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                             Otra vez lo afirmo: no hay tiempo que perder

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Raúl Ochoa

La República Bolivariana de Venezuela, es hoy considerada como una nación que se acerca peligrosamente a entrar en ese grupo, nada virtuoso, de los llamados países maulas o fallidos. Si, efectivamente la deuda pública consolidada, calculada, ya que las autoridades gubernamentales no ofrecen cifras desde el año 2017. Se cree, con la ayuda de los organismos monetarios y o especializados de las Naciones Unidas y de economistas e investigadores, que esta puede ascender a los 250.000 mil millones de dólares americanos.

Este descomunal monto equivale al 350 % del producto interno bruto (PIB), lo que lo convierte en el país más endeudado en relación al producto interno, por encima de Japón. De esta manera, para el cierre del 2019 para Trending Economics, (página qué              ofrece indicadores de 196 países) y cita fuentes oficiales, escribe que el endeudamiento de Venezuela es del 350 del PIB, como igualmente lo señalan los economistas Toro Hardy y Leonardo Vera, (Stabilization and Growth in Latin America: A Critique and Reconstruction from Post-Keynesian and Structuralist Perspectives, Amazon), quien afirma que para el cierre del año 2020, Venezuela presentó el mayor ratio de deuda/PIB (350) en el mundo, muy por encima de Japón que fue deuda/PIB (260). Mientras que Japón es la tercera economía (6.0% del PIB mundial), Venezuela ha decrecido vertiginosamente en los últimos 15 años su posición y hoy es la última economía de latinoamérica.

A estas cifras, según otros investigadores sociales habría que agregarle y ese es un gran temor, la deuda, externa o interna no registrada. Sobre esta particularidad podríamos citar las diferentes transacciones secretas de Petróleos de Venezuela, hoy algunas hechas públicas, cuál ejemplo lo ocurrido un par de meses atrás, que originó la desaparición de 23 mil millones de dólares ¿Solo?. Además, también, al menos públicamente, la desaparición del renunciante Ministro del Petróleo, Tareck El Aissami.

Lo más paradójico y contradictorio del caso venezolano, es que la mayor parte de esta «monstruosa deuda pública», como la califica el Observatorio del Gasto Público, Cedice, fue contraída durante la época de la mayor bonanza petrolera que ha tenido el país.

 Entre 1999 y 2017, las arcas públicas venezolanas recibieron por concepto de ingresos petroleros alrededor de USD 1.034 billones. En ese lapso se produjo el cuarto boom petrolero que registra la historia venezolana, cuando los precios del barril superaron los 140 dólares y la producción diaria de petróleo para el año de la asunción de Chávez era de 3.0 b/d hasta el año 2015, que era de un poco menos de 2.5 millones b/d para diciembre de ese año. Ya se veía que la decisión de la destrucción de nuestra petrolera se estaba materializando, futuro también reservado a las industrias básicas del polo de desarrollo del estado Bolívar.

Ahora distinguidos lectores, me permito transcribir una nota que me envió un amigo y distinguido académico, como consecuencia del análisis que hice la semana anterior de las graves consecuencias para el país, del intento del golpe de estado del año 1992 y la posterior victoria electoral de Hugo Chávez, que está estrechamente relacionada con el escrito que hoy desarrollo.

“Así, dejas de lado, me señala, “el esquizofrénico endeudamiento externo del primer gobierno de Carlos Andres Perez, como lo calificó William Cline (1) probablemente el más calificado de los expertos en finanzas de los Estados Unidos, en momentos en que el país disfrutaba del 1er boom petrolero, el elefantiásico V Plan de la Nación, que provocó una profunda crisis de sobreinversión y la cual se prolongó por más de 10 años e indujo a un cambio radical en los patrones de inversión de las empresas privadas, favoreciendo comportamientos neo rentistas que privilegiaron el rent seeking por encima de las inversiones productivas. Luego, algo insólito, en los 5 años del gobierno de Luis Herrera Campins, Venezuela recibe como ingreso petrolero de exportación,  una suma aún mayor que la que recibió Carlos Andres Perez y el gobierno de Herrera, en lugar de cumplir con el mandato popular de reducir el gasto público descomunal y cancelar la deuda externa, se olvida de ese compromiso y actúa en forma menos responsable que como lo hizo Carlos Andres Perez”. Si querido y admirado profesor, esta no es más que una parte a donde estos irresponsables demagogos nos llevaron, los de antes de 1998 y los posteriores a este fatídico.

El analista financiero Orlando Zamora (analitica.com, 1 de junio 2023) estimó que entre 2004 y 2014 el país recibió 884.049 millones de dólares solo por exportaciones petroleras, además de impuestos directos e indirectos por un monto estimado en 772.332 millones de dólares. Por otra parte, hubo emisiones de bonos y otros instrumentos por 251.767 millones de dólares, aparte de la emisión inorgánica de dinero de 107.290 millones, que suman un gran total de 2.015.438.000 millones de dólares. Justamente durante ese periodo, es cuando Hugo Chávez y su sucesor, designado este por la nomenclatura del partido comunista de Cuba, Nicolás Maduro, «quintuplican” el monto de la deuda externa, pasando de 30 mil millones de dólares en 1999 (cuando finalizó el mandato de Rafael Caldera II) a USD 170 mil millones en 2016. Hay que recordar que en ese lapso se produjo el cuarto boom petrolero que registra la historia venezolana, cuando los precios del barril superaron los 140 dólares.

