Imaginar las ficciones que incitan ver las pompas de jabón flotar en el aire, rememora la gracia y fascinación que de niño animaba la alegría de verlas suspendidas o danzando ante los soplidos del viento. Sólo que de adulto y en el contexto de un país feamente arreglado sobre conjeturas, ficciones y frustraciones, la realidad resulta una equivocación aprovechada por gobierneros y empresarios impúdicos. Sin el menor sentido de las mentiras que pululan alrededor de esperanzas inventadas por esos personajes de marras.
Pero el problema de verse sometido al encierro en una burbuja inflada con aire expelido de pulmones cancerosos, no pareciera ser un lugar satisfactorio para apreciar la vida. Tampoco, es una buena oferta. Por el contrario, sería una gran decepción que causaría vivir bajo el influjo de tan contradictoria realidad.
Confunde entonces tomar la decisión de cuándo salir o escapar de burbujas tan difusas que limitan ver el mundo en su verdadera concepción. Es decir, verlo tal como es. Fuera de la burbuja aun cuando luce difícil aceptarlo. Aunque pareciera que no hay más opciones. Aun cuando sobra la resistencia como cualidad capaz de frenar tan detestable avance.
Sin embargo, hay gente enferma de ficciones que se inventan ellos mismos. Por ejemplo, quienes se ufanan de sentirse poseídos de pretensiones que sólo los lleva a creerse que viven en el interior de una espléndida realidad. Aunque tenga forma de burbuja. Sólo que cuando estalla o se desinfla, comprenden realmente que la vida no era la que suponían mientras disfrutaban las mieles del poder, del dinero o de los placeres mundanos.
Países extraviados
Precisamente, es el problema que afecta a países regados en la orbe de un socialismo salvaje y nauseabundo, tiene desorientados a muchos presuntuosos. El hecho de estar bajando la cerviz cada vez que la cúpula del autoritarismo dominante lo exija, es razón suficiente para seguir cayendo en la inmundicia de un foso colmado de estiércol con olor a ridículas presunciones militaristas con forma de ficciones engendradas por una economía malsana.
Importantes instituciones de sociedades situadas en terrenos de la hispanidad han advertido las consecuencias de vivir enganchado a parajes formulados por falsas burbujas económicas y comerciales. Lugares estos que intentan cambiar la imagen de país sucumbido por avatares de violencia en todas sus manifestaciones, por la de un país donde la felicidad dice tener tiene cara alegre. Pero realmente es de idiota y soso.
Con esa suspensión o burbuja compuesta de incredulidad, han querido retorcerle la cara a realidades contraídas por problemas de toda índole, como en efecto están viviendo algunos países del subcontinente. Los casos de Ecuador, Venezuela, Argentina, entre otros. Sus sistemas políticos pretenden utilizar el engaño de un aspirante a mago para hacer que aparezca de la nada una realidad inflada a punta de corrompidas piruetas financieras mediante casas, edificios y avenidas pintadas de los colores del arcoíris.
Tan frívolas burbujas que hablan de países que no existen, que son irreales. Por tanto, no podrán soportar el peso que los reclamos gravarán sobre las inmensas verdades. Verdades estas, sujetadas por el efecto político de la gravedad democrática.
Esas burbujas al servicio del servil acto de encaramar a modelos económicos enrolados por el socialismo utópico, en lo alto de niveles desde los cuales, escasamente, toda persona puede mirarse el ombligo. Es ahí cuando es posible dar cuenta que dichas realidades comenzaron a planear en un vacío sin rumbo determinado. Es decir, disparatadamente. Sin políticas públicas que ordenen las funcionalidades pertinentes a los problemas en curso. No obstante, las circunstancias obligarán la defunción y caída de las susodichas políticas toda vez que son vistas como recursos equivocados de medidas sociales y económicas absolutamente inconsecuentes.
Cualquier roce, por suave que sea, que podrían recibir dichas burbujas, resultará fatal. De no ser así, ascenderán sólo hasta las fronteras de un mundo invisible en donde se desvanecerán, de forma irremediable. Hasta ahí sería contada la historia de la volátil petulancia que están conllevando algunos países que por arrimarse al socialismo opresor, está creyendo que el desarrollo les llegará del Cielo. No terminan de comprender que son el resultado nefasto de incitado por las ficciones de la economía (socialista).
