Por: Orlando Goncalves
@OrlandoGoncal
El hoy expresidente mexicano López Obrador, terminó su mandato con el muy significativo promedio de popularidad del 60%, lo que le ha permitido llegar al fin de su mandato con más poder que cuando llegó en 2018, en el que, si bien consiguió la mayoría parlamentaria, apenas gobernaban en 4 estados, y hoy cierra su periodo con mayoría en parlamentaria y el control de 24 de 32 gobernaciones.
La pregunta que habría que hacerse entonces es ¿cómo lo logró?
Se pudiera analizar muchas variables, y sin dudas el poder político que logró acumular López Obrador será caso de estudio para académicos y consultores políticos, pero hay tres elementos que considero son claves.
El primero fue controlar la agenda mediática del país. Es decir, en México, los temas los ponía López Obrador todos los días, y la discusión pública giraba en torno a lo que había dicho o no había dicho López Obrador en las famosas mañaneras.
El ritual de las “Mañaneras”, las conferencias diarias que comienzan a las 7 de la mañana y se extienden por dos o hasta tres horas, de las que realizó 1423, y según diversos medios pudo llegar a pronunciar alrededor de 150 mil mentiras, falsedades o imprecisiones, las cuales eran transmitidas en vivo por YouTube y amplificadas por redes sociales y medios de comunicación, con lo cual López Obrador creó con ellas una enorme tribuna desde la que marcó la agenda y se aseguraba de que el debate girara en torno a él.
Esta estrategia y un hábil manejo del miedo, el escándalo, el drama, la indignación, lograba construir una realidad paralela en la que además de tener y usar sus propios datos (de allí el título de este artículo), y en adicional sustituía la evidencia por las emociones, conectando con sus seguidores, muchos de los cuales se transformaron en fanáticos, para los cuales la única verdad es la que decía AMLO.
Adicionalmente, utiliza su poder comunicacional, así como todas las redes de medios alternativos, y replicado por los medios tradicionales tanto para intimidar a los críticos, como para señalar chivos expiatorios, algo con lo que muchos de sus seguidores se sentían identificados. Los medios que criticaban, o desmentía e inclusive atacaban al presidente, de alguna manera le seguía el juego a AMLO, pues nuevamente la discusión giraba en torno a lo que decía o dejaba de decir este.
En seis años de su mandato no se produjeron grandes cambios estructurales, sin embargo, muchos mexicanos han visto mejorar sus ingresos y tienen más acceso a dinero, y aquí está la segunda clave del éxito de AMLO.
Además de la subida del salario mínimo sin precedentes, muchos mexicanos recibieron los beneficios de los programas sociales, y se estima que más de 42 millones de personas sea beneficiarias de los mismos. Entre estos programas están las llamadas “transferencias monetarias” (es decir, dinero en efectivo) las cuales aumentaron en promedio un 55%, y con ello el ingreso laboral promedio creció 24%, por encima de la inflación.
Estos apoyos han representado para mucha gente la diferencia entre ser pobre y ser miserable, y entendemos a profundidad esto, pues, la falta de dinero no solo limita su acceso a bienes materiales, sino que también los lleva a una sensación de desesperanza, a un estrés constante y una vida sin dignidad. Así que la pobreza puede tener un impacto no solo en lo material, sino también en el bienestar emocional y psicológico de las personas. Dicho de otra manera, para muchos mexicanos, al fin hubo alguien que se volteo a verlos, los reconoció y dignificó, con lo cual, AMLO se transformó en su héroe.
El tercer elemento a considerar es la ausencia de una oposición capaz de hacerle un contrapeso y desarrollar un proyecto político alternativo. La oposición nunca entendió que la decisión que tomaron los mexicanos en 2018 no solo fue elegir un presidente, fue castigar a toda una élite política y económica que ellos, los ciudadanos más desfavorecidos, sentían que había sido olvidados y humillados por estos.
La oposición durante los seis años del mandato de López Obrador, nunca comprendió que no podían atacarle, puesto que para muchos mexicanos él era su héroe, su vengador, y que en cambio si podían atacar la ineficiencia de la gestión gubernamental, y en paralelo presentar una visión de país que contrastara con la Cuarta Transformación que proponía AMLO.
Por el bien de México, ojalá la oposición se reinvente, pues los buenos gobiernos requieren oposiciones fuertes y comprometidas con los ciudadanos, con lo cual harán que el gobierno de Claudia Sheinbaum sea más eficiente y transparente.