Productores de plástico engañaron al público. Un informe acusa a la industria petroquímica de blanquear los plásticos.
El Center for Climate Integrity (CCC) reveló que los productores de plástico engañaron premeditadamente al público durante más de 30 años.
«La industria sabía que el reciclaje mecánico del plástico no era una solución viable”. Esta es una de las conclusiones del informe The Fraud of Plastic Recycling, publicado por el Center for Climate Integrity (CCC).
En el documento, se presenta una investigación basada en investigaciones anteriores y en documentos internos recientemente revelados, que destapa una campaña de engaño y desinformación sobre la reciclabilidad de los residuos plásticos dirigida presuntamente por las grandes petroleras y la industria del plástico.
La investigación revela que a pesar de que las grandes empresas petroquímicas, entre ellas Exxon, Chevron, Dow, DuPont y sus grupos de presión y organizaciones comerciales, saben por más de 30 años que el reciclaje de plásticos «no es ni técnica ni económicamente viable», han dirigido campañas fraudulentas de marketing y educación para convencer al público y a las administraciones de la reciclabilidad de este tipo de materiales.
Más del 99% del plástico está fabricado a partir de combustibles fósiles y su reciclaje es complejo. Primero, porque hay ciertos tipos de plásticos que no tienen mercados finales, empresas que compran y emplean como materia prima los materiales reciclables para fabricar nuevos productos. Y son, por tanto, imposibles de reciclar.
La amplísima gama de materiales plásticos limita técnicamente la reciclabilidad; los plásticos más puros son más fáciles de procesar que los de composiciones complejas. Y además, durante el proceso la calidad de los plásticos se degrada, lo que limita las veces que se puede reutilizar. La toxicidad del material (y de sus aditivos químicos) y el elevado costo de los procesos e instalaciones de producción de materiales plásticos reciclados (es más barato fabricar plástico virgen) son los otros dos factores que, según CCC, integran la lista de limitaciones técnicas y económicas para el reciclado de plásticos.
Durante las últimas décadas, se han filtrado documentos y declaraciones de distintos responsables de los grandes operadores petroquímicos cuestionando la viabilidad de las soluciones para los residuos plásticos. Se expresó que el reciclaje «no era económico», se dijo que «no puede considerarse una solución permanente para los residuos sólidos» y se afirmó que «no puede continuar indefinidamente», tal como revela el CCC en el informe.
Y todo esto sucedía mientras la industria vendía al público la desechabilidad, la incineración, los vertederos y, en última instancia, el reciclaje para dar salida a los residuos que generaban los productos que fabricaban.
«Engañando a los consumidores, a los responsables políticos y a los reguladores sobre la viabilidad del reciclado de plásticos, las empresas petroquímicas han garantizado la continua expansión de la producción de plástico, que ha provocado una crisis de residuos plásticos y contaminación», revela el informe en sus conclusiones. Y esta campaña de blanqueo de los plásticos, de acuerdo con la organización ambiental, habría durado más de 30 años.
Productores de plástico
La producción de plástico se ha multiplicado por 20 en los últimos 50 años y, a nivel mundial, se estima que se han producido 9.200 millones de toneladas métricas de plástico y más de 6.900 se han depositado en vertederos, o peor aún, contribuyen a la contaminación ambiental.
Se estima que el 9% de los residuos plásticos del mundo se ha reciclado alguna vez, el 12% se ha incinerado y el 79% restante se ha acumulado en los ecosistemas naturales.
Engañaron al público
A partir de la década de 1950, las empresas petroquímicas que producían resinas plásticas identificaron una forma de garantizar una demanda constante y creciente de plástico: su desechabilidad. Por eso, «si los productos de plástico solo se utilizaran una vez, habría que comprarlos y, por tanto, producirlos una y otra vez».
En 1956, la Society of the Plastics Industry (actual Plastics Industry Association) celebró una conferencia en la que dijo a los productores que se centraran en el «bajo costo, gran volumen y prescindibilidad» y que aspiraran a que los materiales acabaran «en el cubo de la basura».
Y es así como nacieron y se perpetuaron los plásticos de un solo uso. Como era de esperar, a los pocos años el público y las autoridades identificaron dos problemas: la basura de plástico se había convertido en una plaga para el ambiente y era un claro indicador de que un país no utilizaba ni conservaba adecuadamente sus recursos.
Ante la oleada de críticas (y para curarse en salud), la industria defendió los plásticos proponiendo dos soluciones. Por un lado, se argumentó que si los plásticos se podían dejar en espacios como vertederos no pasaría nada.
