Es muy significativa la protección del gobierno de los Estados Unidos a cientos de miles de venezolanos, materializada en una extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS) por 18 meses para los llegados hasta el 31 de julio pasado.
Por una parte, concede tranquilidad a esos cientos de miles de connacionales que se encuentran en un limbo en el país del norte. Venezolanos que viven la zozobra de probables detenciones y sujetos a posibles deportaciones, sin permisos de trabajo y sin acceso a la atención de salud.
Por otra parte, es una señal del fracaso del gobierno de Caracas en proteger a los venezolanos, en cualquier parte del mundo donde se encuentren.
En el caso particular de los Estados Unidos, los venezolanos poco a poco se han venido quedando sin documentación venezolana. No existen hoy en día consulados abiertos en los que se puedan tramitar la renovación de los pasaportes, inscribir a los niños, y tener acceso a la protección consular.
Con la medida de ayer miércoles, ha sido el gobierno estadounidense quien se ha responsabilizado por los venezolanos abandonados a su suerte por los gobernantes de Venezuela.
No es nueva en la región esta política de abandono. En los años 60 del Siglo pasado, el gobierno comunista cubano impulsó el éxodo de sus ciudadanos, como una medida para establecer inicialmente un mayor control de la sociedad, primero, y luego para disminuir la producción de los bienes de la cesta alimentaria para darles de comer, después.
Así, el gobierno venezolano siguiendo el ejemplo que La Habana dio, se fue poco a poco deshaciéndose en sus manos de la responsabilidad de velar por sus ciudadanos.
Ahora que ha abandonado a estos compatriotas, ha sido el gobierno de los EEUU quien les ha reconocido su status. Entendiéndose que no les está regalando dinero, sino que les está reconociendo su condición ciudadana y la oportunidad de residir y ganarse su sustento legal y honestamente.