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La Consciencia

sigmund freud
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Por: Miguel Galindo

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Observen vuesas señorías que intercalo una “S” en la conciencia… Según Freüd, la conciencia es la parte más superficial de nuestra mente, compuesta de pensamientos y experiencias someras y la consciencia representa para él, las capas más profundas de esa mente, lo que llamamos inconsciente, o subconsciente, y donde, según don Sygmud se alojan deseos, juicios y pensamientos complejos. Poco más o menos…

Un servidor es un vulgar y humilde estudioso, no un conocedor proceloso, ya lo saben aquellos que me entienden. El caso es que el padre del psicoanálisis ya establecía una distinción entre ambos conceptos, si bien Descartes, y antes Platón, ya apuntaban ambos a una especie de “supraconciencia” sobre una conciencia ordinaria del “pienso, luego existo” cartesiano.

Esto, como introducción, puede valer. La cosa y el caso estriban en que todos ellos, incluso Kant, no conciben tal capacidad – o capacidades – sin el concurso de la mente… ¿ánde andará la mente?, se preguntan los últimos de ellos. La física establece que el cerebro es tan solo que un órgano físico a través del cual funciona el pensamiento, pero La Mente no parece que resida en el órgano. De hecho, las capacidades morales e intelectuales del ser humano ninguna reside en órgano alguno. Luego viene la otra física, más moderna y actual, la quántica, y demuestra, sí, demuestra, que la mente reside “en un espacio energético no material e indefinido, fuera del cuerpo físico”.

Eso ya lo aventuró un gigante de la rama física: Max Planck, que defendía que “la conciencia podría no depender del cerebro y por lo tanto, no morir con él”… ¡La leche, qué fuerte, ¿no?.. Si la consciencia del ser humano sigue viva, y el cuerpo de ese ser humano no es el ser humano, sino un envoltorio físico de circunstancias, entonces… lo voy a decir y que me lapide o perdone el que quiera, pero “somos” nuestra consciencia (de chica, conciencia) y es lo que, consciente de sí misma – nunca mejor dicho la redundancia – se busca las habichuelas por esas… digamos “moradas” de Dios, según las definió el divino nazareno aquél, que había la intemerata de ellas.

Naturalmente, aquí vienen los saltamatas de siempre con la cantinela de siempre: “eso no es demostrable, así que…”. Bueno, repito, la Física Quántica anda en ello, y ya puede demostrar unas cuantas cosas. Las partículas (electrones, protones, etc.) se comportan de una forma u otra, dependiendo de si alguien las está mirando, por ejemplo.  Es el conocido “experimento del observador”, como el del haz de luz por dos rendijas, que se comportan como partículas o como ondas, según “saben” que están siendo vigiladas y se supone que se espera de ellas. Ese “fenómeno del espectador” como también se le llama, el que me estoy metiendo en camisas de once varas por tratar de explicárselo a todo quisque. No lo hago por nada, tan solo para que piensen, hasta donde sean capaces de pensar, que yo soy un mero transmisor.

Bueno, pues Planck estaba convencido de ser la mejor demostración de que el mundo físico es afectado por la conciencia/consciencia del observador, e incluso que bien podría derivar de ésta, y no al contrario… Fue una interpretación esa muy controvertida y debatida, que, tras casi un siglo después de conocimientos y experimentos acumulados, está mucho más cerca del SÍ, y mucho más lejos del No, de cuando el tío Max lo decía, el buen hombre…

Y si esto es cierto, que ya digo que todo apunta a que lo es, entonces la consciencia no necesitaría de un cerebro para existir (tan solo para manifestarse a través de la materia, claro), ende, por puñetera lógica, no hay razón ninguna para pensar que la consecuencia de nadie se pierde cuando ese alguien (por muy don nadie que sea) muere… Y esto abre la posibilidad de que la memoria y la conciencia, con ese o sin ella, puedan continuar fuera de la caja cerebral. El símil más gráfico que se me ocurre es la de la misma emisora y las ondas de radio, y las frecuencias y eso, que la primera no son las segundas, y que las segundas existen sin la primera.

Concluía Max Planck a todo esto que, establecido así, “entonces son transferibles a individuos y/o entidades”… Se me ocurre a mí que todo ese “concienciase” junto de toda la humanidad junta, muy bien puede constituir ese conocido Inconsciente Colectivo de la Humanidad del que nos hablaba Jung; y que tampoco sería otro que los no menos conocidos “Archivos Akáshicos” de las religiones orientales y de las culturas más arcaicas de las civilizaciones… Todo coincide al final, como un laborioso puzzle, en el que se van situando tesela a tesela conforme “los tiempos” (dele cada cual el significado que quiera a esos tiempos), se van cumpliendo.

Jim Tucker, del Dpto. de Psiquiatría y Ciencias Neuroconductuales de la Universidad de Virginia, ha recorrido el mundo haciendo de abogado del diablo en el estudio de los casos de niños que parecen recordar existencias pasadas con todo detalle… Reconoce que militó un muy largo tiempo entre los incrédulos, hasta que las evidencias le hizo reconocer que la conciencia, o consciencia, individual, no puede ser generada por el cerebro, y que más bien parece que “actúa desde fuera”, por decirlo con sus propias palabras. Lo contrario a lo que se creía.

Lo único que intento con éste, como habrán visto, es ponerles ante los ojos del entendimiento cuanto de científico se ha avanzado en la cuestión conciencia/consciencia desde Einstein acá… el cual, por cierto, también escribió sobre “una consciencia cósmica y universal”… Yo no creo, ya puestas en éstas, que el ateísmo moderno niegue a Dios (a Dios le importa un soberano carajo que se lo niegue o no), pero sí pienso que el ateísmo moderno niega al propio hombre, en el momento que niega – intenta negar – el conocimiento del pensamiento, o el pensamiento del conocimiento. No obstante, mis respetos para los que no piensen o piensen lo contrario, faltaría más. Yo solo pido lo mismo.

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