La energía solar fotovoltaica es una de las formas más limpias y baratas de producir electricidad, y es una verdadera puerta de entrada a un acceso inclusivo a la energía y también a precios más baratos.
Hay consenso en que la energía solar fotovoltaica puede contribuir fuertemente al crecimiento global de las energías renovables en la región, a pesar de las barreras financieras e incertidumbres en cuanto a los marcos legales existentes en algunos países.
La capacidad solar fotovoltaica instalada en Latinoamérica ha pasado en solo diez años de apenas 60 megavatios a más de 20.000 operativos al día de hoy y más del 85% de la capacidad solar fotovoltaica se concentra en solo cuatro países: Brasil, México, Chile y Argentina. La mayor parte de los nuevos puestos de trabajo en el sector de las energías renovables los genera la energía solar fotovoltaica.

De otra parte, el Banco Mundial sostiene que América Latina tiene potencial para convertirse en uno de los líderes mundiales en hidrógeno verde para 2030. De acuerdo con el último informe regional de su plataforma H2LAC, si bien el grado de avance es diferente, ya hay 13 proyectos operacionales y más de 70 en desarrollo.
En Brasil se crearon más de 360.000 puestos de trabajo relacionados con la energía solar en la última década. El mercado brasileño -el mayor de América Latina- se caracterizó por los buenos precios de las subastas, impulsando la capacidad instalada hasta más de 12 GW en 2021, de los cuales dos tercios son distribuidos.
En Brasil, la empresa EDP obtuvo recientemente su primera molécula de hidrógeno verde en su nueva planta de producción de São Gonçalo do Amarante, en el estado de Ceará, en el noreste del país. La producción de esta molécula es el primer paso del proyecto piloto de hidrógeno verde en la central de Pecém, en la que se va a generar combustible limpio con garantía de origen renovable. El proyecto incluye una planta de energía solar con 3 MW de capacidad y un módulo electrolizador de última generación, con capacidad para producir 250 Nm3/h de gas.
Argentina adolece de una compleja burocracia y de unas tarifas muy desiguales en todo el país. La buena noticia es que lo que ahora son nichos de mercado están creciendo rápidamente, como el bombeo de agua, los parques industriales, el final de las líneas de distribución, el almacenamiento de energía.
Argentina tiene en funcionamiento una planta de producción de hidrógeno limpio en Comodoro Rivadavia gestionada por la empresa local Hychico. Y las autoridades anunciaron meses atrás el desembarco del proyecto “Pampas” en la provincia de Río Negro, una iniciativa enfocada en la producción de H2V a escala industrial liderada por la empresa australiana Fortescue Future Industries.
En México destaca el impulso del mercado solar en los últimos cinco años. La energía solar fotovoltaica creció de 171 MW en 2017 a más de 7.000 en 2021, casi todo a escala de servicios públicos y de forma desigual en el país, con un enorme potencial para que el mercado crezca. Según la Agencia Internacional de las Energías Renovables, México podría instalar 30.000 megavatios con un 40% de energía solar distribuida, que actualmente sólo representa 1.800 megavatios.
En Chile, el desarrollo de la energía solar residencial es clave en el camino hacia la red cero, pero es necesario modernizar las redes de distribución de electricidad, con el objetivo de automatizar y digitalizar los nuevos requisitos que los usuarios necesitan, y acompañar esto con un cambio masivo en la regulación para el sector distribuido.
El gobierno chileno promete hacer de la acción climática y las energías renovables puntos clave del plan para el país. Además de contar con la mayor radiación solar del mundo, Chile es también el mayor productor mundial de cobre y el segundo de litio, ambos clave para la electrónica y para la fabricación de tecnologías de energías renovables.
Chile también figura a la cabeza en hidrógeno verde, con casi treinta iniciativas que van desde la aplicación de hidrógeno en el transporte público y de carga hasta la producción de metanol o amoníaco verde para la industria de explosivos.
Algunos de estos proyectos son “H2 Magallanes”, impulsado por la empresa francesa Total Eren, que incluirá instalaciones portuarias; el piloto “Haru Oni”, de la empresa chilena HIF, la italiana Enel Green Power y la multinacional Siemens Energy, que apostará a la creación de e-combustibles en la región de Magallanes; o el proyecto “HyEx”, de la energética francesa Engie y la chilena Enaex, en Antofagasta.
En Perú, el potencial de energía renovable es 10 veces superior a la capacidad instalada y se prevén más de 2.000 megavatios de energía solar fotovoltaica en los próximos 8-10 años, lo que representa casi 1.500 millones de dólares de inversión potencial y más de 10.000 nuevos puestos de trabajo.
Colombia es otro país que está haciéndose cada vez más visible en el sector del hidrógeno verde, si bien la mayoría de los diez proyectos están todavía en fase estudio. Las iniciativas van desde la construcción de un hub de H2V que abastezca la industria siderúrgica hasta la producción del combustible a partir de excedentes de energías renovables, movilidad y uso industrial. En operación está ya una iniciativa de hidrógeno verde en la refinería de Cartagena de Indias de la empresa Ecopetrol, alimentada por paneles solares, y otro proyecto de la proveedora de gas natural Promigas.
Uruguay trabaja en el piloto “H2U”, una estrategia que podrá ser aplicada tanto en el transporte pesado como en la producción de amoníaco y fertilizantes verdes. Otro proyecto a destacar es “Tambor Green Hydrogen Hub”, impulsado por la compañía alemana Enertrag en cooperación con la uruguaya SEG Ingeniería, y cuya finalidad es la construcción de una planta de producción de H2V y derivados como metanol en Tacuarembó.