Y, por otro lado, se sugirió desintegrarlos a través de la incineración. Pero en la década de 1980, cuando se empezaron a plantear prohibir las bolsas de la compra y otros productos de plástico, la industria empezó a promover una nueva solución: el reciclaje.
Chasing arrows
Tal como revela el informe del CCC, un documento interno de 1986 de la asociación comercial Vinyl Institute señalaba que «el reciclado no puede considerarse una solución permanente de residuos sólidos para los plásticos, ya que simplemente prolonga el tiempo hasta que un artículo es desechado». Un argumento reafirmado después por uno de los responsables de la organización en una conferencia: «El reciclaje no puede continuar indefinidamente y no resuelve el problema de los residuos sólidos».
Aun sabiéndolo, y con esta «falsa» solución bajo el brazo, las petroquímicas se pusieron manos a la obra para lanzar campañas que abogaban por el reciclaje y se apropió de un estandarte, inspirado en la cinta de Mobius, muy representativo que encontramos en todos los envases: las chasing arrows (las tres flechas en círculo).
Verdadero significado
Su origen se remonta a 1970, cuando la Container Corporation of America organizó un concurso de diseño por el primer Día de la Tierra. El ganador fue Gary Anderson, un estudiante de último curso de la Universidad de California del Sur en Los Ángeles.
Este símbolo identifica el tipo de resina plástica de la que está hecha el producto, lo que da una idea de su potencial reciclabilidad en nuevos productos. Fue introducido por la Society of the Plastics Industry para proporcionar un sistema uniforme de identificación de los distintos tipos de polímeros y ayudar a las empresas de reciclaje a separar los distintos plásticos para su reprocesamiento.
Así, se catalogaron hasta siete tipos distintos de códigos de identificación de la resina (CIR):
1. Polietileno tereftalato (PET): botellas de bebidas, vasos y otros envases.
2. Alta densidad (HDPE): botellas, tazas, jarras de leche, etc.
3. Cloruro de polivinilo (PVC): tuberías, revestimientos, pisos, etc.
4. Polietileno de baja densidad (LDPE): bolsas de plástico, anillos de paquetes, tubos, etc.
5. Polipropileno (PP): autopartes, fibras industriales, envases de alimentos, etc.
6. Poliestireno (PS): utensilios de plástico, espuma de poliestireno, bandejas de cafeterías, etc.
7. Otros plásticos: acrílicos, nailon, policarbonato o ácido poliláctico (PLA).
En realidad, mientras que el 30% de los plásticos de los números 1 y 2 se reciclan, los de los números 3 a 7 son mucho más difíciles de reutilizar. De hecho, los números 6 y 7 son prácticamente imposibles de reciclar.
Este reconocible símbolo caló entre los consumidores, al tiempo que la industria ideaba un intuitivo sistema de clasificación y etiquetado de plásticos. Además, la campaña publicitaria llegó incluso a las escuelas en los años 90: se crearon materiales pedagógicos patrocinados para educar a los más pequeños en la importancia del reciclaje, acusa el informe del CCC.
Del reciclado mecánico al químico
A medida que las autoridades dictaban normas que obligaban a las empresas a reciclar, se fue formando una industria del reciclaje. El reciclado mecánico, la clasificación, el lavado, la trituración, la fusión y el reprocesado, para obtener un nuevo producto de plástico, se convirtió en el estándar.
Cuando la industria comenzó a promover el reciclado mecánico en la década de 1980, la recuperación de los residuos municipales requería una infraestructura amplia y costosa que no existía, las tecnologías de clasificación eran inadecuadas para manejar la gran variedad de plásticos, y las instalaciones de reciclado tendrían que construirse sin ninguna garantía de que alguna vez fueran a ser rentables.
El costo de la recogida, clasificación, limpieza, procesamiento y demás tendría que correr a cargo de alguien: los municipios y los contribuyentes», recoge el informe del CCC.
Un estudio realizado en 1973 ya había concluido que los residuos plásticos no eran aptos para la pirólisis (lo que hoy la industria suele denominar reciclado avanzado), un proceso que compartía muchos de los mismos obstáculos que el reciclado mecánico.
La investigación del CCC señala que la mala conducta de la industria continúa en la actualidad. En los últimos años, los grupos de presión de la industria han promovido el llamado reciclado químico. Pero este proceso contamina y consume más energía que el reciclado tradicional de plásticos.