia a toda aquella que proviene de fuentes de generación contaminantes y limpia a la que lo hace de energías renovables. La movilidad sostenible solo puede ser alimentada por energías limpias, puesto que, si lo hace de las que contaminan el ambiente, no se podría calificar como sostenible.

Comprar un vehículo eléctrico o una bicicleta eléctrica y enchufarlas a una red que no estamos seguros de que provee un 100% de energía limpia hace que nuestra huella de carbono sea menor. Pero no es la forma más adecuada de alcanzar la neutralidad, que debe ser el objetivo de cada persona.

Movilidad eléctrica y tecnología en renovables

El camino hacia la imposición de un sistema de transporte más ecológico, respetuoso con el ambiente, eficiente, popular, eficaz y no contaminante, pasa por el empleo de fuentes de energía renovables para alimentar a los diferentes vehículos que compondrán el sistema de movilidad eléctrica y sostenible.

Los paneles solares inteligentes, la nanotecnología aplicada a las células fotoeléctricas, la proliferación de los parques eólicos marítimos, los aerogeneradores voladores, la tecnología de la IA y de la RA aplicadas a la geotermia, las mareas o las olas, aportarán al desarrollo de la movilidad sostenible.

El Gas Licuado de Petróleo no soluciona nada

Si bien cada vez son menos las voces que defiende el GLP como una alternativa de movilidad sostenible, todavía hay quienes creen que si reconvierten su automóvil actual de motor térmico, harán un estupendo negocio para su bolsillo y el ambiente. Craso error.

Es necesario saber exactamente cuál es la realidad del GLP. El Gas Licuado de Petróleo (que es un combustible de origen fósil, digan lo que digan) no es tan maravilloso como algunos lo pintan. Por lo que a la hora de plantearse un cambio hay que saber qué es exactamente lo que nos aporta y qué desventajas tiene.

Lo positivo es que efectivamente resulta menos contaminante (especialmente si se lo compara con el diésel). Y que es algo más barato que otros combustibles fósiles, dependiendo de las circunstancias de los países productores. Pero ahí se acaban las ventajas.

Para los automóviles antiguos, lo mas seguro es que el GLP no sea una opción viable. Los vehículos de alta potencia tampoco se pueden adaptar porque no se logran los niveles de homologación requeridos por la UE (la cantidad de gas inyectada no iguala a la de los demás combustibles). Y algunos modelos específicos tienen advertencias de fábrica, que avisan que una conversión implica riesgo de fallos.

A largo plazo se avecinan problemas mecánicos. Tras la conversión, un automóvil GLP puede sufrir varios problemas. El más común es el resecado de las válvulas y/o del asiento, debido a que las temperaturas que se generan en la combustión de este carburante son mayores. También se deben controlar la bomba, los inyectores de gas y el equipo GLP en general.

Dado que los depósitos de GLP son de plástico, no sufren procesos corrosivos, pero sumarán al menos 50 kg al peso total del vehículo. Y una vez reconvertido el automóvil para funcionar con GLP, no solo contará con sobrepeso, sino que tendrá una merma real del espacio útil del maletero. 

Puede que genere menos contaminación que otros, pero sigue siendo un combustible fósil. Por tanto, su combustión genera GEI, polución tóxica y partículas de diversos tamaños. Todo ello tremendamente perjudicial para el ambiente y todos los seres vivos (incluidos los humanos).

Así, si realmente queremos apostar por un sistema de traslado eficiente y confiable, el GLP no es una opción.

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