El presidente Kevin McCarthy está tratando de convencer a los republicanos de la Cámara de Representantes de que se unan y aprueben un proyecto de ley conservador para mantener abierto el gobierno federal.
Es un ejercicio casi inútil que podría ayudar a McCarthy a conservar su puesto pero que tiene pocas posibilidades de evitar un cierre federal. Cualquier cosa que propongan los republicanos de la Cámara de Representantes es casi seguro que será rechazada por el Senado, donde los demócratas y la mayoría de los republicanos quieren financiar el gobierno.
En una dramática señal de derrota el martes, los republicanos de la Cámara de Representantes incluso votaron en contra de su propio proyecto de ley de defensa. Durante una agitada votación vespertina, el proyecto de ley, generalmente popular, fue rechazado por 212 a 214, después de que cinco conservadores de extrema derecha ayudaran a hundirlo. Quieren ver un plan general de McCarthy.
McCarthy simplemente abandonó la Cámara. «Miren, lo único que aprenderán sobre mí: me gustan los desafíos, no me gustan los desafíos tan grandes, pero seguiremos haciéndolo hasta que podamos lograrlo», dijo McCarthy a los periodistas.
Con el tiempo agotándose, el Congreso enfrenta la fecha límite del 30 de septiembre para aprobar la legislación más amplia de financiación gubernamental y llevar un proyecto de ley al escritorio del presidente Joe Biden para que se convierta en ley. De lo contrario, Estados Unidos se enfrentará a cierres e interrupciones masivas del gobierno federal. Se archivaron los planes para otra votación el martes para avanzar en el proyecto de ley de gasto general.
“La pelota está en el tejado de Kevin”, dijo el representante republicano Ralph Norman, del Freedom Caucus.
La última propuesta de financiación del gobierno de la Cámara de Representantes, un compromiso entre miembros del grupo de extrema derecha Freedom Caucus y los conservadores más pragmáticos de Main Street, estaba casi muerta al llegar, y quedó vacilante incluso después de que McCarthy la cargara con recortes de gastos y prioridades republicanas en una política de seguridad fronteriza.
