Situación política de algunos países del Medio Oriente. Caso de Siria. Reacciones de algunos países del Medio Oriente
Durante los últimos nueve o diez años de la guerra civil en Siria, este país se ha constituido en el centro gravitacional de la complejidad geopolítica del Medio Oriente.
En los campos militar y diplomático, no solo la Organización de Naciones Unidas, a través de su Consejo de Seguridad ha mostrado interés en la guerra civil que durante una década ha sacudido el interior de las grandes ciudades de ese país como Alepo, destruyendo su infraestructura, sus instalaciones industriales, hospitales, escuelas, edificios, casas, forzando la diáspora más devastadora del Siglo XXI, hasta ahora, por la huida del país de más de 11 millones de habitantes, más los desplazamientos internos a causa de esa guerra civil.
A esas negociaciones diplomáticas y militares, se ha unido la presencia de potencias mundiales como Rusia, Irán, Estados Unidos de América y su aliada, la Unión Europea y en menor medida Turquía, a una activa participación en la Guerra Civil siria, ello ha contribuido a la prolongación del conflicto y hasta ahora una situación militar y geopolítica de dificultar una salida política al conflicto.
Desde el inicio de las hostilidades, la decisión de apoyar al Gobierno de Bashar Al Assad o a la oposición de su régimen, estuvo determinada por las motivaciones particulares de los citados actores foráneos anteriormente citados.
Rusia e Irán han sido los principales apoyos externos al Gobierno de Bashar Al Assad, por razones diversas. La crisis siria permitió a Rusia, la oportunidad de fortalecer su posición de contrapeso, de hacer realidad el deseo del Presidente Vladímir Putin, de volver a los gloriosos tiempos de la Rusia Imperial, y de potencia mundial, durante la Guerra Fría, además de hacer contrapeso militar y geopolítico, a la hegemonía militar y geopolítica de los Estados Unidos de América en el Medio Oriente, desde la caída de la Guerra Fría. Para la República islámica de Irán, el apoyo al régimen ‘alaguita’ del Presidente Al Assad, representa la defensa a un país aliado regional, en su lucha contra el Estado de Israel, muy marcada en los 8 años de poder de Mahmud Ahmadinejad.
Reacciones internas y de los países de la región
A pesar del interés compartido por derrocar el régimen sirio, las divergencias políticas, religiosas y militares entre los grupos opositores, así como a los innegables intereses de los aliados foráneos, impidieron la integración efectiva de un frente antigubernamental encabezado por la “Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria “, toda vez que en la realidad los países foráneos (Rusia, Irán, Estados Unidos de América y Turquía) priorizaron sus intereses, dentro del abigarrado espectro político de la oposición.
Así, Estados Unidos de América y sus aliados de la Unión Europea, apostaron por los sectores más moderados y seculares del Ejército Libre Sirio, afectado por una progresiva “islamización” de sus filas, que a la postre resulto una fuerza militar muy débil. Arabia Saudita, a nivel regional, opto por dar su apoyo a las fuerzas islamistas de orientación wahabita, mejores interlocutores para las políticas establecidas en Riad, su capital. Por su parte, el Estado de Catar siguió una línea más amplia que incluyo el respaldo a los factores de oposición islamista vinculada al partido político regional de los Hermanos Musulmanes.
Reacciones de algunos países del Medio Oriente
Israel y Turquía, aliados tradicionales de los Estados Unidos de América, el primero muy estrechamente desde su nacimiento en 1948 y el segundo con intereses políticos cambiantes, tomaron posiciones distintas ante el conflicto bélico sirio.
Israel se preocupó por mantener la actividad militar de Hezbola y del ejército sirio lejos de sus fronteras y de la región del Golán, así como evitar un mayor posicionamiento de Irán en el vecino país de Siria. Ante la posibilidad política de un cambio de gobierno en Siria, la política de las altas autoridades en Tel Aviv, su capital, fue la de ser cautos y dio la impresión de preferir el trato con un régimen, en ese entonces débil, conocido y disminuido, que enfrentar el riesgo de un cambio incierto y posiblemente caótico.
La política de Turquía a lo largo del conflicto ha estado siempre latente la determinación de impedir la autonomía kurda en el norte de Siria y de reforzar la defensa de su frontera, apoyando a los grupos rebeldes más afines a sus intereses y atribuyéndose el derecho a realizar incursiones militares contra las fuerzas kurdas e incluso contra las tropas del ejército sirio, acciones geopolíticas ambiguas, que han marcado una cambiante relación del Presidente Erdogan, con las autoridades de Washington. El Presidente Erdogan , recientemente reelegido, en un gobierno de muy marcado perfil autocrático y de inmenso control social , policial y político
Luego de casi diez años de resistencia y resiliencia del Gobierno del Presidente Bashar Al Assad, apoyado por Rusia e Irán, ha consolidado su posición militar y ejerce un control sobre la gran mayoría de su destruido país, por aferrarse al poder que heredó de su padre Hafez Al Assad, por un golpe de Estado en 1970. A mediados del mes de mayo de 2023, Siria fue readmitido como País Miembro de la Liga Árabe.
La derrota territorial de la amenaza radical del Estado Islámico, o DAESH, como es su origen en árabe, unida a la decisión del Presidente Donald Trump, de retirar sus efectivos militares de Siria, han permitido la aún permanencia de Bashar Al Assad en la Presidencia de Siria.
En cuanto a la oposición política y militar de Siria, parece que están activas, a pesar de que las negociaciones de Ginebra y Astana, capital de Kazajistán, hasta ahora, no muestran avances significativos, para la celebración, de un esperado Acuerdo de Paz.
La paz en Siria se ve un tanto distante, mientras persista la beligerancia de los grupos yihadistas de Al Qaeda y del Estado Islámico (DAESH), que pueden volver al campo de la Guerra Civil, con ribetes profundamente religiosos.