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Los horrores de la indiferencia

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Cuando líderes de los países tratan de hacer ajustes en lo macroeconómicos, sin prever alternativas de auxilio a los ciudadanos más desfavorecidos, estos terminan pasándola muy mal.

Por: Orlando Goncalves

@OrlandoGoncal

Desde el pasado 7 de octubre, el mundo presencia con indiferencia el horror de un conflicto armado más.

El grupo Hamas ataca territorio de Israel, asesina a más de trecientas personas y secuestra a más de doscientas cuarenta personas. Desde ese momento, se desató el horror que siempre es una guerra y las víctimas de la ofensiva israelí contra Gaza han ido aumentando vertiginosamente.

Hoy, cinco meses de iniciado el conflicto, ya nadie habla de los más de 122 rehenes israelitas que se supone aún están secuestrados, ni siquiera el propio gobierno de señor Benjamín Netanyahu ya los menciona, mucho menos la comunidad internacional.

El Primer ministro de Israel dice que el objetivo es acabar el grupo terrorista de Hamas, pero el incremento de los bombardeos se ha extendido a más zonas de la Franja y las tropas israelíes han ampliado sus operaciones terrestres y hasta ahora las cifras de fallecidos por este conflicto ya superaron los 30 mil seres humanos, siendo considerado el conflicto más letal si se le compara con los anteriores en la Franja y en otras partes del mundo.

De los más de 30 mil fallecidos, cerca del 70% son mujeres y niños: más de 8 mil 800 mujeres y 13 mil 230 menores de edad, incluidos bebés de pocos meses o años y sin embargo, el estupor de las primeras semanas por el elevado número de muertos palestinos ha dado paso a la indiferencia frente a unas cifras sin rostro, pero que son sencillamente dantescas, mientras el mundo mira para otro lado.

“En poco más de cuatro meses, en Gaza han muerto más niños, más periodistas, más personal médico y más empleados de la ONU que en cualquier otro lugar del mundo durante un conflicto”, ha denunciado en una carta el comisionado general de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini,

Sin embargo, la comunidad internacional parece muy ocupada en sus propios asuntos (cualquiera que ellos sean) y hasta dentro de Israel ya tampoco se habla de los juicios por corrupción que están pendiente contra el señor Netanyahu y su esposa, o contra el intento del primer ministro de hacer reformas judiciales que le permitieran controlar el sistema de justicia, todo eso quedó desplazado y casi en el olvido, pues la guerra ocupa todos los espacios.

No soy experto, ni pretendo serlo sobre el conflicto de la zona. Es algo muy complejo difícil de analizar en apenas 750 palabras, pero cuando las redes sociales se abarrotaron con las imágenes de lo que parecía ser un ataque a población civil que se acercaba a recoger comida en vehículos de ayuda humanitaria y los medios de comunicación de todo el mundo comenzaron a hablar de por lo menos cien gazatíes muertos en el ataque, es muy difícil seguir callado.

Si a lo anterior se le suman los videos que aparecieron en TikTok de soldados israelíes bailando, disparando entre carcajadas, preparándose un capuchino o explosionando edificios o realizando tareas insignificantes, en medio de una devastación absoluta, son hechos que ratifican que, si bien cualquier guerra es un horror, la indiferencia es un horror de un nivel superior.

La Paz es un concepto fundamental que trasciende fronteras y culturas. Representa la ausencia de conflictos, la armonía y la coexistencia pacífica, pero el conflicto entre Israel y Palestina es una lucha histórica por el control de la región, con raíces en la colonización y la búsqueda de autodeterminación, pero la Paz sigue siendo esquiva, y la violencia persiste.

Estamos entonces ante un conflicto prolongado con consecuencias catastróficas, que además está permitiendo ocultar los casos de corrupción del señor Netanyahu y eso, definitivamente está minando la confianza en las instituciones y la justicia, aumentando también la incapacidad del gobierno del primer ministro israelí para resolver problemas que pueden generar descontento y conflictos, así como situaciones en las que la administración no logra abordar necesidades básicas, pero para todos lo demás, existe la guerra.

Reitero que no soy experto ni pretendo serlo en el conflicto entre Israel y Palestina, pero la indiferencia de la comunidad internacional, la muy limitada capacidad de acción de los organismos internacionales como la ONU de poner fin a tantos conflictos es preocupante y debe llamarnos la atención para buscar otro modelo de gestión de los conflictos que no sea la barbarie de una guerra.

En resumen, la paz es un valor esencial que debemos proteger y fomentar. Debemos aprendamos de los éxitos y desafíos la Paz para construir un mundo más pacífico, justo, de progreso y bienestar. 

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