La guerra de Ucrania generó una crisis energética histórica. En el camino, también disparó las renovables.
Al analizar las consecuencias derivadas de la guerra de Ucrania hay una que destaca de forma especial en el campo energético: el conflicto ha servido para impulsar la transición verde. Lo dicen varios estudios y la propia Agencia Internacional de la Energía (AIE).
La AIE dice que pese a la pugna a corto plazo por el suministro de petróleo y gas, la guerra iniciada en 2022 ha acelerado la transición energética. El período de intensa volatilidad en los mercados de combustibles fósiles provocado por la invasión de Ucrania por parte de Rusia aceleró el despliegue de una serie de tecnologías de energía limpia.
Sus técnicos recuerdan cómo, a modo de presión, en 2022 Moscú redujo los suministros de gas por gasoducto a la Unión Europea en cerca de un 80%, lo que dio lugar a fuertes incentivos políticos y de precios para que los inversores incrementaran el suministro de gas no ruso, construyeran infraestructuras alternativas y ampliaran las alternativas al gas natural. En el caso de la Unión Europea van más allá y subrayan que se están impulsando las renovables como parte del objetivo de descarbonización y para hacer frente a la perturbación del mercado causada por la invasión.
Lo que muestran los datos es un aumento considerable en la apuesta por las energías limpias. Al comparar las cifras de 2021 con las estimaciones para 2023, la AIE ha concluido que la inversión destinada a energías limpias se ha incrementado mucho más rápido que la dirigida a combustibles fósiles: un 24% frente a un 15%, para ser precisos.
La tendencia se explica por varios factores. Si bien el organismo incide en cómo ha influido la volatilidad de los combustibles fósiles desencadenada por la guerra, con la consecuente preocupación por la seguridad energética, a lo largo de los últimos años han intervenido también otros factores, como la inversión durante los períodos de bonanza económica, la apuesta de la Unión Europea o China por las renovables o la Ley de Reducción de la Inflación aprobada en 2022 en Estados Unidos de América.
¿Qué inversión se prevé para 2023?
Alrededor de 1,7 billones de dólares, según cálculos de la IEA, que incluyen lo que consideran «tecnologías limpias»: renovables, vehículos eléctricos, nuclear, sistemas de almacenamiento, combustibles de bajas emisiones, mejoras de eficiencia y bombas de calor. No está mal, si se considera que su estimación de inversión en energía es de unos 2,8 billones. «Por cada dólar invertido en combustibles fósiles, cerca de 1,7 se dedican ahora a energía limpia«, destaca Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE.
A modo de referencia, el organismo calcula que en 2023 se invertirán 380.000 millones de dólares en energía solar, lo que le permitirá superar por primera vez el gasto en petróleo. Eso no quita que los fondos para la exploración y producción del petróleo o gas sigan incrementándose. Lo harán, aproximadamente un 7%, en parte por el impulso de las grandes petroleras nacionales de Medio Oriente que prevén invertir este ejercicio más que antes de la pandemia del COVID-19.
Sin embargo, el informe de la AIE sobre inversión aporta más datos, pero sus conclusiones sobre el impacto de la invasión de Ucrania no son exactamente nuevas. Birol ya había adelantado que las energías renovables habían crecido un 25% en 2022 destacando el impulso experimentado por la transición energética con la guerra.
Además, señalaba cómo el conflicto ha llevado a muchos países a implementar políticas energética e industriales con las que blindar la seguridad del suministro y el cuidado del ambiente. A modo de ejemplo citaba la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense. Combinada con otras medidas, como la Ley Bipartidista de Infraestructuras, Washington confía en que le permita llegar a 2030 con una reducción sensible de sus emisiones: un 40% menos que en 2005.
También, la compañía BayWa publicó recientemente un estudio en el que también concluía que la guerra de Ucrania ha dado un impulso a la transición energética, aunque acompañaba esa idea de otra menos positiva: también ha motivado un más que probable retraso en la neutralidad en carbono.
Tras realizar un sondeo concluyó que el 47% de los líderes empresariales de Europa y EE.UU creen que se tardará entre dos y tres años más en alcanzar ese objetivo. Aproximadamente la mitad (53%) reconocía que el alza de precios de la energía había servido como aliciente en sus objetivos de sostenibilidad.
Palabras clave: Ucrania, crisis energética, energías renovables