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Los países ricos deberán usar un 20% menos de energía

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Los consumidores de las naciones más ricas y desarrolladas tendrán que aceptar restricciones en su uso de energía si se quieren cumplir los objetivos internacionales de cambio climático, al que se han comprometido todas las naciones del mundo, advierten los investigadores. 

Para conseguir los objetivos climáticos, el gran desafío es identificar la forma más justa y equitativa en la que los gobiernos pueden reducir la demanda de energía.

Y eso es lo que investigó el equipo dirigido por Milena Büchs, profesora de Bienestar Sostenible en la Universidad de Leeds. Para ello analizó varios escenarios, con el fin de identificar una posible solución, puesto que hay que bajar las emisiones de CO2 y demás GEI, de manera urgente y perentoria.

Una opción es limitar el 20% superior de los usuarios de energía y permitir que aquellas personas que utilizan poca energía y tienen ingresos muy bajos, puedan aumentar sus niveles de consumo y de esa forma logren mejorar su calidad de vida.

Establecer un límite de consumo de energía

En cualquier población habrá un rango o distribución de valores para la cantidad de energía que emplean las personas. Los valores se clasificarán en percentiles. Por ejemplo, el percentil 50 representa el valor que se encuentra exactamente en el medio de la distribución de energía. Un punto que la mitad de la población no alcanza y la otra mitad supera.

Bajo el esquema de reducción de la demanda de energía, los usuarios de energía de nivel superior verían su uso de energía restringido al valor del uso de energía en el percentil 80. En el escenario modelado, eso sería 170,2 Giga Joules (GJ) por persona por año, en comparación con el uso medio de energía de los principales consumidores, que está en 196,8 GJ por persona por año.

Usando datos de los 27 estados europeos, los investigadores modelaron qué tan efectiva sería esta estrategia de reducción de la demanda de energía. Descubrieron que reduciría las emisiones de GEI de las fuentes de energía domésticas en un 11,4%, un 16,8% las del transporte y 9,7% las del consumo total de energía. 

Reducir es la única alternativa

Permitir que las personas en situación de pobreza aumenten su uso de energía reduciría estos ahorros de emisiones en cantidades relativamente pequeñas, 1,2 puntos porcentuales para la energía doméstica, 0,9 para transporte y 1,4 para el consumo total de energía. Pero significaría un cambio importante para estas personas.

La profesora Büchs dijo: “Los formuladores de políticas deben obtener el apoyo público para poder implantar los mecanismos de reducción de la demanda de energía. La realidad es que la descarbonización de las fuentes de generación y distribución de la energía, no será suficiente para alcanzar el nivel de reducciones necesario”.

Habrá que reducir la demanda de energía. Esa es una realidad ineludible. Los expertos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU estiman que la reducción de la demanda de energía podría implicar entre el 40% y el 70% de las reducciones de emisiones a las que se han comprometido todas las naciones del planeta para 2050.

La investigación indica que el apoyo público para la reducción de la demanda de energía es posible si el público considera que los esquemas son equitativos y brindan justicia climática. Los datos del estudio se recopilaron como parte de la Encuesta Europea de Presupuestos Familiares de 2015 en 275.614 hogares. El gasto de los hogares y los datos del conjunto de datos Exiobase se utilizaron como indicadores del uso de energía y de las emisiones correspondientes a cada sector.

Apoyo público

Como parte del estudio, el equipo de investigación también se ocupó de evaluar las reacciones de las personas ante diferentes intervenciones de carácter político para reducir el uso de la energía. Algunos encuestados consideraron que imponer cuotas en los vuelos y/o en el kilometraje de los coches eran ataques a la libertad y la elección.

Aunque también hubo quienes las consideraron plausibles bajo ciertas circunstancias. Mayoritariamente, hubo un reconocimiento de que se está viviendo una emergencia climática, que debe abordarse con urgencia.

Los investigadores explicaron que “Varios participantes reconocieron que las regulaciones que limitan el uso de energía ‘de lujo’ tratarían a todas las personas por igual. Y, por lo tanto, creen que si hay buenas razones para ello, podrían aceptarse las restricciones. Buen ejemplo de ello fue la suspensión de vuelos y circulación terrestre y marítima durante la pandemia”.

Referencia: artículo “Ahorro de emisiones de la reducción equitativa de la demanda de energía”, obra de Milena Büchs, Noel Cass, Caroline Mullen, Karen Lucas y Diana Ivanova, publicado en la revista Nature Energy.

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