Definitivamente, la vida tiende a dificultarse cuando no se tiene un camino preciso por el cual ha de transitarse. No sólo esto constituye un problema para el devenir del hombre en su diario trajinar. También, para la política pues sus tiempos son la manifestación de todo cuanto ocurre alrededor de lo que el hombre decide en su beneficio o en su perjuicio. Por eso, decir o reconocer que todo tiene su tiempo, es tan cierto que nada fuera de su espacio tiene más utilidad que la que el hombre puede permitirse en aras de su evolución o de su involución. Todo, absolutamente todo, es registrado por el tiempo.
La historia, por ejemplo, al igual que la política, depende de lo que el tiempo determine en su intrínseco desarrollo. Sin embargo, algunos capítulos de la vida humana pueden verse cercenados por los efectos de tiempos que no sincronizan lo que bien sus interioridades pueden revelar. Justamente, son esos hechos, que al quedar desasistidos, desvirtuados o alterados por la acción del tiempo, suelen pasar por desapercibidos sin que sus efectos alcancen a atenderse tal como se desarrollaron.
Dificultades por doquier
Es así como la historia y la política se imbrican hasta el punto en que luce algo fácil confundir o manipular propósitos. Por eso, hay eventos que en poco o nada trascienden como acontecimientos capaces de marcar verdaderos hitos. Aún así, la vida brinda ocasiones fortuitas para quienes tienen la capacidad o el potencial innato de otear el fondo de esos acontecimientos, muchas veces disfrazados de una emergente cotidianidad que sabe disimular el valor implícito que los mismo esconden.
Precisamente, desde la esencia de esos hechos de sencilla apariencia, puede abordarse la complejidad de procesos sociales creativos o procesos políticos reformadores que buscan apoyar no pocas acciones llevadas por el hombre en función de su bienestar y progreso. Aunque siempre las dificultades son parte estructural de los procesos políticos y administrativos que deben afrontarse.
Los tiempos sucedidos no siempre se muestran lo más compasivos que se quiso. Frente a lo que significa posibilitar la realización de un proyecto de transformación social, muchas veces, no se advierten los cambios situacionales esperados. Es decir, cambios que se compadecen de la inminente necesidad de ganar y asentir gobernabilidad a través de procesos institucionales que estimulen la necesidad de reducir la brecha entre objetivos de gobierno, y capacidades para enfrentar la incertidumbre propia de condiciones inciertas, aunque inmensamente productivas.
Inferencias de cierre
La historia política ha demostrado que nada es más dañino para la democracia, que suponer que el tiempo lo resiste todo. Debe tenerse claro que el tiempo no transforma los problemas en datos de la realidad. Ni tampoco los convierte en norma convencional.
El tiempo sabe jugárselas todas a la política. Por eso, nadie debe pretender actuar con aventurada obstinación ante las realidades. Más aún en política, porque en política se cumple aquella sabia revelación de que nada es para siempre.