El dilema de los ecocidios y otros impactos negativos a la naturaleza siguen en crecimiento en Venezuela, clamando por un cambio en polĂticas pĂşblicas para contrarrestar el incremento de ataques contra los recursos naturales nacionales.
Buscar soluciones continúa siendo una de las tareas del proyecto La Nota Ambiental. En esta oportunidad se resume la entrevista realizada el 27 de octubre por la periodista Marlene Castellanos al doctor Arnoldo Gabaldón Berti, primer Ministro del Ambiente en Venezuela en el año 1978, quien señaló con preocupación que aparte de las transgresiones a la naturaleza cree que lo más grave que hay es la desinstitucionalización que ha habido en el área ambiental.
Considera que se han creado otros organismos y extensiones que han eliminado potestades al Ministerio del Ambiente y que han negado el trabajo de personas capacitadas en el área. “VenĂamos construyendo nuestras instituciones, con sus leyes y cĂłdigos, pero eso se ha venido abajo”, indicĂł.
Semanas atrás, el Grupo Orinoco, coordinado por GabaldĂłn Berti, presentĂł un reporte con los recientes ecocidios en parques nacionales venezolanos y otras áreas protegidas. Resaltan las invasiones que, como afirma el investigador, en muchas ocasiones son promovidas por el Estado. “El arco minero en BolĂvar aumentĂł su actividad y vinieron prácticas como la deforestaciĂłn, incendios y erosiĂłn. Venezuela actualmente es el segundo paĂs con más superficies deforestadas por habitantes en AmĂ©rica Latina”.
Este impacto ambiental tiene consecuencias en la salud pública, que el entrevistado no vaciló en exponer. “Hemos visto repuntes en enfermedades como la malaria, cuando décadas atrás estaba prácticamente erradicada”.
Reconoce la labor de las universidades en materia de investigaciĂłn. Hasta los años ochenta, el mayor volĂşmen de estudios en este sector provenĂa de entidades pĂşblicas en los Congresos Venezolanos de EcologĂa. “Es un cambio importante, pero hoy en dĂa vemos una aniquilaciĂłn contra las universidades autĂłnomas, lo cual limita su capacidad de investigar”.
GabaldĂłn Berti, quien pertenece a la Academia de IngenierĂa Ambiental y Sanitaria, lamenta este tipo de agresiĂłn contra el pensamiento. “Hemos visto la caĂda drástica de investigaciones efectuadas desde estas instituciones, en parte gracias a un presupuesto pulverizado. La Universidad de Los Andes, una de las más prolĂficas en publicaciones de revistas indexadas, ya no tiene la misma producciĂłn. El hecho es que sĂłlo recibieron ciento cincuenta dĂłlares para esta tarea en todo el año”.
A esto se suma el problema del vandalismo. Muchas denuncias revelan sustracción de equipos de laboratorio, computadoras, microscopios y otros materiales vitales para estos estudios, lo cual dificulta más cualquier búsqueda de nuevo conocimiento.
Esta devaluaciĂłn y devastaciĂłn no sĂłlo se presenta en el nivel superior. “TambiĂ©n llama la atenciĂłn un análisis efectuado por la Universidad CatĂłlica AndrĂ©s Bello sobre la calidad de la educaciĂłn secundaria. Se efectuaron estudios a miles de muchachos en áreas como capacidad lectora y razonamiento matemático, arrojando Ăndices muy bajos. ÂżQuĂ© paĂs se recupera con el proceso de enseñanza de esta manera? ÂżCuánto tiempo nos toma recuperarnos?”
Cuando desempeñaba el cargo de ministro, GabaldĂłn Berti estuvo involucrado en un proyecto que dĂ©cadas despuĂ©s se verĂa materializado en la Ley de Aguas. Lo considera un instrumento muy bueno, elaborado por personal competente, pero que no se ha instrumentado en lo absoluto.
“Si buscamos en los registros a quienes gerencian las hidrológicas, encontramos a personas que no comprenden la complejidad de esta tarea. Si evaluamos el funcionamiento de los acueductos de Venezuela, el retroceso es notable”.
Un aliado importante para la bĂşsqueda de respuestas es la presentaciĂłn de nĂşmeros y estadĂsticas oficiales sobre ciertos tĂłpicos de urgencia. Pero esto, de acuerdo con el acadĂ©mico, el Gobierno no ha hecho en años. “¿QuĂ© puede uno concluir? QuĂ© no quieren ofrecer informaciĂłn que pueda servir para evaluar su gestiĂłn”.
Esto tambiĂ©n se aplica a proyectos de energĂa alternativa que se han planteado, pero en Venezuela no se ha adoptado esta filosofĂa a cabalidad. “Hubo un proyecto de instalar unos rotores en FalcĂłn, pero nadie sabe que pasĂł con esa inversiĂłn”.
No se puede repasar o indagar sobre estas iniciativas, pues no hay forma de acceder a datos oficiales.
Más allá de otros factores contaminantes y destructivos, otro elemento de preocupación es la resignación del ciudadano a no actuar. “Es una condición derrotista muy peligrosa. La gente se acostumbra y acepta esta condición como si fuera irreversible”.
Una de las respuestas a este clima es retomar el diálogo con las instituciones destinadas al estudio y planteamiento de soluciones.
“Las academias son instituciones formadas por el Estado. Están para asesorar a los funcionarios y gobernantes en estos temas, pero deben acudir a las reuniones y escuchar nuestras ideas. Los invitamos pero no asisten”.
TambiĂ©n debe cambiar la intervenciĂłn del paĂs en actividades internacionales. “En conferencias sobre el cambio climático, la postura de los delegados del gobierno nacional es responsabilizar a los paĂses capitalistas, pero no hay ningĂşn aporte. No se ofrece otra visiĂłn”.