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Niza es alegría en la Riviera Francesa

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Por: Alvaro Montenegro

Lo primero que usted debe hacer al llegar a Niza, después de dejar las maletas en el hotel, es caminar por el célebre Paseo de Los Ingleses, Promenade des Anglais. Esa es una avenida espectacular frente al mar que bordea a la Bahía de Los Ángeles

Niza fue fundada hace más de 2.000 años por los focenses de Marsella, quienes les asignaron el nombre de su diosa de la victoria Niké, en agradecimiento por la derrota a los ligures. En su incomparable historia de guerras, saqueos y tratados, la ciudad formó parte de Génova, Pisa, Provenza, Saboya, España, Cerdeña y Francia. Hoy en día, este centro de la Riviera Francesa se ha convertido en una bellísima metrópoli de 400.000 habitantes, que los turistas provenientes de todo el mundo la han convertido en una de sus ciudades favoritas en Francia.

En Niza, así como en toda la “Cote d´Azur”, el sol baña a las olas con un brillo diferente de aquel que estamos acostumbrados en el trópico, como evitando calentar esas aguas tan azules cuando se acercan a la costa. Generalmente, ni una nube se atreve a interrumpir el hermoso baile de colores que, como un ritual eterno, se desarrolla sin prisa y con elegancia entre los últimos rayos del sol y el mar Mediterráneo.

Rodeados de esa luminosidad extraña, uno llega a Niza con la ilusión más perfecta y simple que se puede imaginar. Saber que el pintor francés Henri Matisse vivió y murió en Niza, nos llena de pensamientos con colores brillantes. Los maestros Picasso, Maurice Boitel, quién exhibió en galerías venezolanas, Jules Cheret, y el premio Nobel de literatura Jean-Marie Gustave Le Clésio, frecuentaban las calles de Niza, quizás buscando ese clima suave, la inspiración, o ese glamour mediterráneo que se respira en cada esquina de la ciudad.

Lo primero que usted debe hacer al llegar a Niza, después de dejar las maletas en el hotel, es caminar por el célebre Paseo de Los Ingleses, Promenade des Anglais. Esa es una avenida espectacular frente al mar que bordea a la Bahía de Los Ángeles, bañada por las aguas del mediterráneo. Allí está el famoso hotel “Negresco”, construido en 1912. Es un palacio cuya cúpula fue diseñada por el ingeniero Gustave Eiffel, el mismo de la torre parisina, para completar este bello monumento representativo del arte de vivir y las tradiciones de lujo francesas.

Al lado está el Museo Massena, con unos jardines preciosos. Vale la pena continuar la caminata al borde del mar, para llegar al Jardín Albert Ier, el más antiguo de la ciudad. En el camino encontrará el “Palais de la Mediterranée”, que alberga un lujoso hotel y un casino. Siga el recorrido a pie hacia la plaza Massena, que marca el límite con el centro histórico de la ciudad, llamado “Vieux Nice”.

Esa plaza Massena es una enorme explanada, rodeada de hermosos edificios antiguos con fachadas impresionantemente bellas, y jardines muy verdes. Desde allí parten algunas calles peatonales como la Giofredo, o la Jean Medicin, que están llenas de cafés, restaurantes, tiendas, y turistas que le dan mucha vida al lugar.

Hacia el sur de la plaza Massena, como buscando el mar, está el “Vieux Nice”, que es un laberinto de callecitas delicadas donde hay boutiques, galerías de arte y restaurantes que hacen delicias en los turistas. Se puede comenzar el paseo por la “Rue Saint Francois de Paule”, para llegar al edificio de La Ópera, que es una pequeña imitación del “Palais Garnier”, o la ópera de París, pero con vista al mar Mediterráneo. En la alle Saleya está el “Marche aux fleurs”, que es un mercado libre muy bien montado con puestos de ventas de recuerdos, curiosidades, gastronomía, antiguedades, y mucho más.

La Iglesia de San Francisco de Paula es bellísima, el palacio “Saint Saveur” recuerda el paso de Napoleón por Niza, el Palacio de la Prefectura es espectacular, la Capilla de la Misericordia es una joya de la arquitectura barroca. La caminata no resulta tan intrincada, porque las plazas “du Palais”, “Rossetti” y “Saint Francois”, “Garibaldi”, “Saint Augustin” y “Sainte Claire” unen todas callecitas de la vieja ciudad, en una forma tan perfecta que provoca caminarlas varias veces durante todo un día.

También en el centro histórico de Niza encontrarán el Palacio de Justicia, la “Tour de L’Horloge” y el “Palais Communal”, que son otros testigos preciosos de la historia de Niza. Ese viejo centro está dominado y protegido desde lo alto por la colina del “Chateau”, o castillo de Niza, a donde se puede ir caminando para obtener la vista más bella sobre la ciudad.

Detrás de la colina del “Chateau de Nice” está el viejo puerto, que vale la pena recorrer. Es una rada rectangular de esas que parecen sacadas de un cuadro impresionista, llena de botes como esperando zarpar. A unas cuadras está la rue Bonaparte, que se convierte en peatonal y lo lleva a la Plaza Garibaldi, que resulta imponente. Muy cerca está el Museo de Arte Moderno. Turistas y lugareños se mezclan en un carnaval de alegría en esta zona, entre bistrós y boutiques.

En Niza está el museo Marc Chagall, que contiene la colección pública más grande del genio entre unos jardines preciosos. Allí vale la pena detenerse un buen rato en el conjunto de obras del Mensaje Bíblico. También hay que ir al museo Matisse, el más visitado de Niza. Está ubicado en una casa del siglo XVII rodeada de olivos, donde exhiben la colección personal del artista.

El itinerario continúa cultural hacia la Catedral Rusa, donada por el Emperador Nicolás II, y al museo de Bellas Artes, ubicado en una mansión de 1878 que pertenecía a la princesa ucraniana Kotscoubey.

Niza es una ciudad sorprendentemente interesante, que está hoy mejor que nunca. Apenas esta vida le dé una oportunidad, visite este paraíso de alegría en la Riviera Francesa.

@montenegroalvaro

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