Hey-diario-digital
Hey! Diario Digital || Plataforma global de noticias

Islas del mundo amenazadas por el cambio climático

Heydiariodigital_regalos

Loading

Una pequeña isla del Caribe, conocida como «la flor del océano», fue arrasada por el huracán Iota en 2020. Aunque la pérdida de vidas humanas fue mínima, el impacto en los ecosistemas cambió la perspectiva de sus habitantes. Dos años más tarde, siguen trabajando para restaurar sus tesoros ambientales y preparándose para cualquier contingencia que el cambio climático pueda traerles.

La montañosa isla colombiana de Providencia, que se encuentra en el mar Caribe entre Costa Rica y Jamaica, alberga asombrosos colores de mar, exuberantes paisajes submarinos, extensos manglares e incluso el bosque seco tropical.

La diversidad de los ecosistemas marinos y las maravillas naturales que la rodean, entre las que se incluye una de las mayores barreras de arrecifes de coral del mundo, que sustenta una asombrosa variedad de vida marina, y el espectáculo que ofrecen miles de cangrejos negros todos los años cuando descienden de las montañas para desovar en el mar, han hecho que sea declarada parte de la Reserva de Biosfera Seaflower de la ONU.

Sin embargo, como todas las islas del mundo, los tesoros naturales de Providencia están amenazados por el cambio climático y la subida del nivel del mar. Sus 6.000 habitantes quedaron sin hogar y no olvidarán a Iota, el último y más fuerte huracán de la temporada de tormentas del Atlántico de 2020, considerado entonces de categoría 5.

 El 98% de las infraestructuras de la isla de Providencia resultaron dañadas tras el paso del huracán Iota, incluyendo impactos en las infraestructuras, pérdidas de bienes, enseres y bloqueo de carreteras.

Según la institución Parques Nacionales Naturales de Colombia, alrededor del 90% de los manglares y bosques del parque se vieron afectados, así como los arrecifes de coral en aguas poco profundas, muchos de los cuales habían estado en viveros como parte de un esfuerzo de restauración en curso. 

El problema es que el agua del mar se está calentando, lo que provoca que las colonias de algas se estén haciendo más grandes y estén compitiendo por los recursos con los arrecifes de coral.

Pero si bien los corales están empezando a prosperar de nuevo y el bosque seco también se ha recuperado, las casi 60 hectáreas de manglares representan una prueba mayor para la comunidad. El mangle rojo murió en más de un 95% y esta especie no se regenera naturalmente.

Según el PNUMA, los manglares mantienen una rica biodiversidad y proporcionan hábitat para peces y mariscos, así como una pista de aterrizaje y zonas de anidación para un gran número de aves. Sus raíces son también un refugio para reptiles y anfibios.

Su ecosistema puede capturar hasta cinco veces más carbono que los bosques tropicales y sus suelos son sumideros de carbono muy eficaces, lo que los convierte en importantes pulmones del planeta.

Los manglares también actúan como una defensa costera natural contra las mareas de las tempestades, los tsunamis, la subida del nivel del mar y la erosión, algo que los habitantes de Santa Catalina, una pequeña isla conectada al norte de Providencia por un puente, pudieron comprobar.

Se cuenta que el manglar de la isla Santa Catalina protegió a la comunidad que vive allí. Sin estos manglares habría una disminución en la producción pesqueras y seguramente en próximos eventos catastróficos, no va a poder proteger a las comunidades.

La población local de Providencia está formada por comunidades raizales, descendientes de esclavos africanos y marineros británicos, que hablan un criollo inglés, aunque la mayoría también habla español. También hay una población menor de emigrantes del continente.

La economía local gira en torno al turismo y a la pesca y caza tradicionales. Debido a las restricciones del COVID-19 y a la devastación causada por el huracán, el sector turístico ha estado aletargado durante los últimos años.

No fue hasta mediados de 2022, cuando la isla volvió a abrirse al público pero, al día de hoy, todavía no tiene capacidad para recibir la media de 3.000 visitantes mensuales que acudieron en 2019.

Según los expertos del Grupo Intergbernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), hay maneras de adaptarse al cambio climático en las islas pequeñas, entre ellas: reducir las vulnerabilidades socioeconómicas, crear capacidad de adaptación, mejorar la reducción del riesgo de catástrofes y crear resiliencia climática a largo plazo.

El Secretario General de la ONU describió la región del Caribe como la “zona cero de la emergencia climática” e hizo un llamado a los países desarrollados para que adapten la acción climática a la escala y la urgencia de la crisis.

Esto significaría proporcionar apoyo financiero a las islas pequeñas, para que puedan construir una capacidad de adaptación más fuerte, y en última instancia, reducir las emisiones de carbono, uno de los principales culpables de calentar el planeta y de impulsar los cambios climáticos que están haciendo que los huracanes sean más potentes y frecuentes.

Una forma de aumentar la resiliencia y la adaptación es invertir en la restauración de los ecosistemas. Un ecosistema en buen estado es mucho más resiliente a desastres, entonces hay que garantizar que los ecosistemas como los de Providencia y Santa Catalina estén en buen estado, no solamente brindar bienes y servicios ambientales para una mejor calidad de vida de la población, sino para prepararse para nuevos eventos.

Según el PNUMA, la protección de las ballenas es una solución natural contra el cambio climático. Las ballenas acumulan carbono en sus cuerpos durante sus largas vidas, algunas de las cuales se extienden hasta 200 años. Cuando mueren, se hunden en el fondo del océano, llevándose el carbono con ellas.

Los ecosistemas sostienen toda la vida en la Tierra. Cuanto más sanos sean nuestros ecosistemas, más sano será el planeta y sus habitantes. El Decenio de la ONU para la restauración de los ecosistemas tiene como objetivo prevenir, detener e invertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y en todos los océanos. Puede ayudar a acabar con la pobreza, combatir el cambio climático y prevenir la extinción masiva. Sólo tendrá éxito si todo el mundo participa. 

Related Articles

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *