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YA NO ES LO MISMO…

Miguel Galindo_heydiariodigital
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En principio surgían, perfectamente coordinados, si bien que cautelosamente camuflados entre las poblaciones autóctonas, en grupos de una o dos docenas; luego, conforme afianzaban su poder, las “raffias” ya eran de cientos… Vestían de negro y lucían unas muy pobladas y largas barbas. Estoy hablando del Siglo IV d.C. aproximadamente. Se organizaban para dar golpes concretos… Por ejemplo, en Palmira, cuna de las artes y conocimiento de las más antiguas civilizaciones, atacaron el templo de Atenea.

Derribaron la colosal escultura, ofendidos por su cincelada belleza y la cultura que suponía; la decapitaron, y se cebaron con su rostro a martillazos; destrozaron su magnífico casco, y luego separaron sus brazos y sus piernas hasta hacerlas pedazos, presos de un furor fanático y enloquecido… Solo algunas partes de la cabeza de la diosa fue cubierta, lenta y piadosamente en el tiempo, por las arenas del desierto sirio… Conforme ganaban fuerza y poder, aquel fundamentalismo hecho de odio y furia, pasó a más, hasta llegar a asesinar a cuántos no se plegaban a sus exigencias de credo, si bien su principal y más importante punto de mira fue el conocimiento y la sabiduría de entonces. Uno de los más claros ejemplos de su salvaje exacerbación reside en la figura de Hipatia de Alejandría, entre muchos sangrientos y desgraciados exponentes (véase Ágora, de Amenabar).

Estoy hablando de la verdadera y auténtica Historia. La genuina. Trato de los primeros “cristianos” oficiales; de la primera llamada cristiandad. De los que pasaron de perseguidos (¿?) a perseguidores, de mártires (¿?) a verdugos… Si me permito poner las interrogaciones es porque existen sobradas y razonables dudas de que, a posteriori, no se realizara un “constructo” más o menos artificial y exagerado por parte de la Iglesia, de puro maquillaje, para re-escribir esa historia, como siempre han hecho los vencedores, naturalmente… Luego, lo más aproximado a la verdad, siempre aparece en la distancia, con la debida perspectiva.

Es que no encaja que una civilización como la romana, modelo precisamente de tolerancia religiosa, en cuya cultura acogía libremente el culto a toda religión que se practicara en su imperio, desde los dioses del panteón egipcio al judío pasando por los griegos y asirio, incluso levantando sus templos en la mismísima Roma, no hiciera lo mismo con una nueva religión, que se empezaba a conocer como cristianismo. No encaja en absoluto… Sí que se sabe que, solo cuando Constantino concedió aparentemente exclusividad oficial a la cristiana, ésta empezó a imponerse bajo la coacción y la violencia. Y si digo lo de aparentemente es, al menos, por un par de cosas: porque está demostrado que la conocida por Acta de Constantino es una falsificación documental (no es la primera, ni la última), y porque practicó el arrianismo hasta el momento de su muerte, en la que dicen se convirtió a la nueva fe tras recibir el sacramente cristiano de la Extremaución. Nada menos.

Sin embargo, en este sutil, o nada sutil, cambio de comportamiento, es donde yo veo, precisamente, la mudanza de Iglesia Cristiana a Iglesia Católica… No fueron los primeros cristianos de la Iglesia de Jerusalén (Santiago) los que se comportaron así; sino los “segundos” y siguientes “cristianos” gentiles (después de Pablo), los que actuaron con la violencia destructiva de la que hicieron gala y han intentado tapar y disimular – ya que no se puede justificar – con su propio seminventado martiriológico, durante un par de milenios… En el intento de anulación de cualquier cultura que no fuera la católica o universal (es lo que significa), impuesta por el dogma. Fíjense bien que luego igual intervino la “asimilación” de las ajenas por parte de la propia.

Así que cuando veo ahora que los islamistas ortodoxos, por ejemplo, actúan de igual forma con respecto a la católica (la universal Ley del Péndulo) y observo el clamor victimario de la que hacemos gala los actuales “cristianos”, no sé si es la antigua Ley del Talión – donde las dieron que hoy las toman – o si es que aún no hemos asimilado el concepto de justicia universal, Ley de Causa y Efecto – que no es la de los hombres, ni por allá pasó… O quizá es que acaso aún seguimos queriendo engañar y engañarnos a los demás y a nosotros mismos. Lo veo sobre todo cuando algún crítico, o cualquier perfomance más o menos acertado o desgraciado, o simple tontolhaba, que se las da de humorista/artista, hace cualquier gilipollez con respecto a las creencias católicas, y la fina piel en que se sienten atacados y ofendidos, y cómo y de qué forma y manera responden a ello… Santo fariseísmo el suyo.

Yo siempre he creído – puede que esté equivocado – que los seres humanos deberíamos aprender de nuestras experiencias reflejadas en la Historia, que es la de nuestra experiencia colectiva… Pero veo que no es así, que seguimos empecinados en falsear las lecciones que deberíamos aprender, y aprehender; empeñados en mentirnos a nosotros mismos sobre nosotros mismos y a través de nosotros mismos; y en no reconocer que este jodido y sufrido mundo es el producto y consecuencia de nuestros propios hechos.

No es solo la Iglesia como institución humana, también son las naciones o cualquier organización social de poder establecido; cualquier estatus o patria… Lo que sí me sorprende, cuando no debería hacerlo, es que sean, precisamente, las religiones, las autollamadas a guardar la moral de la verdad y lo trascendente como valor intrínseco, las que más y mejor, y con mayor descaro, practican la hipocresía… Y no debería sorprenderme, ya que la más antigua sabiduría establece aquello de “cuánto más cerca se está de la verdad, más cantidad de mentira se esconde” (El Kibalión), y eso deberíamos de haberlo aprendido desde que el tiempo se hizo hombre y habitó entre nosotros… A lo mejor, es posible, puede que, al final todo sea eso mismo: cuestión de tiempo.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ /

info@escriburgo.com /

www.escriburgo.com

Durante 30 años fue vicepresidente de C.O.E.C.; durante 20 años Juez de paz; durante 15, Director de Caritas… Es autor de cinco libros. – Ha fundado varias ONG’s, y actualmente es diplomado en RSC para empresas; patrón de la Fundación Entorno Slow, y Mediador Profesional.

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