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¿Merece la pena?

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Cuando líderes de los países tratan de hacer ajustes en lo macroeconómicos, sin prever alternativas de auxilio a los ciudadanos más desfavorecidos, estos terminan pasándola muy mal.

Por: Orlando Goncalves

@OrlandoGoncal

La pregunta que titula este artículo, es de autoría del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, pues desde 2014, cuando apenas surgía en la política española su predecesor le manda a investigar, tanto a él como a su entorno familiar y a las instituciones del Estado, así como a la legitimidad de su gobierno siendo un síntoma realmente preocupante.

El acoso para él, ha sido constante, incesante, caso parecido al de Antonio Costa, el ex primer ministro de Portugal, a quien, por una supuesta investigación del ministerio público, misma que los tribunales desecharon por inconsistente, hicieron que renunciara.

Las posiciones políticas de muchos líderes en buena parte del planeta, se están tornando cada vez más radicales o fatuas, en ocasiones, las dos particularidades al tiempo. Aunado a ello, cuando surge un líder que rompe esquemas, entonces es atacado de manera despiadada, sin ningún tipo de límites, afectando incluso el entorno familiar.

Así que la interrogante que plantea el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, es perfectamente válida y aplicable tanto para los nuevos líderes que quieran irrumpir en la política, como para los ciudadanos a la hora de ejercer su derecho democrático de votar.

Quienes están en política deben tener conciencia que sus vidas pasan a ser de dominio público, sometidos constantemente al escrutinio de los ciudadanos; lo cual no estaría mal siempre que sean hechos con decencia, respeto y límites éticos. Pero, cuando son sometidos a los bulos y agresiones sin límites éticos por parte de adversarios con intereses políticos o económicos adversos a sus posiciones, como en los casos de Sánchez  y Costa, generando un resultado final con daño no solo a las instituciones, sino a las democracias, y a la credibilidad del sistema.

Lo anterior genera un problema mayor, y es que, el ciudadano cada vez le importe menos la política, alejándose cada vez mas de ella, entrando la sociedad en un círculo perverso, donde son entonces los electores quienes se cuestionan, ¿si merece la pena votar? y un segmento importante de ellos, llega a la conclusión de que ¡no lo merece! y otra porción vota de manera indiferente por lo primero que ven en la papeleta o tarjetón electoral.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que la política incide de manera directa en nuestras vidas, nos guste o no. Cada vez que un ente político (ejecutivo o legislativo) toma una decisión, la misma tendrá un impacto sobre las vidas de cada ciudadano; pero, si estos se alejan de la política, menospreciándola, no participando de la discusión sobre lo público, entonces un pequeño grupo de electores y dirigentes políticos terminan decidiendo por todos.

Así que la pregunta ¿merece la pena? para los efectos de construcción social deberá contestarla Pedro Sánchez, mandando así el mensaje de que, desde la perspectiva de los electores, definitivamente -sí vale la pena-. Es más, se vuelve más relevante y necesario el mensaje cuando las campañas electorales aportan poco para emocionar e informar al elector.

Ese es el caso de las campañas en Panamá. En apenas unos días, más de 3 millones de panameños tiene la oportunidad de definir el rumbo de su futuro como nación, sin embargo, las campañas no han logrado conectar y movilizar a un porcentaje importante de los ciudadanos; puesto que las encuestas señalan que porción importante de electores no han definido su voto, aunque se espera incremento de la participación electoral con relación a elecciones anteriores.

Otro detalle que se viene reflejando tanto en los focus gropus como en las encuestas, es que hay un voto que, si bien expresa su opinión, no denota seguridad en la misma, (voto oculto o vergonzante) haciéndose difícil de cuantificar, con lo cual, a días de la elección el escenario pareciera estar en abierto.

Esta situación sumada a la indiferencia que se percibe en las calles con el proceso electoral, vuelve el escenario muy complejo, e independientemente de quien gane la presidencia, la próxima Asamblea Nacional, además de ser variopinta, ninguna fuerza política tendrá mayoría.

Otro fenómeno detectado es que, quizás, en algunos partidos la sumatoria de votos de los candidatos a diputados pueda ser mayor a la de presidente, y esto sucedería porque las alianzas locales trascienden el ámbito partidista, y van tras sus propios intereses, dejando a la elección presidencial en un segundo plano.

Panamá enfrenta entonces enormes retos en el futuro cercano. Ojalá que la decisión de los ciudadanos sea la correcta, y concluya que -sí merece la pena- y hagan la mejor elección posible.

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