“Soy rebelde porque el mundo me hizo así…” primera estrofa de una vieja canción que solía entonar en mi lejanísima juventud.
En efecto, mi naturaleza me impulsaba siempre a la rebelión, hasta que me casé y tuve hijos ¡Gracias a Dios! Sin embargo, estaba “enloquecida de juventud” El mundo se presentaba a mi disposición. Creí poderlo todo.
Cuando de jóvenes rebeldes se trata-obviamente- me intereso. La rebeldía verdadera es válida, mientras la manipulación politiquera: resulta dañina para todos y peor para jóvenes rebeldes.
Algunos no saben para donde van, ni lo que quieren. Muchas veces utilizados por la mente perversa de dirigentes adultos, con “agendas ocultas” que solo ellos conocen. Grandes manipuladores y usurpadores de la confianza juvenil. Otros, con malas mañas aprendidas en “partiduchos”, creados con fines politiqueros, para engañar a incautos.
La perorata viene al caso por una serie de acontecimientos ocurridos recientemente en la UCV.
Ciertos estudiantes han tenido una conducta, que por lo menos se puede llamar: extraña.
¿Por qué?
Primero, el intento de unos jóvenes para “pedir que les fuera devuelto un local que les pertenece en el espacio de la Universidad, concretamente en la Federación”.
El local había sido devuelto a tiempo. Se cumplió lo acordado con las autoridades. ¿Los pretendidos “tomistas” no indagaron lo que ocurría?
Lo segundo que llama la atención: ¿por qué no intentaron conversar con el Rector? Ha demostrado, con hechos y palabras, es persona dialogante.
Finalmente, frente a la realidad de los hechos se retiraron. No hubo tal toma.
No hay repuesta para las preguntas que nos hacemos.
En voz baja se afirma,” los manipularon”. La semana siguiente a lo narrado, se presenta otra situación conflictiva, en la Escuela de Comunicación Social.
Intentaron tomar el Consejo de Escuela con el argumento que no hay una efectiva rendición de cuentas por ingresos del Curso de Locución.
La directora tiene 3 meses de haberse encargado y ¿a ella le quieren hacer una toma, supuestamente, por años sin rendición de cuentas? ¿Qué les pasa? ¿Hay una agenda oculta?
Llama la atención: si son sinceros tienen un nivel de desinformación impresionante sobre lo que ocurre en el “campus” universitario. En este país si bien hay censura, también se lucha por la Libertad de Expresión y se logra saber lo que pasa. Sin embargo, los jóvenes ¿rebeldes? no tienen disculpa al actuar, de esa manera, desordenadamente. ¿Están desinformados? grave ese nivel de desconocimiento, sobre hechos y sucesos, que ocurren en su entorno cercano y cotidiano.
Deberán recordar que, en el proceso de toma de decisiones resulta imprescindible la comunicación e información, más si se trata de una decisión de carácter político en el ámbito de la academia.
¿Cómo es posible que se lancen a una toma, con dirigentes de las organizaciones estudiantiles, sin saber cómo están las cosas? No tienen disculpa.
Con los procesos vividos, actuar en forma irracional o “medalaganaria” no se entiende, menos se justifica. ¿Provocación, manipulación, desinformación? O, ¿todas las anteriores? Hay errores que no se justifican.
¿Conocen la obra del filósofo Ludwing Wittgenstein? Dijo: “De lo que no se sabe, no se hable”.
Insistió en la necesidad de indagar sobre los diferentes temas antes de expresar opinión o parecer. ¡Imagínense al actuar! Me lo digo a mí.
Quiero transmitirlo a los jóvenes revoltosos, llenos de energía juvenil, de ideales, tal vez no muy correctos, pero ellos creen, son ideales.
Cuando se es joven, todo parece lento, demasiado calmo, para la necesidad de actividad rápida, audaz, a veces violenta.
Sin embargo, los años nos hacen ser cautos. Sabemos que la vida no es lo que queremos, y que “las cosas son como son”, no como queremos que sean.
Es un importante y gran aprendizaje.
A veces los cambios que queremos hacer afuera, son motivados por la necesidad de hacer cambios en nuestro yo interno. Parece menos riesgoso empeñarse en cambiar el mundo de afuera que el mundo interior. Hay miedo a sufrir. El sufrimiento hace crecer. Tendremos que aceptarlo. Negarse a sufrir es de alguna manera negarse a crecer. Dramas personales, de la infancia y la juventud, tienen que trabajarse y superarse. Sí hay que reeducarse. De allí el famoso libro del gran psicólogo, Carl Rogers: “El Proceso de convertirse en persona”.
En efecto, muchos se quedan como entes, no llegan a personas. Así como, el crecimiento biológico y cronológico- casi siempre- ocurre de forma continua y natural, el crecimiento emocional requiere de gran inversión de tiempo, de esfuerzo, de dinero y muchas veces de, interminables horas de terapia.
Las personas que crecen solas, emocionalmente, son excepcionales. Mucho dolor, mucha consciencia, dedicación y decisión son requeridas para salir de esos túneles oscuros formados muchas veces en la temprana infancia, la infancia y hasta la adolescencia.
Ya he escrito sobre la trascendencia de los griegos; ésta, otra demostración de lo fundamental de sus aportes a la humanidad, al recordar la antigua sentencia del mundo antiguo, a las puertas de la academia, vigente como nunca: “Conócete a ti mismo”. ¡Entenderlo! ¡Aplicarlo! ¡No olvidarlo! Particularmente: al ser joven e irreflexivo.
PD: Algunos siguen buscando “encender la pradera” al interior de la UCV. ¡Cuidado! No jueguen con candela.