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La contaminación del aire acelera el deshielo

La nieve y el hielo en la meseta tibetana son la fuente de agua de más del 20% de la población mundial.
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La disminución de las emisiones de contaminantes antropogénicos durante los bloqueos de Covid-19 de 2020 redujeron el deshielo en el Himalaya, según un estudio que ha sido recientemente publicado.

La nieve y el hielo en la meseta tibetana son la fuente de agua de más del 20% de la población mundial. Sin embargo, el hielo y la nieve en el Himalaya se han estado derritiendo a un ritmo acelerado en las últimas décadas.

Si bien gran parte de este derretimiento se atribuye al cambio climático, la contaminación del aire también juega un papel preponderante. Y esto sucede porque las partículas oscuras de polvo y hollín que caen sobre las superficies congeladas absorben la energía solar. Por lo que la nieve y el hielo cercano se acaban derritiendo.

Los científicos creen que este efecto descubierto en el Tíbet también puede darse en otras partes del mundo, que sufren el mismo tipo de fenómeno.

La pandemia de COVID-19 creó un experimento natural. Porque desde el 25 de marzo de 2020 al 31 de mayo de 2020 se redujeron drásticamente las actividades económicas y de transporte de la zona.

Científicos estiman que la disminución de las emisiones de contaminantes antropogénicas durante el confinamiento en la India fue responsable del 71,6 % de la reducción del forzamiento radiactivo sobre la nieve en abril de 2020, en comparación con el mismo período de 2019. Esto puede haber evitado que se derritieran miles de toneladas de hielo y nieve.

Parece evidente que la contaminación es un factor que no debe desdeñarse a la hora de intentar combatir el derretimiento del hielo y las nieves. Hasta ahora solo se pensaba que el calentamiento global era el causante de la aceleración de estos fenómenos. Pero está claro que no es el único.

Esta región del Himalaya está considerada el “tercer polo” ya que alberga 600.000 millones de toneladas de hielo.

En 1975, la zona del Himalaya presentaba una masa de hielo del 87%, que se mantuvo en el año 2000 y bajó en 2016 a un 72%. Es decir, en cuatro décadas perdió una cuarta parte de su masa.

En cuanto a las causas, dos parecen ser los factores principales. Por un lado, el aumento de la temperatura, que ha producido cambios en las precipitaciones en la zona, disminuyendo en unas zonas y aumentando otras. Por otro, la quema masiva en las regiones asiáticas de combustibles fósiles y biomasa, cuya ceniza acaba en las superficies nevadas, absorbiendo energía solar y potenciando y acelerando el deshielo.

El deshielo en el Himalaya ha afectado, principalmente, a las altitudes más bajas. Hasta cinco metros por año de pérdida de hielo al año. Esto representa unos ocho millones de toneladas de agua perdidas. Las consecuencias son graves debido a que podría afectar a unos 800 millones de personas. Esa falta de agua implica problemas para la irrigación, la energía hidroeléctrica y el acceso a agua potable. Aunque el deshielo ha producido agua que circula libremente por el terreno, la llamada escorrentía, a medio y largo plazo producirá escasez de agua.

El deshielo de los glaciares en el Himalaya no es la única forma en la que el cambio climático está golpeando esta región. Simulaciones diseñadas y realizadas por investigadores de la Universidad de Potsdam sugieren que miles de lagos corren el riesgo de provocar inundaciones peligrosas si continúa derritiéndose la nieve y el hielo.

Ese deshielo provoca que las morrenas -barreras formadas de sedimentos y rocas unidas por hielo- cedan. Esto genera lo que los investigadores denominan ‘inundaciones de estallidos de lagos glaciales’. A través de simulaciones a partir de datos de mapas topográficos y estudio satelitales, los investigadores encontraron alrededor de 5.000 lagos que presentaban morrenas inestables y que pueden producir estas inundaciones.

La mayoría de los lagos glaciares se encuentra en zonas poco pobladas. Sin embargo las comunidades que viven río abajo podrían verse afectadas por estas inundaciones, que además afectan a tierras agrícolas y pueden dañar infraestructuras.

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