La madera muerta de los árboles dentro de un bosque es un refugio de vida, un escondite y alimento para hongos, insectos y otros animales claves.
El proyecto europeo BioAgora, ha presentado un informe síntesis “Deadwood and Fire Risk in Europe”(en español: Madera muerta y riesgo de incendio en Europa), en el que concluyen quela madera muerta de grandes dimensiones en los bosques europeos es un factor poco relevante por el riesgo de incendio pero muy valioso por el mantenimiento de la biodiversidad.
Además, el estudio argumenta que, aunque la madera muerta puede representar una parte del combustible disponible para quemar durante un incendio forestal, es una madera poco inflamable que no necesariamente incrementa el riesgo de incendios forestales.
En cuanto a los ecosistemas mediterráneos, el informe alerta de que hay poca madera muerta de dimensiones relevantes en esos bosques, por lo que no es un factor de riesgo de incendio significativo. Y que, en cambio, habría que aumentar su cantidad para mejorar la biodiversidad y tener bosques más sanos y resilientes. De hecho, según el informe, los troncos más gruesos pueden incluso aumentar la humedad del suelo y llegar a dificultar la propagación del fuego de superficie.
Claves para tener bosques sanos
El informe, que ha contado con la colaboración del Centre de Ciència i Tecnologia Forestal de Catalunya (CTFC), diferencia la madera muerta gruesa, poco inflamable y que quema lentamente y que es clave para tener bosques sanos, de la madera muerta fina, ramas y ramitas, poco relevantes para la biodiversidad y que sí podría tener un papel más relevante en la ignición y propagación de incendios.
El fuego tiene un efecto que proporciona una buena diversidad de hábitats esenciales durante períodos relativamente largos, actúa como una vacuna por los grandes incendios forestales.
Recuperar los procesos naturales como el fuego
El informe realiza una serie de recomendaciones adaptadas a diferentes escenarios. Por ejemplo, en áreas con alto riesgo de incendios recomienda que se realice una gestión forestal específica para prevenir la propagación de incendios forestales o recuperar los procesos naturales como los incendios de baja intensidad que actúen en la misma dirección.
Los pequeños fuegos controlados serían una herramienta efectiva para reducir el riesgo de incendios graves a la par que se favorece la biodiversidad. En estas quemas se consigue reducir la carga de combustible, especialmente los restos leñosos finos, y la creación de líneas que rompen la continuidad forestal. El fuego tiene un efecto que proporciona una buena diversidad de hábitats esenciales durante períodos relativamente largos, actúa como una vacuna por los grandes incendios forestales.
Otro escenario se daría cuando hay grandes superficies de bosques afectados por perturbaciones (tormentas de viento, plagas o nevadas húmedas), donde de forma extraordinaria y por razones sanitarias, de uso público o para reducir el riesgo de incendios, sea necesario actuar sobre la madera muerta, concluye Eduard Planas, investigador del CTFC y revisor del informe.
Protectora del bosque mediterráneo
Los sistemas forestales de la cuenca mediterránea son pobres en nutrientes y sufren frecuentes sequías. En este marco, existe un amplio consenso científico y técnico que apuesta por mantener parte de la madera muerta en el bosque para mantener los bosques en un buen estado de salud y hacerlos más resistentes al cambio climático. Por un lado, porque la madera muerta es el hábitat de muchas especies y, por otro, porque aporta humedad al suelo, permitiendo que prosperen muchas formas de vida y que no se evapore tanta agua.
El bosque mediterráneo es uno de los más propensos al riesgo de incendio. A la vez tiene una larga historia de gestión forestal intensa que ha hecho que hoy en día haya muy poca madera muerta de grandes dimensiones, lo que hace que no se pueda considerar un factor de riesgo de incendio significativo.
Y, en cambio, sí un elemento poco favorable para conservar la biodiversidad. De hecho, el informe menciona que el mayor riesgo de incendio de los bosques mediterráneos lo está provocando el aumento de la continuidad horizontal y vertical de la masa forestal, provocada por la disminución de la gestión forestal y el silvopasto durante muchos años.
“Esta situación actual de las masas forestales mediterráneas puede verse alterada por los episodios crecientes de plagas, sequía o tormentas. Fenómenos que pueden aumentar de manera puntual la presencia de madera muerta en el bosque. En estos casos hay que valorar actuar para extraer la madera muerta, especialmente la más delgada”, recalca Josep Maria Espelta.
Decisiones basadas en la ciencia
Este informe nace de la confluencia entre el proyecto Bioagora y el Knowledge Centre for Biodiversity (KCBD) para mejorar el conocimiento, facilitar su intercambio y fomentar el diálogo político y la toma de decisiones de la UE sobre biodiversidad. El CREAF, como miembro de este proyecto europeo, y junto con el CTFC como coordinadores científicos del Observatorio del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, están haciendo una apuesta decisiva por participar en estos servicios de asesoramiento que se están pilotando a nivel europeo.