Por: Orlando Goncalves
@OrlandoGoncal
Vivimos tiempos convulsos, después de la pandemia los efectos sobre la salud mental aún perduran en buena parte de la población -en especial en los jóvenes-. También se evidencian exacerbados los conflictos geopolíticos, los riesgos del cambio climático, la crisis económica global, por solo nombrar algunos.
Adicional, un estudio de la Unicef revela que entre los jóvenes la ansiedad y la depresión representan más de la mitad de los casos diagnosticados en la región, que el 15% de los niños y adolescentes viven con trastorno mental diagnosticado, pero, lo más preocupante es que 10 adolescentes mueren diariamente por suicido en la región, siendo la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años.
Las generaciones Y o millennials y la Z no son ajenos a lo anterior. Por el contrario, muchos de estos temas son sus principales preocupaciones, según los resultados de la Encuesta Millennials y Generación Z 2022 de la firma Deloitte, estas generaciones luchan con preocupaciones financieras, el costo de la vida, dificultad para conseguir vivienda, el transporte, la búsqueda de trabajos más flexibles.
Adicionalmente se esfuerzan por impulsar cambios sociales desde las posiciones en empresas o en la comunidad, así como impulsar acciones para reducir el impacto en el medio ambiente dentro de las limitaciones a las que se enfrentan.
Lo anterior hace que estas generaciones del siglo XXI se sientan agobiados. Conforme al estudio mencionado, casi la mitad se siente estresada por la intensidad y las exigencias de su entorno laboral, autodenominándose “la generación deprimida” pues en ocasiones se encuentran sin motivación y con la sensación de que la vida no tiene sentido.
Para ellos las redes sociales se han convertido en un refugio para muchos jóvenes que se sienten mal y en parte gracias a ellas se desconectan socialmente. Sin embargo, son generaciones que no solo miran por ellos mismos, están preocupados por los problemas globales y buscan soluciones a los temas más urgentes como el feminismo, la eco-ansiedad, los derechos LGTBIQ+, la migración, entre otros. Es decir, son generaciones que se preocupan por lo global y sienten ansiedad por más cosas que las individuales.
En definitiva, son un conjunto de personas marcadas por la injerencia de la Internet, forma parte de su ADN, pues está en sus casas, en su educación y en su forma de socializar, y son los que dan más resonancia a las causas sociales. Adicionalmente les gusta obtener lo que desean de forma inmediata, lo cual en buena medida ha sido propiciado por el mundo digital en el que están inmersos, y su estilo de vida también está marcado por los youtubers e influencers.
No se nos olvide que tienden a ser multitarea, pero su tiempo de atención es breve, tal vez por eso actúan rápidamente y con independencia, y se identifican como consumidores exigentes. Definitivamente ellos ocuparán puestos de trabajo que hoy en día aún no existen y que ellos crearán.
En la diversidad social actual del mundo, las generaciones Y y la Z son las más preponderantes y se calcula que representan el 27 y el 32% de la población mundial, respectivamente, es decir, ya son mayoría.
Se preguntarán ¿para qué analizamos el tema anterior en el ámbito de la política? Fácil, el panorama anterior ratifica que en una campaña electoral la segmentación del electorado es fundamental, así como el estudio en profundidad de cada segmento de la población, puesto que tantos sus intereses como prioridades son distintas, con lo cual no es posible conectar con un mensaje genérico. Debe existir en el mensaje conectores específicos para cada target, para tocar acordes sensitivos que estimulen a cada elector y que volteen a ver al candidato o candidata.
Entonces, cuando vemos campañas haciendo lo mismo que se hacia hace 15 o 20 años, es claro que siguen sin entender que el mundo, la sociedad, la política y la comunicación política, cambiaron y siguen cambiando.
Conquistar los votos Y y Z, es una labor de inteligencia, pues que, entre la desconfianza a los políticos, la apatía por la política, sus intereses y prioridades tan distintas a las de otros segmentos poblacionales, no es cualquier campaña la que logra conquistar esos votos.
Lo hará quien estudie e investigue en profundidad a cada fragmento electoral para desarrollar una estrategia que logre producir un mensaje lo suficientemente poderoso para activar la emoción dentro de los Y y Z, y que sientan esa propuesta política como una de sus causas y los movilice a votar.