Cuando lo que podríamos llamar hoy, como el momento más álgido de este negativo proceso político, social y económico, el profesor Alfredo Rincón Rincón, ex Presidente de la Academia de Ciencias Económicas del estado Zulia, propuso en un artículo de opinión publicado en el diario Panorama de Maracaibo, en el año 2015, una serie de correctivos, que de haber sido aplicados probablemente la República no hubiese llegado a la situación de total quiebre que está viviendo en este lustro. Es cierto que el pasado no retorna, no obstante me parece importante que estas propuestas hechas en su momento, que no tuvieron acogida ni fueron escuchadas, se hagan públicas y así ser evaluadas, llegado el momento, por las generaciones futuras. Veamos algunas de las principales proposiciones:

1.- Deben suspender tanto el gobierno nacional en su calidad de ductor del Estado, así como Petróleos de Venezuela S.A, como su operador, debido a razones de fuerza mayor y sobrevivencia de su población, las ventas a crédito de petróleo que se hacen a 21 países, encabezados por Cuba.

Esos países, la mayoría de entre ellos del área del Caribe, tenían acreencias con la República por más de 30 mil millones de dólares americanos, suficientes para haber paliado la crisis que ya se veía inminente, por lo que Venezuela debía proceder al cobro de esos activos, pero el gobierno venezolano, otra vez actuando irresponsablemente, prefirió tener a los deudores como votos en los organismos internacionales a la disposición de las ocurrencias de Cuba y Venezuela.

Sólo con la República Cooperativa de Guyana, la nación venezolana tenía para el año 2015 deudas exigibles hasta por 580 millones de dólares. El monto de lo adeudado pudo haberse  negociado tal como se hizo con la República Oriental del Uruguay o con la República Dominicana. Obviamente, ni en ese, ni en ningún momento el gobierno de Maduro ha tomado en cuenta las opiniones que no sean aquellas que surgen de la sala situacional del Palacio Blanco.

2.- Otra proposición, como las anteriores, nunca escuchada y aún menos discutida, planteaba la renegociación de la deuda externa, que para ese momento ya estaba sobre los 140.000 millones de dólares, sobre todo con la República China, donde vislumbraba el célebre fondo de desarrollo industrial Chino, (18 mil millones de dólares, más un crédito suplementario en el año 2015 por 5 mil millones de dólares) el cual fue gerenciado por  Claudia Díaz Guillen, la ex enfermera y ex Tesorera de la Nación, hoy cumpliendo una condena de 15 años en una prisión federal de los Estados Unidos. Renegociar la deuda con  la Federación Rusa, (compra de inservible equipo militar, por miles de millones más una fábrica de fusiles nunca instalada, con sobreprecios de más del 120 %).

Hoy 8 años después, el analista de la DW alemana, Ramon Cardozo Alvarez, escribió el 20 de junio pasado: “Reputados economistas advierten que Venezuela se encuentra en una situación de imposibilidad para renegociar y cumplir con su deuda pública, a menos que se realice un cambio radical en el modelo de desarrollo del Socialismo del siglo XXI implementado por el chavismo en las últimas dos décadas. El análisis de la D.W pareciera coincidir en líneas generales con el análisis de los economistas zulianos con casi 8 años de diferencia.

Una de las conclusiones obligatorias de cualquier observador es que en la República Bolivariana de Venezuela, los principios que rigen a las naciones para ser consideradas como soberanas y gozar del respeto entre naciones, están seriamente comprometidos. Desde su accionar, cuando irrespeta el cumplimiento de compromisos contraídos internacionalmente, tanto institucionales como económicos, cuando irrespeta cotidianamente la Carta de la Organización de las Naciones Unidas y sus fundamentales postulados como el respeto de los derechos humanos e institucionaliza como política de estado la tortura en sus propios ciudadanos, la democratización de la nación es muy urgente.

El respeto de la voluntad del pueblo venezolano en estos meses por venir son fundamentales para la subsistencia de una nación que en 12 años ha perdido 8 millones de sus hijos, una nación donde el 30 % de su territorio está ocupado por fuerzas armadas extranjeras, formadas por delincuentes y criminales transnacionales.

La carrera contra reloj para pasar a ser considerada Venezuela como un territorio anómalo, como un territorio dirigido por delincuentes con mucho recursos financieros, producto del robo y del saqueo continuo durante más de 20 años, gana terreno diariamente.

 El índice de Desarrollo Humano (IDH) del país más pobre del universo es el Sudán del Sur, fue de 0.455. La República Bolivariana de Venezuela cerró con un índice del IDH en el año 2021 con 0,691 puntos. En solo un año (2022)  bajó más de 30 posiciones y situó su IDH en 0.589, no obstante sus inmensos recursos naturales.

La nación venezolana,  o sea nosotros, caminamos velozmente y mucho me temo, hacia un precipicio profundo y oscuro.

Otra vez lo afirmo, no hay tiempo que perder.

(1) Peterson Institute and Center for Global Development.

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