Más de 80 países firmaron el acuerdo de Biodiversidad Marina de Áreas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ) durante la 78ª Asamblea General de la ONU en Nueva York terminó de manera favorable para los océanos:
Este acuerdo, considerado clave, permite la creación de áreas marinas protegidas en aguas internacionales, obliga a los Estados que quieran desarrollar proyectos en alta mar a realizar un estudio de impacto ambiental. Además, garantiza que nadie pueda apropiarse de los recursos genéticos marinos, ya que son patrimonio de la humanidad y por tanto inapropiables.

Aunque aún es necesario que, al menos, 60 países lo ratifiquen para que entre en vigor, este acuerdo no es solo un gesto político, sino que tiene consecuencias jurídicas, porque, de acuerdo al derecho internacional de los tratados de la Convención de Viena, cuando un tratado se firma el país se compromete a no ejercer acciones que puedan vulnerar el tratado, explica el abogado Cristian Laborda, experto en derecho del mar y quien ha participado del proceso de creación de este tratado.
El acuerdo, también conocido como Tratado de Alta Mar, busca garantizar la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina en aguas internacionales, es decir, en todas las porciones de los océanos que no están dentro de las jurisdicciones nacionales de los países. Se trata de un paso clave para lograr la meta de proteger el 30% de los océanos para el año 2030.
Luego de 20 años de negociaciones, en marzo de este año los países miembros de las naciones Unidas terminaron el texto del tratado y ahora, durante la 78ª Asamblea General de la ONU en Nueva York, un número sorpresivo de naciones lo firmaron.
Laborda señala que “se sentía en el ambiente el optimismo”, cosa que, según el experto, “es bastante difícil de poder sentir en estas negociaciones internacionales” donde generalmente se está acostumbrado a la “frustración”.
El primer país que firmó fue Micronesia, una pequeña isla en el Pacífico. Es muy simbólico porque las islas del Pacífico tuvieron un rol bastante importante en la negociación.
En Latinoamérica, en total, han firmado 10 países. Latinoamérica principalmente participó en la negociación a través del grupo CLAN (Comunidad Latinoamericana de Naciones), pero en ese grupo no están Venezuela, Cuba y Bolivia. Aun así Bolivia y Cuba ya firmaron el acuerdo. Los otros países que también lo hicieron son Chile, Costa Rica, Ecuador, Colombia.
También firmó Brasil, lo que fue una sorpresa positiva porque fue un país bastante complejo durante la negociación, al igual que México que también firmó.
La sorpresa positiva fue la firma de Estados Unidos y de China.
En total han firmado hasta ahora 82 países y es probable que, a este ritmo, se pueda llegar a los 100 países para fin de año, porque las señales políticas son bastante importantes y son auspiciosas.

La mayoría de los países tienen que llevar el acuerdo al parlamento, al congreso, a las asambleas y ese es un proceso interno que toma su tiempo, pero se espera que estas ratificaciones se comiencen a dar de aquí al final de año. Se espera que esos 82 países lo ratifiquen en el corto plazo y hay una meta: muchos países lo han planteado y la sociedad civil también se ha sumado a eso, que es que el acuerdo tenga las 60 ratificaciones de aquí a la conferencia del Objetivo de Desarrollo Sostenible 14, que es de vida submarina de Naciones Unidas y que va a ser organizada por Francia y Costa Rica en junio 2025.
El acuerdo establece obligaciones, pero también beneficios para los estados, particularmente para los estados en desarrollo. En el tema de recursos genéticos marinos, se establece toda una regulación para acceder a los recursos genéticos y un mecanismo de compensación, una fórmula que tiene que implementarse donde los beneficios monetarios y no monetarios tienen que llegar a los países en vías de desarrollo.
—¿Hay que esperar a que se ratifique el acuerdo para empezar a crear la institucionalidad o se puede hacer de manera paralela?
La implementación del acuerdo implica crear los órganos subsidiarios, los comités científicos, comités técnicos, comité de cumplimiento.
¿El financiamiento de dónde saldrá?
Por un lado están los recursos genéticos marinos y su régimen de acceso, exploración, reparto de beneficios. Luego están las áreas marinas y las herramientas para ver cómo se van a hacer las propuestas, la parte científica, la implementación, el seguimiento, la evaluación. Todo esto requiere financiamiento y se estableció un fondo pero aparte de eso hay compromisos políticos que han sido refrendados. La Unión Europea ha destinado un monto importante de millones de euros para que el acuerdo entre en vigencia y también para proyectar su implementación.
Por otro lado, GEF, que es un facility muy importante para temas de naturaleza en general, ha destinado importantes recursos para poner en marcha el acuerdo y para su implementación y, no se descarta también que existan otros donantes institucionales o que otros mecanismos incluyan también el acuerdo en las ventanas de financiamiento que tienen.
Hay una iniciativa de Chile que fue anunciada el año 2021 y que se ha continuado trabajando para proteger la parte de alta mar de la cordillera submarina de Nazca. Es un espacio que ha sido reconocido como de importancia ecológica por la Convención de Biodiversidad y en varios papers científicos de diferentes autores.