La urbanización acelerada está agravando los desafíos de gestión del agua para muchas ciudades en el mundo. La gestión de los recursos hídricos requiere nuevas soluciones para contrarrestar los crecientes desafíos de la disponibilidad de agua, derivados del aumento de población en áreas urbanas y del cambio climático.
El concepto de “ciudad esponja”(sponge city) representa un ejemplo de soluciones basadas en la naturaleza. Aprovecha la infraestructura urbana verde, desde la revegetación de superficies impermeables hasta los techos verdes y humedales construidos, para dar resultados positivos en términos de disponibilidad de agua, calidad y reducción de inundaciones.

La idea de la ciudad esponja marca un cambio significativo, que se aleja de la “infraestructura gris” tradicional (como tuberías y represas de concreto) y va hacia la “infraestructura verde” o natural, como jardines pluviales y bosques. Así, las técnicas de la ciudad esponja tienen múltiples beneficios. Ayudan a disminuir el impacto de las inundaciones, mejoran la calidad y el suministro del agua, y solucionan problemas ambientales.
Si bien surge de antiguas ideas, el concepto moderno de ciudad esponja se forma en Europa, Australia y Estados Unidos a principios de la década de 1990 y fue una reacción a dos fenómenos comunes en el desarrollo urbano: 1) las ciudades con desarrollo más acelerado cubren de pavimento grandes extensiones de suelo, y así eliminan una cantidad importante de manto boscoso natural, rellenan lagos y humedales, y alteran gravemente el ciclo hidrológico natural y, 2) el enfoque tradicional para gestionar el agua pluvial en ciudades se centró en alejar del suelo la mayor cantidad posible de lluvia, tan rápido como sea posible, no en capturarla para reutilizarla.
Ante esto, la ciudad esponja puede ser la mejor opción, ya que trabaja con la naturaleza en lugar de hacerlo contra ella. La consigna es: no luches contra el agua, úsala en tu beneficio.
Este concepto podría utilizarse en ciudades de todo el mundo para combatir las inundaciones, absorber el dióxido de carbono, aumentar la vida animal y vegetal, y ampliar los espacios verdes.
El principio básico es dar al agua suficiente espacio y tiempo para que drene en el suelo donde cae, en lugar de canalizarla lo más rápido posible y depositarla en enormes presas. En lugar de construir canales de agua de flujo rápido, las ciudades esponja reducen la velocidad del agua en arroyos serpenteantes sin muros de hormigón y con espacio para esparcirse en caso de fuertes inundaciones.

Las vías naturales de las lluvias y los suelos permeables empleados en los diseños de las ciudades esponja limpian el agua y reducen la contaminación. Además, en teoría, puede utilizarse en el sistema de suministro de agua para tareas como el riego y la limpieza de las calles, reduciendo el consumo de agua del grifo.
A medida que el cambio climático se agudiza, también lo hacen los fenómenos meteorológicos catastróficos. Estos traen lluvias aún más imprevisibles a las ciudades y corren el riesgo de desbordar los sistemas actuales. Los defensores de las ciudades esponja dicen que, además de ser una buena forma de reaccionar ante el cambio climático, también son una buena forma de combatirlo.
Las infraestructuras de las ciudades esponja, según ellos, requieren mucha menos energía para su mantenimiento en comparación con las infraestructuras grises. Reducen la carga en las instalaciones de tratamiento de agua y la construcción de este tipo de infraestructuras requiere menos recursos, incluyendo menos hormigón. Además, las ciudades esponja contienen grandes espacios verdes que absorben el dióxido de carbono. Si se adoptaran en todo el mundo, los expertos afirman que esto podría suponer un cambio real en el cambio climático, reduciendo el riesgo de inundaciones a nivel mundial.
China es hoy el país que más desarrolla este modelo en sus ciudades más pobladas.
Kongjian Yu, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Pekín es el pionero en la investigación de las ciudades esponja. Lleva más de 20 años haciendo campaña en China para adoptar este tipo de ciudades.

Aunque este concepto se viene practicando desde principios de 2000, fue la inundación de Beijing en 2012 lo que ayudó a que la idea de ciudad esponja se extendiera. En 2013, apoyado en las propuestas de Yu, el presidente Xi Jinping promocionó oficialmente el concepto de ciudad esponja, y al año siguiente el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano y Rural emitió un conjunto de pautas técnicas para asegurar que el 70% de la escorrentía de la superficie se capte en el lugar. Además, el gobierno chino lanzó un plan piloto en 30 ciudades para probar el concepto, con la ciudad de Shenzhen a la cabeza de este plan.
Tras el éxito de las pruebas piloto, las ciudades están ahora obligadas a construir elementos de ciudad esponja, y las autoridades esperan que en el año 2030 el 80% de sus áreas urbanas absorba y reutilice al menos el 70% del agua de lluvia.

El concepto de ciudad esponja en China toma prestado de las prácticas tradicionales en agricultura en terrazas, como las granjas colgantes antiguas del arroz, en donde en las terrazas urbanas los residentes pueden utilizarlas como parques en la estación seca. En la estación de lluvias, las terrazas conservan el agua que pudiera haber causado inundaciones mortales. Además actúan como habitat de la fauna y la vegetación que crece en las terrazas y también limpia el agua.
Pero además representa un retorno a Tian-rén-hé-yi, la antigua filosofía china de armonía entre las personas y la naturaleza.
Más allá de las terrazas y las orillas restauradas de los ríos, las ciudades esponja también incorporan pavimento permeable, así como paredes, techos y edificios verdes.
El concepto ahora se está ramificando en los Estados Unidos, Rusia e Indonesia.