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Inteligencia Artificial

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Miguel Galindo Sánchez

info@escriburgo.com

www.escriburgo.com

Si algo creo haber aprendido a lo largo de mi vida es que lo que el ser humano pone en marcha ya no tiene vuelta atrás… Tiene que enfrentarse a ello para bien o para mal.

Es una ley universal que cuando se abre una causa (aunque sea la Caja de Pandora) ha de sobrevenir un efecto. El que sea.

En el efecto reside la experiencia, en la experiencia está la enseñanza y de la enseñanza viene el conocimiento. En el manejo del proceso nos viene lo positivo o negativo de tal experiencia.

Lo digo, porque la I.A. es esa última Caja de Pandora que hemos destapado – desde el descubrimiento del fuego aquí, pasando por la descomposición del átomo – hemos abierto muchas de ellas con mejores o peores resultados, aunque la tendencia general ha sido experimentar los segundos antes que los primeros… Se ve que, como se dice, el hombre solo aprende de sus propias desgracias. Desgracias que desata él solito, sin encomendarse a Dios ni al Diablo. Otra versión es que al ser humano le “llegan” los regalos (saltos evolutivos) antes de madurar él mismo.

Tras tratar extensamente del tema de la IA en un par de programas radiofónicos de nuestro grupo La Peonza, asistidos por los conocimientos de un excelente experto en la materia (pueden acceder a ellos en YouTube de Radio Torre-Pacheco), mi conclusión personal es que tenemos ante nosotros el último y poderoso engendro creado por el ser humano y que es ya inevitable su desarrollo, puesto que su motor se basa en el autodesarrollo de sí misma… Por lo tanto, yo lo considero un riesgo, un reto si quieren, que hemos desatado y al que tenemos que hacer frente, nos gusten o no las consecuencias con las que habremos de lidiar.

A mí, lo primero que me llama la atención es su falso enunciado: Una inteligencia que se funda y alimenta de la humana es natural, no artificial, puesto que la inteligencia en sí misma es una cualidad humana que va implícita en su propia naturaleza, por lo que su artificialidad resulta más impostada que real… La base está en el uso de una “acumulación de conocimientos”, que supone lo que yo creo que es y esa, correcta o incorrecta, utilización de esa mezcla aleatoria de información, que puede ser cierta, falsa, errónea o incompleta, nos dará la clave de los resultados obtenidos por su uso… La clave reside, pienso yo, en su posterior verificación, y no en el uso indiscriminado de ella.

 Como cualquier otra herramienta, puede ser muy útil, o extremadamente dañina, si no se aprende a manejarla. No es lo mismo su uso que su abuso. Como tampoco es lo mismo que nosotros la manejemos a ella, que ella nos maneje a nosotros.

Al fin y al cabo, estamos hablando de una Inteligencia que puede muy bien llegar a ser autónoma… Y he aquí el auténtico riesgo. Es en este punto, precisamente, donde reside el “quid of the question”. Ahí es donde la humanidad afronta su mayor reto y donde más arriesga, pues se está jugando su propia hegemonía… Veamos lo que dicen los expertos (R.Montero/EP-21.01):

Numerosos científicos opinan que alcanzaremos la Inteligencia Artificial General, es decir, comparable al nivel humano, entre el 2025 y el 2030; esto es, pasado mañana mismo… Luego, inmediatamente, por efecto de su propio crecimiento exponencial, “a velocidad vertiginosa no calculable”, cito literalmente, ineludiblemente, saltaríamos a lo que ellos llaman Superinteligencia Artificial, esto es: mucho más inteligente que nosotros. He de decir que a bastantes investigadores les da cierto miedo esta posibilidad.

Y esto es, en síntesis, lo que tenemos a la vuelta de la esquina… De momento, en apariencia al menos, al contrario de la tendencia que cito en mi segundo párrafo, nos estamos beneficiando de ella en bastantes campos: control, organización, medicina, ingeniería, botánica, agricultura, toda clase de programaciones y un etcétera cada vez más largo y extenso, que, a su vez, produce información que acumula conocimientos en la propia IA y que ayuda a ese, su propio crecimiento exponencial al que aluden los estudiosos… Hasta aquí poco aparentemente malo y mucho aparentemente bueno, si aludimos a los que se aprovechan de ella para conseguir lo que no pueden (otra cosa es merecer) por sí mismos Aquí es donde puede empezar a fallar la honestidad y la ética de las personas.

Precisamente nuestro punto débil… Construir una máquina más perfecta que el propio humano para que ayude a éste a realizar tareas con una mayor seguridad, precisión y perfección, es muy positivo si no se utiliza para la destrucción segura, precisa y perfecta, por mal ejemplo.

Si a esta máquina la dotamos de una inteligencia autosuficiente y/o superior, tanto las ventajas como los riesgos aumentan en la misma proporción… El peligro enorme, por cierto, reside en la intencionalidad de su uso, en la dirección que se le imprima a esa superinteligencia.

En definitiva, en nuestra propia imperfección está el riesgo, no en la IA en sí misma y por sí misma.

Aunque… y aquí entramos en el terreno de Isaac Asimov, ¿algo más inteligente que nosotros, podrá desarrollar una conciencia propia, así como establecer sus propios códigos éticos?.. Si así fuese, la incógnita es aún mayor y más impredecible. Desde luego, ya lo veremos, y lo experimentaremos, aunque yo, por mi edad fronteriza, apenas podré, con suerte, vislumbrar los prolegómenos de la nueva era que supone la IA… Porque eso es lo que significa y no otra cosa: el advenimiento de un nuevo paradigma.

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