«Por sí o por no»: con esa fórmula, que utilizó en forma insistente, Massa, ministro de Economía con un 140 por ciento de inflación anual, logró convertir a Milei en el interrogado, en el candidato que debía justificarse por lo que no hizo aún.
Tan extraño fue el debate, que Milei no le echó en cara a Massa el tema de la inflación, ni tampoco profundizó en la corrupción del gobierno peronista ni en las causas judiciales de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
El primer tramo del debate fue asombroso: Massa dominó psicológicamente a Milei interrogándolo y emplazándolo a que respondiera «por sí o por no». Y el ultraliberal, como si fue un hermano menor justificándose ante el mayor, respondió a cada una de las preguntas. En la segunda parte del debate, Milei equilibró un tanto las acciones.
«Massa sacó ventaja en un debate ante un Milei que no aprovechó la enorme crisis que deja el gobierno», analizó «Clarín», mientras que «La Nación» señaló que el ministro «impuso su agenda y Milei no logró incomodar».
Al decisivo debate de este domingo se llegó en un clima de hartazgo y angustia. Hartazgo por la situación económica y el larguísimo proceso electoral, que incluyó primarias, primera vuelta y ballotage. Angustia, porque para un porcentaje muy importante de los argentinos, tanto Massa como Milei son un bocado absolutamente indigesto. En un país en el que el voto es obligatorio, muchos querrían esfumarse y simplemente no votar.
Pero la elección, inevitable, está prevista para el próximo domingo 19, una elección a la que Massa llega con un 36,8 por ciento de los votos contra el 30 de Milei. El ultraliberal apuesta a quedarse con casi todos los votos que sumó en octubre la tercera en discordia, Patricia Bullrich, de la coalición social-liberal Juntos por el Cambio: un 23,8 por ciento.
Las reglas del debate permitían abandonar el atril, pero solo Massa se dio esa libertad, al inicio y al final.
El cierre del debate, celebrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) vio a varios de los asistentes cantando y gritando a favor de cada uno de los candidatos, en una fresca noche de primavera en la capital argentina.
La pregunta que se hacen todos en el país es si el debate influirá en la elección, y hay respuestas a favor y en contra de ese planteamiento.
«Javier Milei jugó a esquivar las preguntas incómodas que le propinó Sergio Massa durante el debate presidencial. Esa dinámica fue una constante a lo largo de la discusión», señaló «Página 12», periódico afín al peronismo.
Varias encuestas muestran un escenario de empate técnico —con una leve ventaja para uno u otro candidato, aunque dentro del margen de error— con miras a la segunda vuelta electoral en la que el peronismo se juega su permanencia en el poder, que ha ocupado mayoritariamente en los últimos 20 años, y La Libertad Avanza, una fuerza joven en el escenario político, llegar por primera vez al gobierno.
En la primera vuelta electoral del 22 de octubre, Massa sacó más del 36 % de los votos, generando una sorpresa, ya que Milei era el favorito. El ultraliberal rozó el 30 % y Patricia Bullrich, de la coalición centroderechista Juntos por el Cambio, alcanzó casi un 24 %, quedando afuera del balotaje.
Para los comicios del próximo domingo, Milei ha pactado el apoyo de Bullrich y ha sido asesorado por consultores del círculo del expresidente conservador Mauricio Macri (2015-2019), aliado de esa dirigente política.
El debate estuvo dividido en los bloques temáticos: Economía, Relaciones de la Argentina con mundo, Educación y Salud, Producción y trabajo, Seguridad y Derechos Humanos y convivencia democrática.
Con anterioridad a la primera vuelta electoral, se celebraron otros dos debates en los que intervinieron un total de cinco candidatos presidenciales.