El joven dejó cuatro muertos y nueve heridos antes de entregarse a las autoridades.
Colt Gray, un alumno de 14 años, asesinó a dos compañeros y dos profesores del Apalachee High School, su instituto en el condado de Winder, en Georgia.
Chris Hosey, director del Georgia Bureau of Investigation, dijo que el atacante se entregó a los llamados School Resource Officers (SRO), agentes que trabajan para los departamentos de Policía o del Sheriff en determinadas localidades y que además de labores de seguridad tienen funciones de tejer lazos con la comunidad.
«Obviamente, el atacante estaba armado. Nuestro agente se dirigió a él y el tirador rápidamente se dio cuenta que, si no se entregaba, terminaría en un tiroteo. Se rindió, se tiró al suelo y el agente lo detuvo», explicó el sherrif del condado.
El alumno será acusado de asesinato y juzgado como adulto. Según las autoridades, hace unos meses la familia fue investigada, tanto el tirador como su padre, después de recibir denuncias anónimas sobre presuntas amenazas de tiroteos en escuelas y fotos de armas. La investigación no fue concluyente y no se presentaron cargos.
La familia admitió que tenían armas de fuego, pero aseguran que su hijo no tenía acceso sin supervisión a ellas y que eran de caza. El fusil usado en la masacre era, según el departamento del sheriff, del estilo del Ar-15, el arma semiautomática más popular del país.
«Es una tragedia sin sentido. Es simplemente indignante que todos los días en nuestro país, los padres tengan que enviar a sus hijos a la escuela preocupados por si sus hijos volverán a casa con vida o no», dijo la vicepresidenta y candidata Kamala Harris.
«Nuestros corazones están con las víctimas y los seres queridos de los afectados por el trágico suceso en Winder, Georgia. Estos queridos niños nos fueron arrebatados demasiado pronto por un monstruo enfermo y trastornado», publicó por su parte Donald Trump en Truth Social, centrándose en el autor y no en el fácil acceso a armas.
Una mañana de pesadilla
En cuanto sonaron los disparos, en un cambio de clases, los estudiantes buscaron refugio en el campo de fútbol. Los testigos citados por los medios locales describieron escenas de caos e incredulidad. Según algunos compañeros, Colt Gray, una persona parca en palabras, estaba en la clase de Álgebra y salió del aula.
Poco después quiso volver, pero la puerta se había cerrado automáticamente. Otro adolescente se acercó a abrir, pero cuando vio que tenía un arma dio la voz de alarma. Ante la imposibilidad de entrar con facilidad, optó por la clase de al lado. Los dos profesores fallecidos eran de matemáticas y los dos alumnos que murieron también eran de su mismo curso y edad.
Las escuelas de la zona permanecerán cerradas esta semana mientras se investiga las razones del ataque, si hay más implicados y las posibles conexiones con las víctimas. No hay indicios, pero las autoridades del Estado no quieren más riesgos.
En lo que va de año, Estados Unidos ha sufrido al menos 385 tiroteos masivos, según el Archivo de Violencia con Armas, que los define como aquellos en los que cuatro o más víctimas reciben disparos. Eso supone un promedio de más de 1,5 tiroteos masivos cada día en lo que va de año en el país.
De acuerdo a datos recopilados y publicados por CNN indican que el de Winder es el 45º tiroteo en un recinto educativo en lo que va de 2024. De ellos, 32 se han reportado en colegios e institutos y 13 en campus universitarios.
El ataque del pasado miércoles es el más mortal en lo que va de año y es uno de los 11 tiroteos en escuelas con cuatro o más muertes desde 2008, cuando CNN comenzó a recopilar datos.
El año pasado hubo 82 tiroteos en escuelas de Estados Unidos, un récord desde al menos 2008, 52 en escuelas de educación primaria y secundaria y 30 en campus universitarios.
En cuestión de minutos, decenas de patrullas y agentes de las fuerzas locales, estatales y federales, con el FBI a la cabeza, estaban en el lugar de los hechos, a unos 80 kilómetros al noreste de Atlanta.
La condena de Biden
El presidente estadounidense lamentó el tiroteo y subrayó que no se puede «seguir aceptando estos incidentes como algo normal», según un comunicado difundido por la Casa Blanca.
El mandatario lamentó que lo que podía haber sido una «feliz vuelta a las clases, se convirtió en otro horrible recordatorio de cómo la violencia por armas de fuego sigue desgarrando» a las comunidades del país.
Joe Biden y la primera dama, Jill Biden lamentaron la muerte de aquellos cuyas vidas se han visto truncadas por más violencia sin sentido y piensan en los supervivientes, cuyas vidas han cambiado para siempre.